Consagra Coahuila Centenario del PRI
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A más de 90 años de una estabilidad política en Coahuila, podemos considerar que en la entidad no ha habido alternancia porque a lo largo del tiempo la mayoría ha estado de acuerdo en que es bueno seguir igual
Sin duda podría decirse que Coahuila es un estado de excepción. El hecho de que el PRI haya obtenido la victoria en la elección de este domingo significa que en seis años más, cuando se cumplan 100 años de la creación del organismo antecedente de ese partido (el Partido Nacional Revolucionario, PNR, cuyo primer presidente nacional fue, por cierto, el coahuilense Manuel Pérez Treviño) será la única entidad en el país en que gobierne un mismo grupo político.
Originalmente erigido como, PNR durante el gobierno de Plutarco Elías Calles, en 1929, este organismo logró reafirmarse en los periodos de gobierno inmediatos posteriores en el contexto del Maximato, bajo la sombra del mismo Calles, y después consolidarse al cargo de antiguos generales revolucionarios, Cárdenas y Ávila Camacho, posteriormente de civiles como Miguel Alemán, Ruiz Cortines, etcétera.
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Puede entenderse que durante siete décadas el PRI haya dominado en todo el país, primero por un contexto en que la sociedad seguía pidiendo la estabilidad que no se había logrado por completo en la década de 1920. Después vendría el Milagro Mexicano, 1945 a 1975, atribuible a situaciones internas, pero también externas, como la reconstrucción del mundo occidental en la postguerra. En ese periodo la clase media en México era sólida: un alto número de familias mexicanas pertenecían a ella, tenían un nivel de vida con el que podían cubrir las principales necesidades; existía una cierta industrialización nacional y la sustitución de importaciones mantenía al país en un buen nivel en relación con otros.
De manera que en esas circunstancias no había por qué intentar un cambio de gobierno. Incluso para quienes intentaban hacer política, era común escuchar la frase “estar fuera del PRI es vivir en el error”.
Después del derrumbe de esos 30 años gloriosos a partir de la crisis de 1975 y las que le han seguido, hubo descontento en México. A partir de la década de 1980, poco a poco, tuvo lugar una alternancia en las elecciones de distintos niveles de gobierno en todo el país. En Coahuila, incluso diferentes partidos de la entonces llamada oposición obtuvieron la victoria en algunos municipios, pero nunca la gobernatura.
Podemos interpretar esa permanencia del PRI en el gobierno estatal como un signo de estabilidad en que la estructura y el trabajo desarrollado del PRI, en Coahuila, ha estado por encima de los conflictos (como fue la inseguridad de hace algunos años) y los abusos en que han incurrido sus gobernantes con terribles consecuencias (como la megadeuda, la cual ha traído como consecuencia una muy escasa inversión en obra pública y otros programas de apoyo desde hace dos sexenios).
Es sabido que un grupo humano, como una persona, decide cambiar cuando lo que puede perder es menos valioso que lo que puede obtener en ventaja. Como ejemplo, en la época de la revolución se decía que quien entraba a “la bola” lo único que podía perder al enlistarse era el hambre.
A más de 90 años de una estabilidad política en Coahuila, podemos considerar que en la entidad no ha habido alternancia porque a lo largo del tiempo la mayoría ha estado de acuerdo en que es bueno seguir igual: algunos ciudadanos están genuinamente convencidos que es la mejor alternativa por los logros e infraestructura que observan, otros saben que pueden ser beneficiados directa o indirectamente con la victoria del partido, y otros más porque no cuentan con información suficiente de lo que representa su voto.
Con todo no hay que dejar de pensar en dos realidades que pueden influir en esa situación. Por un lado, Coahuila es ahora eminentemente urbano y en ese contexto las industrias maquiladoras trasnacionales, con sus ofertas de empleo, permiten satisfacer las necesidades básicas de la gente, no solo debido a los sueldos, sino también con las prestaciones en la seguridad social, transporte e incluso en algunos casos reparto de utilidades. Por otro lado, los demás partidos no han sido capaces de crear una estructura política sólida, mucho menos de convencer a los electores de los beneficios que podría traer un cambio de gobierno.