Despiden al padre José Raúl Bonnafoux tras 43 años en San Antonio de Padua de Saltillo
COMPARTIR
El sacerdote cumplió 53 años de ordenación sacerdotal y 43 de estar al frente de la parroquia de la que hoy se despide con la señal de la Cruz al aire de sus feligreses
Saltillo, Coahuila.- Colocó la primera piedra de la iglesia, creció junto a ella, cimentó con amor cada espacio, salvó matrimonios, acompañó enfermos, sanó almas y fortaleció la espiritualidad de cada uno de sus feligreses.
Niños fueron bautizados con su nombre, bautizo generaciones enteras que hoy son hombre de bien, unió a los habitantes y dio su testimonio de fe en cada celebración litúrgica.
Bendijo la partida de cada estudiante y alimentó a los más hambrientos; llegó hace 43 años y desde entonces su entrega ha sido sin medida, aseguran los feligreses.
TE PUEDE INTERESAR: Guillermo López contó la fundación de la Nueva Tlaxcala con su arte
Se trata del sacerdote José Raúl Bonnafoux quien cumplió 53 años de ordenación sacerdotal y 43 de estar al frente de la parroquia de la que hoy se despide con la señal de la Cruz al aire de sus feligreses tal como la recibieron un día de él.
“Estamos tristes, sentimos tristeza de saber que un padre tan amado ya no estará con nosotros, tenemos mil anécdotas con él porque nunca nos dejó solos, siempre estuvo ahí en los momentos difíciles para darnos su mano y en los más alegres para celebrar con nosotros”, expresó Salvador Vázquez.
A quien sorprendió llevando alimento y fortaleza a su esposa e hijos durante su estancia como migrante en Estados Unidos.
“Que me entero que fue el padre quien vio por ellos, es una deuda que jamás podré pagar, regrese para quedarme y salir adelante aquí, cerca de mi iglesia”, expresó el septuagenario.
La señora Alma Ruiz, agradeció al sacerdote nombrando a su hijo igual que él, un hombre bendecido, asegura, sólo por llevar el nombre del padre.
“Él unió a la colonia, impulsó las actividades de altruismo y educó en la fe a decenas de niños que hoy también están aquí siendo profesionistas”, expresó la madre.
La iglesia lució abarrotada durante la celebración litúrgica en punto de las seis de la tarde en espera de escuchar su voz desde el atrio y a los pies de la imagen de Jesús como cada domingo.
La nostalgia los invade, algunos se niegan a entender que la Diócesis orquestó un cambio repentino para los feligreses tras “prestárselos” 43 años.
“Deja una huella en cada uno de nuestros corazones, siento tristeza de qué ya no estará aquí porque todos los que estamos en esta misa somos quienes estuvimos desde su llegada”, comentó Tomy Escobedo.
Sin embargo el sacerdote José Raúl Bonnafoux les recordó durante la misa la fortaleza con la que deben afrontar lo que sigue y pidió a los feligreses honrar cada valor que juntos aprendieron de la palabra del Señor.
“Esta iglesia está llena de momentos maravillosos, son tantas y tantas las anécdotas, son 43 años aquí, claro que siento tristeza pero también acepto la voluntad de Dios”, comentó el padre.
A quien despidieron con música, bailables, platillos típicos y lonas con mensajes de despedida y aliento para su partida, las cuales retrataron al padre en diferentes años haciendo evidente su tiempo en la parroquia.
“Conocí a jóvenes que hoy son abuelas y hasta bisabuelas, niños que hoy son padres y adultos que formaron la primera comunidad de quienes forjaron cada pared de esta iglesia y hoy ya no están con nosotros”, agregó el padre.
Pero solo Dios sabe, agregó, yo acepto la voluntad de Dios, me voy contento, satisfecho, feliz de lo que logramos aquí estos 43 años.
“Echó raíces muy profundas, deja una gran huella, un legado de espiritualidad, el padre no se va, se queda en nuestros corazones y en nuestras oraciones”, leyeron los acólitos frente al sacerdote para terminar la celebración .