El IEPS prende fuego en redes: rechazo masivo a los nuevos impuestos

Coahuila
/ 1 octubre 2025

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El incremento al IEPS en productos de consumo masivo y videojuegos genera rechazo masivo en redes, con pequeños comercios alertando sobre el impacto en la economía familiar y el riesgo de cierre de tienditas.

El Paquete Económico 2026 llegó con una noticia que encendió la conversación pública: el incremento al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) en productos de consumo cotidiano como refrescos, cigarros, bebidas azucaradas, cerveza y hasta videojuegos. Una medida que, presentada como parte de un esfuerzo de salud pública, rápidamente fue catalogada por millones de ciudadanos como un recurso meramente recaudatorio que golpea a quienes menos tienen.

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De acuerdo con un análisis de la conversación sociodigital, entre el 8 y el 29 de septiembre, el tema detonó un verdadero incendio digital. Más de 49 mil menciones en X y 11 mil 800 publicaciones en Facebook generaron un alcance potencial de más de 13 millones de personas. El hallazgo más contundente es que el 85% de estas expresiones fueron negativas, dirigidas principalmente contra la administración de Claudia Sheinbaum. La ciudadanía digital no compró el discurso de que se trata de un impuesto con fines de salud; por el contrario, los usuarios advirtieron que se afectará directamente el bolsillo de las familias, que ya enfrentan una recesión económica, y se pondrá en riesgo la subsistencia de miles de pequeños comercios.

Los cuestionamientos no se quedaron en el terreno económico. Se señaló que, mientras se castiga con nuevos impuestos a productos de consumo masivo, el gobierno ha recortado recursos en sectores clave como la salud pública. A ello se sumaron advertencias sobre los efectos secundarios: crecimiento de mercados negros, distorsiones en el consumo y un alto costo político para la administración federal.

Personalidades como Sergio Sarmiento, Chumel Torres, Ricardo Salinas Pliego y colectivos como Las Brujas del Mar se sumaron a una ola de críticas que convirtió al IEPS en uno de los temas más comentados del mes. Incluso quienes tradicionalmente han respaldado al actual gobierno manifestaron desconcierto y molestia, cuestionando que Morena, bajo la bandera de la Cuarta Transformación, adopte medidas que recuerdan más a políticas fiscales restrictivas de otros tiempos.

El caso es particularmente ilustrativo para el pequeño comercio. Cuando la conversación parecía perder fuerza después del 13 de septiembre, la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) reactivó el debate con fuerza el día 18, impulsando los hashtags #NoMásImpuestos y #QueNoNosBajenLaCortina. Con ello, no solo volvieron a colocar el tema en la agenda digital, sino que se consolidaron como una de las voces articuladas con mayor presencia, llegando a concentrar más del 50% de la percepción negativa generada en redes.

El mensaje de ANPEC fue claro: subir impuestos a productos populares es presionar aún más a una economía que ya opera al límite. Las tienditas no son grandes corporaciones con márgenes de utilidad amplios, sino pequeños negocios familiares que viven al día y que, con cada incremento fiscal, enfrentan el riesgo de bajar la cortina.

Los datos y las narrativas coinciden en un punto central: la aceptación social del incremento al IEPS es mínima. Por el contrario, la conversación digital refleja un rechazo mayoritario y una crítica abierta al gobierno. En un contexto de inflación acumulada y bajo crecimiento, esta medida aparece como un error de cálculo político que puede erosionar la legitimidad de la actual administración y abrir un frente de inconformidad ciudadana que apenas comienza a organizarse.

El IEPS, lejos de ser visto como una herramienta de salud pública, se ha convertido en símbolo de descontento. Y en las redes sociales, que hoy funcionan como termómetro y amplificador de la opinión pública, el veredicto fue contundente: #NoMásImpuestos.

Sin embargo, el rechazo digital también abre una ventana de oportunidad. El gobierno puede optar por la ruta del diálogo, escuchando al pequeño comercio y a la ciudadanía antes de imponer cargas adicionales que minen la economía familiar. Construir acuerdos fiscales que equilibren las necesidades de recaudación con la protección del consumo popular y la supervivencia de las tienditas no solo sería un gesto de sensibilidad social, sino una apuesta por la gobernabilidad y la estabilidad política en un momento clave para el país.

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