El Palacio de Gobierno y sus numerosos inquilinos

Coahuila
/ 28 noviembre 2021

Testigo del vértigo de la historia, la sede del poder estatal albergó a gobernadores dispares, que vivieron etapas de inestabilidad y crecimiento

El recuento de las vicisitudes del inmueble que alberga el poder en Coahuila, inició la semana anterior y continúa hoy, con la recapitulación que arranca en los albores del siglo pasado y se extiende hasta la década de los setenta.

EL OCASO DEL PORFIRIATO

Durante los primeros diez años del siglo XX, el edificio del Palacio de Gobierno no sufrió cambios materiales significativos, no fue así para los representantes del Ejecutivo.

De 1900 a 1909, cuatro ocupantes ostentaron el mando estatal. El abogado Miguel Cárdenas de los Santos estuvo al frente del Gobierno de Coahuila casi 15 años, mantuvo una estrecha amistad con el general Bernardo Reyes, quien desde Monterrey prácticamente hacía y deshacía el destino de nuestro estado.

El trabajo de Cárdenas se caracterizó por el fomento a la industria, la banca y el comercio. Uno de sus mejores aciertos, fue el decidido apoyo a la construcción del edificio de la Escuela Normal del Estado.

Cárdenas solicitó un permiso por dos meses para dejar el cargo de Gobernador, con la intención de entrevistarse con el presidente Porfirio Diaz y buscar una nueva reelección; las cosas no resultaron y fue sustituido temporalmente por el senador Venustiano Carranza y en febrero de 1909 dejó el poder en manos del licenciado Gabriel Valerio. El 29 de agosto del mismo año, Cárdenas fue desaforado por el Congreso Local.

Después del breve mandato de Valerio, entró como gobernador constitucional el veterano político Jesús de Valle de la Peña, quien ya había ocupado interinamente el cargo en dos ocasiones, 1888 y 1890 a 1891. La administración de De Valle se vio truncada por el inicio de la Revolución Mexicana, lo sucedió en el puesto Oscar E. Garza quien solo estuvo unas horas, para luego entregar la silla a Venustiano Carranza.

REVOLUCIÓN, TIEMPOS
DE INESTABILIDAD

Debido a la agitación política causada por la Revolución Mexicana, los bandos carrancistas y villistas se disputaron y alternaron el control político del Estado. En poco menos de seis años, del 29 de mayo de 1911 al 15 de diciembre de 1917, Coahuila tuvo 20 gobernadores, lo que da un promedio de casi cuatro meses de permanencia en el cargo de Gobernador.

Durante ese caótico tiempo, lo poco rescatable entre el montón de gobernadores que ostentaron la silla de gobernador, se destacó el licenciado Jesus Acuña Narro, quien tiempo después fungió como Ministro de Gobernación y de Relaciones Exteriores cuando Venustiano Carranza fue Presidente de México. Las habilidades diplomáticas de Ciudad Acuña hicieron que Estados Unidos reconociera el gobierno del Barón de Cuatro Ciénegas.

En los aciagos tiempos revolucionarios, hubo gobernadores buenos, malos y peores. En el mes de enero de 1915 el general villista Santiago Ramírez García se hizo del poder por la vía de las armas, Ramírez se distinguía por ser analfabeto, ignorante, poseedor de un carácter explosivo y violento, por si fuera poco, tenía fama de matón, en sus ratos libres, para matar el tiempo, desde uno de los salones del segundo piso de Palacio de Gobierno, solía disparar con su carabina a palomas y pájaros que se posaban en los árboles de la Plaza de Armas.

A pesar de estar poco tiempo como Gobernador, pudo ganarse la animadversión de muchísima gente, pero hay que decir que no todo fue malo; durante su corta gestión terminó de pagar e inaugurar el monumento a Manuel Acuña y reabrir la Escuela Normal del Estado.

TIEMPOS DE RELATIVA PAZ

A partir de la gestión de Gustavo Espinosa Mireles, en 1917, la situación política en Coahuila comenzó a mejorar. Con breves estancias en el poder, desfilaron por el Palacio de Gobierno los militares coahuilenses Luis Gutiérrez Ortiz, de Ramos Arizpe: Arnulfo González Medina, de Juárez; Carlos Garza Castro, de San Buenaventura y el general Manuel Pérez Treviño, originario de Guerrero.

Perez Treviño tomó posesión el día primero de diciembre de 1925, y dejó el cargo el día 11 de abril de 1928. Perez Treviño decididamente ordenó la remodelación y ampliación de la sede de gobierno. Entre las reformas hechas al edificio, se agregó el tercer piso, la fachada se adornó con distintivas cornisas y balaustradas con remates de pináculos. Sobre el tercer piso se añadió un frontón que mostraba el escudo de Coahuila y en lo alto el asta bandera. Sería el sucesor de Pérez Treviño, el militar Bruno Neira González, quien inaugurara formalmente los trabajos de remodelación del Palacio de Gobierno el día 15 de septiembre de 1928.

En las paredes del cubo de la escalera para acceder a los pisos superiores, el pintor valenciano Salvador Tarazona realizó una serie de 10 extraordinarios murales, donde se muestran diferentes aspectos de la vida y el entorno coahuilense, la obra pictórica da cuenta de danzantes tlaxcaltecas en la festividad religiosa del Ojo de Agua en Saltillo, los vestigios de las antiguas misiones que existieron en el norte de Coahuila, el trabajo de mineros en la Región Carbonífera y aspectos de la Región Laguna, por nombrar algunos, los murales van desde la planta baja hasta el tercer piso.

El edificio con su nuevo aspecto permaneció de esa manera, hasta el año de 1977, cuando volvió a ser objeto de una completa transformación, de la cual hablaremos luego

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