Elecciones Coahuila 2023: ‘Me trataron como a un perro’; revela lideresa del PRI cómo fue que dejó el tricolor y pasó a Morena
“Le serví como un perro fiel y como a un perro me dieron una patada”, así resume doña Paula Almanza Saucedo su paso por las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Veinte años fungió como lideresa en la colonia Herradura, uno de los barrios más bravos, pesados y violentos del oriente de la ciudad. “De hecho si van a la casilla de aquí de la colonia se van a topar con la lideresa y sus pandilleros; ahí están ahorita”. Dice doña Paula que en la casilla que se ha instalado en el kínder Francisco Gabilondo Soler de la Herradura está la lideresa del PRI, con sus pandilleros.
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Hace ya cinco años que doña Paula dejó de pertenecer a esa especie de lideresa que muchos creyeron en peligro de extinción, para enlistarse en el Movimiento de Regeneración Nacional.
Nadie la corrió, advierte con un dejo de dignidad, ella prefirió renunciar, viendo los malos tratos de los que era víctima. Y asegura que la mayoría de los de la Herradura está con Morena, no por los cuadros o figuras de partido, sino por su obra, la de ella, como gestora social. “Por las gestiones que yo apoyé”.
Doña Paula dice que no se considera lideresa, que ella es gestora social. Y reconoce que gracias a su trayectoria de un cuarto de siglo como gestora de ayudas, ahora gente que antes juraba lealtad al partido se ha despojado de la playera tricolor para meterse la de Morena.
No fue en vano sobarse el lomo, asolearse, ver caras en la oficinas públicas para conseguir un aparato ortopédico, algún medicamento, consultas.
En cambio, advierte doña Paula, una lideresa tipo vieja escuela del PRI, se la vive en su casita, cachando los programas que llegan. “Y muchas de ellas se quedan con la mayoría de los apoyos”.
La verdad, la verdad es que doña Paula se había hartado de ese sistema, de ese estilo tan arraigado de las lideresas de vender o condicionar las despensas del gobierno, que son costeadas con el dinero del pueblo a cambio del voto. De las lideresas que usan las copias de las credenciales de elector de los simpatizantes para sacar apoyos a su nombre.
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“Mucha gente se queja de eso”. La gota que derramó el río de la paciencia de Paula y la hizo desertar del PRI sucedió cierta vez que acudió a pedir un baumanómetro, y cuando fue a recogerlo el médico que se lo iba a patrocinar se lo entregó a otra lideresa que había ido en su nombre.
“’Eso no está bien’, dije y ya empecé a desligarme y a desligarme. Gente de la tercera edad que sufrió maltratos por parte de la promotora de PRI, quien los había excluido, por sus pistolas, de las ayudas de despensa, leche y huevo, se mudó con ella Morena.
Y ahora esa misma gente prefiere la pensión del bienestar que una simple, pobre, tapa de huevo. Paula empezó a ayudar a gente que a escondidas votaba por otro partido. “Sí se dan cuenta en el PRI de quién vota por el PRI y quién no. Tienen un padrón. Usted checa ‘ah salieron tantos votos, faltó esta persona’ y ya te das cuenta ‘tú votaste por otro’, ‘pero de si el voto es secreto’, no hay voto secreto, tienen un padrón”.
“Venía la policía aquí a que le firmáramos la bitácora para que viéramos que estaba dando rondines, puse una calca de Morena y ya no regresaron, porque ellos no vienen con los de Morena, dijeron que nada más vienen con los del PRI”.
Doña Paula jura que jamás se ha arrepentido de haber salido del PRI. “De algo que yo estaba equivocada”.
Y hasta ayer por la mañana Paula confiaba en que toda Herradura se volcaría a votar por el candidato de Morena.“Hay mucha gente que, aun recibiendo la despensa, va a votar por nosotros...”, aseguraba.
Hace ya cinco años que doña Paula dejó de pertenecer a esa especie de lideresa que muchos creyeron en peligro de extinción, para enlistarse en el Movimiento de Regeneración Nacional.
Nadie la corrió, advierte con un dejo de dignidad, ella prefirió renunciar, viendo los malos tratos de los que era víctima. Y asegura que la mayoría de los de la Herradura está con Morena, no por los cuadros o figuras de partido, sino por su obra, la de ella, como gestora social. “Por las gestiones que yo apoyé”.
Doña Paula dice que no se considera lideresa, que ella es gestora social. Y reconoce que gracias a su trayectoria de un cuarto de siglo como gestora de ayudas, ahora gente que antes juraba lealtad al partido se ha despojado de la playera tricolor para meterse la de Morena.
No fue en vano sobarse el lomo, asolearse, ver caras en la oficinas públicas para conseguir un aparato ortopédico, algún medicamento, consultas.
En cambio, advierte doña Paula, una lideresa tipo vieja escuela del PRI, se la vive en su casita, cachando los programas que llegan. “Y muchas de ellas se quedan con la mayoría de los apoyos”.
La verdad, la verdad es que doña Paula se había hartado de ese sistema, de ese estilo tan arraigado de las lideresas de vender o condicionar las despensas del gobierno, que son costeadas con el dinero del pueblo a cambio del voto. De las lideresas que usan las copias de las credenciales de elector de los simpatizantes para sacar apoyos a su nombre.
“Mucha gente se queja de eso”. La gota que derramó el río de la paciencia de Paula y la hizo desertar del PRI sucedió cierta vez que acudió a pedir un baumanómetro, y cuando fue a recogerlo el médico que se lo iba a patrocinar se lo entregó a otra lideresa que había ido en su nombre.
“’Eso no está bien’, dije y ya empecé a desligarme y a desligarme. Gente de la tercera edad que sufrió maltratos por parte de la promotora de PRI, quien los había excluido, por sus pistolas, de las ayudas de despensa, leche y huevo, se mudó con ella Morena.
Y ahora esa misma gente prefiere la pensión del bienestar que una simple, pobre, tapa de huevo. Paula empezó a ayudar a gente que a escondidas votaba por otro partido. “Sí se dan cuenta en el PRI de quién vota por el PRI y quién no. Tienen un padrón. Usted checa ‘ah salieron tantos votos, faltó esta persona’ y ya te das cuenta ‘tú votaste por otro’, ‘pero de si el voto es secreto’, no hay voto secreto, tienen un padrón”.
Una de las estrategias de esta elección consistió, revela doña Paula, en que gente del PRI colocó en casillas claves de la ciudad unas mantas con los logos de Morena y el PT con una cruz atravesando ambos emblemas a fin de confundir al electorado y que a la hora el conteo de las boletas los votos se tomen por nulos. “O les han dicho que van en coalición”, añade Paula.
Doña Paula se había hastiado de ese modo de ser de la clásica, típica lideresa priista del “primero mis dientes y luego mis parientes”. “No quería tener a la gente sujeta a cambio de una despensa, mi pensamiento era que ellos decidieran ser libres y que votaran por quien quisieran y no decirles, ‘tienes que votar porque te estoy entregando la despensa’”.
Y vaya que cuando empezó doña Paula tenía a su mando a toda la colonia Herradura, parte de Herradura Condominios y San Javier. Pero no por nada doña Paula tiene casa modesta, la casa que ella y su marido construyeron con su esfuerzo y de la que atesora nota por nota, el valor de cada ladrillo.
“Te digo, nunca me he considerado lideresa porque no me gusta agarrar lo que no es mío. Mi esposo vendió su parcela, él es ejidatario, y construyó arriba para que vivieran mis hijos. Tengo guardadas todas mis notas”, comentó.
Paula, a diferencia de las de la vieja guardia, que han presumido un liderazgo nato o heredado de sus padres líderes ferrocarrileros o de otros gremios; se había hecho lideresa por necesidad.
“Tenía una hija con capacidades diferentes y batallé mucho para tenerle un aparato ortopédico, para llevarle a una consulta”. Había aparatos que a Paula y a su marido les costaban 20 mil pesos y ella comenzó a recorrer oficinas, como la beneficencia pública, en busca de apoyos.
Y como no deseaba que la gente sufriera lo que ella, allí fue donde le nació la vena de lideresa. “Veía yo un viejito y decía mi esposo ‘qué ganas con ayudarlo’, y le respondía yo ‘mira, ese viejito que está sentado ahora trae su andador y anda barriendo en la calle’”.
Esa era su satisfacción, dice, no los 800 pesos que le daban al mes en el PRI “o cada que les daba su gana, porque no nos los daban seguido, nada más seis meses, se para y cuando ya vuelve a haber elecciones o algo que les interese, vuelven a apoyar”, señaló.
Hoy Paula es brigadista de Morena, de esos que andan en las calles repartiendo el periódico Regeneración casa por casa, convenciendo a la gente de los logros de la 4T. Dice que sí le pagan por siete u ocho horas diarias de caminar. “Lo que en 20 años no me dieron en el PRI, aquí me ha sido sustentable”.
- ¿Cuánto le dan, sino es indiscreción?- No... se excusa doña Paula.
LA VIDA CUESTA ARRIBA
El cambio de partido le ha acarrado algunos conflictos con sus vecinos. En Nogales 2, la lideresa priista Marcela Cortez, lugarteniente de aquel sector, la quiso golpear y le rompió el periódico Regeneración en la cara.
“Porque ando ahí, porque la gente me conoce. Como quiera hemos atraído mucha gente, convencida de todo lo que es la Cuarta Trasformación”.
En la Benito Juárez, territorio de Licha Gómez, una de las discípulas de María Herrera; les quitaron las lonas de Morena y las echaron a la basura.
En la Viste Hermosa la lideresa salió y les pateó el periódico. A Paula, que en un tiempo había sido la consentida de algunos políticos y funcionarios, se le han cerrado las puertas de las dependencias de gobierno.
“Venía la policía aquí a que le firmáramos la bitácora para que viéramos que estaba dando rondines, puse una calca de Morena y ya no regresaron, porque ellos no vienen con los de Morena, dijeron que nada más vienen con los del PRI”.
Doña Paula jura que jamás se ha arrepentido de haber salido del PRI. “De algo que yo estaba equivocada”.
Y hasta ayer por la mañana Paula confiaba en que toda Herradura se volcaría a votar por el candidato de Morena.“Hay mucha gente que, aun recibiendo la despensa, va a votar por nosotros...”, aseguraba.
Una de las estrategias de esta elección consistió, revela doña Paula, en que gente del PRI colocó en casillas claves de la ciudad unas mantas con los logos de Morena y el PT con una cruz atravesando ambos emblemas a fin de confundir al electorado y que a la hora el conteo de las boletas los votos se tomen por nulos. “O les han dicho que van en coalición”, añade Paula.
Doña Paula se había hastiado de ese modo de ser de la clásica, típica lideresa priista del “primero mis dientes y luego mis parientes”. “No quería tener a la gente sujeta a cambio de una despensa, mi pensamiento era que ellos decidieran ser libres y que votaran por quien quisieran y no decirles, ‘tienes que votar porque te estoy entregando la despensa’”.
Y vaya que cuando empezó doña Paula tenía a su mando a toda la colonia Herradura, parte de Herradura Condominios y San Javier. Pero no por nada doña Paula tiene casa modesta, la casa que ella y su marido construyeron con su esfuerzo y de la que atesora nota por nota, el valor de cada ladrillo.
“Te digo, nunca me he considerado lideresa porque no me gusta agarrar lo que no es mío. Mi esposo vendió su parcela, él es ejidatario, y construyó arriba para que vivieran mis hijos. Tengo guardadas todas mis notas”, comentó.
Paula, a diferencia de las de la vieja guardia, que han presumido un liderazgo nato o heredado de sus padres líderes ferrocarrileros o de otros gremios; se había hecho lideresa por necesidad.
“Tenía una hija con capacidades diferentes y batallé mucho para tenerle un aparato ortopédico, para llevarle a una consulta”. Había aparatos que a Paula y a su marido les costaban 20 mil pesos y ella comenzó a recorrer oficinas, como la beneficencia pública, en busca de apoyos.
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Y como no deseaba que la gente sufriera lo que ella, allí fue donde le nació la vena de lideresa. “Veía yo un viejito y decía mi esposo ‘qué ganas con ayudarlo’, y le respondía yo ‘mira, ese viejito que está sentado ahora trae su andador y anda barriendo en la calle’”.
Esa era su satisfacción, dice, no los 800 pesos que le daban al mes en el PRI “o cada que les daba su gana, porque no nos los daban seguido, nada más seis meses, se para y cuando ya vuelve a haber elecciones o algo que les interese, vuelven a apoyar”, señaló.
Hoy Paula es brigadista de Morena, de esos que andan en las calles repartiendo el periódico Regeneración casa por casa, convenciendo a la gente de los logros de la 4T. Dice que sí le pagan por siete u ocho horas diarias de caminar. “Lo que en 20 años no me dieron en el PRI, aquí me ha sido sustentable”.
- ¿Cuánto le dan, sino es indiscreción?- No... se excusa doña Paula.
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El cambio de partido le ha acarrado algunos conflictos con sus vecinos. En Nogales 2, la lideresa priista Marcela Cortez, lugarteniente de aquel sector, la quiso golpear y le rompió el periódico Regeneración en la cara.
“Porque ando ahí, porque la gente me conoce. Como quiera hemos atraído mucha gente, convencida de todo lo que es la Cuarta Trasformación”.
En la Benito Juárez, territorio de Licha Gómez, una de las discípulas de María Herrera; les quitaron las lonas de Morena y las echaron a la basura.
En la Viste Hermosa la lideresa salió y les pateó el periódico. A Paula, que en un tiempo había sido la consentida de algunos políticos y funcionarios, se le han cerrado las puertas de las dependencias de gobierno.
“Venía la policía aquí a que le firmáramos la bitácora para que viéramos que estaba dando rondines, puse una calca de Morena y ya no regresaron, porque ellos no vienen con los de Morena, dijeron que nada más vienen con los del PRI”.
Doña Paula jura que jamás se ha arrepentido de haber salido del PRI. “De algo que yo estaba equivocada”.
Y hasta ayer por la mañana Paula confiaba en que toda Herradura se volcaría a votar por el candidato de Morena. “Hay mucha gente que, aun recibiendo la despensa, va a votar por nosotros...”, aseguraba.
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