Eligio Fernández y Francisco de Paula, artistas saltillenses en la gaveta del olvido

Coahuila
/ 11 febrero 2023

Nunca el dicho ‘nadie es profeta en su tierra’ se pudo aplicar con tanta certidumbre que con este par de pintores

José Eligio Fernández Mendoza nació en Saltillo, Coahuila el 29 de noviembre de 1842. Hijo de Felipe Fernández y Magdalena Mendoza, ambos dedicados a tallar cuero.

Poco después del nacimiento de Eligio, el matrimonio decidió trasladarse a Monterrey. A pesar de la oposición de su padre, Eligio desde pequeño mostró interés por el arte y la decoración, a escondidas solía dibujar y sus primeros bocetos empezaron a causar cierta admiración.

Cuando cumplió 20 años comenzó a estudiar de manera formal el arte de la pintura, bajo la dirección de su primer y único maestro, un señor de apellido Flores, seguramente se trataba del maestro Agustín Flores.

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Fernández fue un artista prolífico, destacan varias obras de arte sacro, entre las más famosas: Hallazgo de la Virgen del Roble, realizada en 1885. Dicha obra se encuentra actualmente en la Basílica de Nuestra Señora del Roble en la ciudad de Monterrey.

En el año de 1884, José Ignacio Montes de Oca y Obregón, Obispo de Linares, ordenó a Fernández realizar una obra de gran formato, se trataba de una perspectiva del ábside terminando con su baldaquín centrado, se pintó sobre el muro que el Obispo mandó levantar al final del crucero, en lo que terminaba el ábside del Santuario del Roble. Desde el centro de la iglesia, al levantar la vista, se puede apreciar la muy bien realizada perspectiva que representa el gran santuario.

$!El Obispado, óleo sobre tela de Eligio Fernández, 1911.

De igual forma Fernández se destacó como retratista, varios personajes quedaron plasmados sobre el lienzo, entre los que se pueden contar a Pedro Martínez, alcalde de la ciudad de Monterrey, el benemérito Serafín Peña y el profesor Pablo Livas, educador nuevoleonés.

DEJA HUELLA EN MONTERREY

En el 2009 el Municipio de Monterrey, en coordinación con el INAH de Nuevo León, publicaron un extraordinario libro titulado: Monterrey Origen y Destino, Antiguo Palacio Municipal, de la colonia a los grupos revolucionarios, de los investigadores Enrique Tovar Esquivel y Julia Santa Cruz Vargas. El libro recoge toda la historia del palacio municipal de la vecina ciudad, en la página 84 resalta el título: Un pintor saltillense en Monterrey, los autores relatan el hallazgo de unas acuarelas del palacio municipal de la ciudad de Monterrey, el autor de esas obras es Eligio Fernández.

Una particularidad en la obra de Eligio Fernández fue plasmar los edificios más importantes de Monterrey, característica poco usual en los pintores de la época.

Entre las pinturas que desarrolló con gran habilidad y maestría, están: El Obispado 1910, El Puente de la Purísima, 1911, la capilla de la Purísima, 1913, por encargo de Amado Fernández, el pintor realizó cuatro pinturas de la Plaza Zaragoza de Monterrey.

También existe una acuarela donde se muestra el Palacio de Gobierno del Estado de Nuevo León, obra realizada en 1906. De igual manera Fernández se destacó como fotógrafo, tuvo su taller en la calle Washington 120. El primero de diciembre de 1922 murió en Monterrey, donde prácticamente realizó toda su obra.

EL DESTINO DE FRANCISCO DE PAULA

Nació en Saltillo, Coahuila, el 24 de febrero de 1867. Su casa natal se encontraba donde hoy se sitúa la oficina de correos, calle de Victoria. Sus padres, Severo Mendoza y Serapia Escobedo fueron artesanos de origen humilde.

En sus primeros años Francisco de Paula tomó clases en la academia de dibujo de Saltillo con los maestros: José María Cárdenas y Juan B. de León. En 1880, el Gobierno de Coahuila otorgó a Mendoza una beca para asistir a la prestigiosa Academia de San Carlos de la Ciudad de México.

Fue discípulo del famoso paisajista mexiquense José María Velasco, quien fue titular de la cátedra de paisaje. Sin duda su mayor influencia fue Velasco, con él aprendió el dominio del color y la perspectiva, sin embargo, su principal orientación lo llevó a los terrenos de la pintura del género religioso y militar.

En 1891 emprendió un viaje por Europa donde visitó distintas academias de arte, entró en contacto con diversos círculos de pintores que le permitieron expandir sus horizontes creativos. Fue alumno de la Academia de San Lucas de Roma, Italia y la Academia Julian de París, Francia. En esta academia asimiló los conocimientos e influencia de pintores clásicos, William Bouguereau, Jules Joseph Lefevre y Léon Bonnat.

$!Cuadro de Francisco de Paula Mendoza (5 x 8.3 m). Batalla del 2 de abril de 1867 en Puebla. Las fuerzas republicanas bajo el mando del general Porfirio Díaz derrotaron al ejército francés. Col. Museo Soumaya.

En aquellos años pintó sus obras Romeo en la Tumba de Julieta y Santa Cecilia Saliendo del Templo, trabajos que le valieron grandes premios como la Tercera Medalla de la Exposición Internacional de Madrid en 1892.

En París conoció a Marie Degroutte, con quien contrajo matrimonio en la Catedral de Notre Dame de la Ciudad Luz. Desafortunadamente su esposa murió antes de que pudieran emprender el viaje de regreso a México.

Francisco de P. Mendoza, como solía firmar sus cuadros, ya en México se dedicó a trabajar de manera continua la pintura de la historia militar nacional. Entre 1902 y 1910 realizó un ciclo completo de las victorias militares del general Porfirio Díaz, todas ellas por encargo oficial, para exaltar las glorias del régimen. De 1902 data la primera versión de La Batalla del 2 de abril de 1867.

En el monumental cuadro, se ven las fuerzas republicanas bajo el mando del general Porfirio Díaz, en esa batalla derrotaron definitivamente al ejército invasor francés. El vencedor irrumpe desde la bocacalle de la actual avenida de Reforma y marca el momento triunfal de la derrota sobre el enemigo.

Porfirio Díaz no se equivocó al encargar las pinturas a Francisco de Paula, Díaz buscaba legitimar una visión del pasado a través del pincel del saltillense, el objetivo del gobernante sin duda fue logrado y prevaleció hasta antes del estallamiento de la Revolución Mexicana. Francisco de Paula se dedicó en sus últimos años a pintar paisajes y retratos por encargo.

Para la comisión municipal que se encarga de poner nombres a las calles, los dos pintores por sus méritos y logros en el campo del arte, bien merecen ser recordados al poner sus nombres en una de las nuevas calles. saltillo1900@gmail.com.

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