Es urgente la necesidad de mejorar la alimentación en Coahuila: salud física y mental en riesgo
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En el marco del Día Mundial de la Alimentación, que se conmemoró el pasado 16 de octubre, expertos advierten que la mala alimentación no solo afecta la salud física, sino que también tiene un impacto significativo en la salud mental de la población. La situación en Coahuila es preocupante, con cifras del Boletín Epidemiológico Nacional que reflejan un deterioro en los hábitos alimenticios y el aumento de enfermedades crónicas.
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Entre enero y octubre de 2024, se registraron 8,041 casos de diabetes mellitus tipo II en hombres y 10,099 en mujeres; la hipertensión arterial afectó a 9,965 hombres y 12,226 mujeres; mientras que las úlceras, gastritis y duodenitis fueron diagnosticadas en 6,747 hombres y 10,634 mujeres.
Además, la obesidad impactó a 5,430 hombres y 9,706 mujeres. La desnutrición, aunque menos evidente, también es una realidad: se reportaron 22 casos severos en hombres y 38 en mujeres, así como 60 hombres y 63 mujeres con desnutrición moderada, y 236 hombres y 389 mujeres con desnutrición leve.
Francisco Aguilar, nutriólogo y especialista en salud pública, señala que muchas de estas patologías son prevenibles, pero la falta de educación alimentaria y una cultura de salud deficiente agravan el problema.
“La parte psicológica se ve impactada. No podemos hablar de salud física sin hablar de salud mental, va de la mano: la salud física se define como el equilibrio biopsicosocial del ser humano”, afirmó.
El especialista señaló que datos recientes indican que la mala alimentación se correlaciona con problemas de salud mental. En un análisis realizado el año pasado, se encontró que el 40% de los pacientes con sobrepeso presentaban síntomas de depresión, el 30% de ansiedad, y entre el 15% y el 20% padecían Trastorno de Déficit de Atención. “A veces, la mayoría de los problemas entran por el deterioro de la salud mental”, advirtió.
Aguilar identifica varios factores que contribuyen al deterioro de la alimentación en la región. Los aspectos socioeconómicos y culturales son especialmente relevantes. “A veces es más económico pagar por la comida que está al instante, como unas galletas o unas papas fritas, y esto va de la mano con la parte cultural, porque al mismo tiempo la persona no tiene la educación para preferir alimentos que pueden ser de la tierra a la mesa y de la mesa a la boca”, añadió.
La falta de educación nutricional, tanto en el hogar como en las escuelas, perpetúa este ciclo. A diferencia de otros países, como Francia, donde la educación alimentaria es parte del currículo escolar, en México prevalece una cultura que prioriza alimentos poco saludables.
El especialista enfatizó que abordar este problema requiere un esfuerzo conjunto de todas las instancias, por lo que es fundamental que tanto el sector salud como la educación implementen reformas que prioricen la nutrición y la salud mental. La intervención debe ser integral, involucrando a médicos, nutricionistas, psicólogos y educadores con el fin de lograr un cambio.
Además, el nutriólogo hizo un llamado a la comunidad para que se acerque a profesionales de la salud y no se deje llevar por informaciones erróneas o dietas rápidas que pueden poner en riesgo su bienestar.