Fallece el periodista Pepe Reyes, baluarte de VANGUARDIA por más de 20 años
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Este viernes 13 de mayo falleció a los 55 años el periodista José Reyes Quintero, conocido con afecto como Pepe Reyes, baluarte de VANGUARDIA por más de 20 años.
Originario de la ciudad de Monterrey, Nuevo León, ingresó a las filas de este medio de comunicación el 13 de noviembre de 1997, donde laboró como corresponsal en Monclova y como reportero del Congreso del Estado en Saltillo, entre otras fuentes.
Fue reconocido por todo el gremio como un periodista con gran dominio de la política coahuilense, gracias a esa combinación única de trato amable y pericia de investigador, que le abrió las puertas en distintas esferas.
“Pepe fue el mariscal de campo en la jefatura de información de VANGUARDIA a principios del siglo, y con él logramos investigaciones de gran valor. Sin duda sus fuentes de información confiaban en él, por su lealtad y rigor periodístico. Era una garantía en la ejecución de entrevistas a profundidad con personalidades de la política, un periodista en quien podías confiar cualquier encargo, porque los cumplía sin problema o excusa.
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“Además era un hombre que siempre tenía a su familia como motor de su esfuerzo y entrega a su trabajo. La pasión por sus Rayados y por los Sultanes hacía que siempre hubiera una charla amena sobre estos deportes. En Vanguardia vamos a echar mucho de menos a nuestro querido Pepe, a quien siempre recordaremos con una sonrisa, por su buen ánimo y excelente compañerismo. Hasta pronto, mi querido Pepe”, resaltó Armando Castilla, director general de VANGUARDIA.
EL “JEFE REYES”
Pepe Reyes fue además un maestro del periodismo innato. Así lo recuerdan periodistas nóveles y con experiencia que tuvieron la suerte de trabajar junto a él en la redacción y en coberturas, donde nunca limitó los consejos.
“El primer día que ingresé a la redacción de VANGUARDIA él ya estaba ahí. Me lo presentó Armando Vélez y me ‘encargó’ con él: fue mi primer entrenador en los vericuetos del trabajo que realizaría de ahí en adelante. Desde entonces, cuando lo saludaba, me dirigía a él como “Jefe Reyes”. Redactamos múltiples textos a cuatro manos y reíamos de buena gana cuando afinábamos los detalles de algún párrafo –agregando y quitando, sumando y restando– con el propósito de hacerlo más punzante, de afilar el aguijón. Calcular las reacciones de los personajes públicos que allí se mencionaban era la parte más gratificante del trabajo.
“Sabía que le había provocado cuando le arrancaba una reacción característica suya frente a un detalle particularmente llamativo: aspirar por entre los dientes, mientras abría los ojos al máximo, y en sus labios se dibujaba una sonrisa entre divertida y socarrona. Nunca lo vi de mal humor, nunca lo vi reaccionar explosivamente ante ninguna situación. En eso del control de las emociones era también un “Jefe”. Hoy me arrepiento de no haberle preguntado nunca cómo le hacía para mantener la estabilidad y contener las mentadas de madre –o ya de perdido los improperios–, tan características de nuestro oficio. Era un tipo confiable y disciplinado. Cumplidor como pocos en las encomiendas periodísticas que se le hacían. Porque, también como pocos, tenía una “llave maestra” para abrir todas las puertas que hiciera falta para llegar a la información que requerían sus reportes. Tampoco le escuche decir jamás que no le hubieran tomado una llamada o que le había sido imposible localizar a alguien para arrancarle una declaración o una reacción. Era, para decirlo con economía de palabras, un buen periodista”, relató Carlos Arredondo, su compañero en las filas de VANGUARDIA.
“Fue un amigo, con quien tuve la oportunidad de compartir el trabajo de forma profesional. Te vamos a extrañar por tu carácter siempre alegre y una sonrisa para todo momento, además de las bromas. Aprendí mucho de ti, y disfruté el momento en que estuviste en la jefatura de información. Que Dios te reciba con los brazos abiertos”, apuntó el reportero Édgar González, aliado de “mil batallas” de Pepe Reyes.
A Pepe Reyes le sobrevive su querida esposa, Claudia Araceli Palomo López, a quien VANGUARDIA externa su pésame y envía un fuerte abrazo, así como al resto de su familia.