‘Guerra de bocinas’ de los negocios en Saltillo para atraer clientes, exceden niveles de ruido permitidos
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Llaman diputadas del PAN a obligar a respetar el límite de decibeles
Los comercios y negocios emprendieron una “guerra de bocinas” y equipos de sonido para poner la música a todo vuelo, con el afán de atraer clientes en Coahuila, sin importarles generar contaminación auditiva y con ello a los mismos potenciales compradores. En ocasiones ni siquiera tienen permiso para utilizar esos equipos y mucho menos cuentan con estudio de impacto ambiental.
Los responsables de los establecimientos argumentan que lo hacen para ambientar y hacer publicidad, sin embargo, se limitan a difundir música a todo volumen, y refieren que todos lo hacen y que como los empleados se aburren al no poder ver televisión, ponen música.
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Hay lugares donde alcanzan los 80 decibeles, incluso hay negocios que superan los 110 decibeles y espacios donde presentan conjuntos y cantantes en vivo con ese rango de volumen, con un impacto de 90 metros a la redonda, afectando a casas-habitación.
La Norma Oficial Mexicana NOM-081-SEMARNAT-1994 fija como límite 68 decibeles para zonas comerciales, de 06:00a 22:00 horas, y de 65 dB de las 22:00 a las 06:00 horas del día siguiente. Si el establecimiento opera debajo de una vivienda o departamento, el límite máximo es de 55 dB de las 06:00 a las 22:00 horas, y de 50 dB de las 22:00 a las 06:00 horas.
Las diputadas Mayra Valdés González y Natalia Virgil Orona (PAN), señalaron que hay cuadras céntricas donde pueden localizarse varias bocinas a poca distancia unas de otras que tocan música todo el día, incluso a 50 metros de planteles escolares. También hay palapas al aire libre que tienen permiso de utilizar bocina a pesar de estar rodeadas de viviendas ubicadas a 10 metros de distancia, lo que es absurdo.
“Muchos suponen que ejercer el comercio les confiere el derecho a generar ruido contaminante y que los vecinos deben soportarlo. Una cosa es un negocio que, por su giro, necesita de equipo de sonido y bocinas, como cantinas, bares, restaurantes-bar, discotecas, salones de fiesta, salones de baile, terrazas, palapas, palenques y rodeos”, dice.
“Sin embargo, en todos los casos, estos lugares están sujetos a regulación en materia de ruido, observar ciertos límites de decibeles; los negocios cerrados deben mantener el ruido encerrado en sus cuatro paredes y no dejar que ni el ruido ni la vibración afecte a los vecinos e implementar medidas tecnológicas para contener el ruido”.
Los establecimientos al aire libre también deben sujetarse a un límite de decibeles y las direcciones municipales de medio ambiente no pueden autorizarles el uso de bocinas si, de manera evidente, resultar imposible evitar que afecten a los vecinos cercanos por el exceso de ruido y se debería negar el permiso, expresaron.
Hay negocios que no justifican el uso de bocinas o sonidos, por no ser una herramienta indispensable para su giro, como pueden ser fruterías, zapaterías, refaccionarias, farmacias y mueblerías. En algunos casos, ni autorización municipal tienen.
Además, estos equipos deben regular los decibeles, debe valorarse el impacto ambiental en los vecinos y de las mismas vibraciones que generan por medio de las estructuras, lo que casi nunca se hace. Por ello, el Congreso del Estado solicitó a los 38 ayuntamientos verificar los decibeles de las bocinas y aparatos de sonido, que funcionan de forma indiscriminada, irresponsable y abusiva violando la Norma Oficial Mexicana NOM-081-SEMARNAT-1994, al generar contaminación acústica en perjuicio de la población.
Los ayuntamientos, razonaron, deben aplicar el principio pro-persona y garantizar su derecho fundamental de protección a la salud y a gozar de un medio ambiente sano.
Las autoridades de Salud califican al exceso de ruido como un problema de salud pública que se presenta en cualquier ciudad, incluso en zonas rurales.