Huérfanos ‘invisibles’ los hijos de internas del Penal de Saltillo

Coahuila
/ 4 octubre 2021

Pagan inocentes la condena de no poder ver a sus madres en fiestas como Navidad o cumpleaños

En un patio de cemento gris vallado, dos internas del Centro Penitenciario Femenil de Saltillo cuidan a sus hijos, mientras cumplen sus condenas.

En poco tiempo deberán poner a cargo de sus familiares o en manos del Estado a los pequeños para que continúen creciendo lejos de los muros de prisión y de sus madres, convirtiéndose en huérfanos hasta por 15 años.

Las autoridades, por su parte, se niegan a atender las demandas de las internas y sus familias de otorgar más tiempo de visita con sus hijos, instalar guarderías dentro de las cárceles o apoyos económicos a las familias para la educación de sus hijos.

Al menos 49 niños, niñas y adolescentes de entre 6 y 17 años esperan la salida de sus madres del penal femenil en Saltillo, viviendo del apoyo que sus abuelos les dan, por lo que la mayoría se ve en la necesidad de abandonar la escuela; otros, trabajando para costear sus estudios.

Para abuelas como Altagracia N, la manutención de los hijos de las mujeres internas, la mayoría cumpliendo una pena por colaborar con el crimen organizado, secuestro, fraude y homicidio, la condena es doble, pues sus hijos “también cargan con la responsabilidad de sus madres”.

“Ellos no tienen la culpa de nada, ellos no saben de ésto y les lloran, quieren verlas más seguido, quieren estar con ellas”, comentó la abuela, quien arribó hasta el Cereso femenil para llevar artículos de limpieza a su hija.

Para la mayoría de las mamás, el sistema penitenciario está en deuda con los hijos que pasan sus primeros tres años junto a ellas, pero también para quienes se encuentran esperándolas, aunque la culpa que hoy sienten por no estar con ellos sea más grande que la voz de gritarle al mundo que los proteja.

“Cómo le decimos algo al gobierno, es más, a quién, si lo primero que te echan en cara es que tu hija está ahí porque quiso y que mejor antes hubiera pensado en su hijos”, comentó la señora Altagracia.

La mujer es testigo de cómo cada año sus nietos de 7 y 12 años preguntan si su madre podrá estar en casa para Navidad, o al soplar las velas de un pastel desean que su madre esté con ellos.

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