La enfermedad que mató a más de mil saltillenses... y no fue COVID

Una patología desconocida, contagios en masa y medidas sanitarias que de poco sirvieron, ¿te suena conocido?

Coahuila
/ 9 junio 2023
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En el siglo XVIII el cólera mató a mil 295 saltillenses en poco más de tres meses, lo equivalente al lleno de ocho salas de cine.

Para dimensionar la cifra, recordemos que el COVID-19 fue la causa de muerte de dos mil 447 saltillenses, pero desde el año 2020 hasta marzo del 2023, según datos de la Secretaría de Salud de Coahuila.

Los decesos que dejó la epidemia del cólera se vuelven más alarmantes, si consideramos que ese mil 295 significó el diezmo de la población de aquella época.

Pero, ¿por qué esta enfermedad fue tan mortal?, ¿por qué se perdieron tantas vidas?

Aunque esta historia ocurrió hace casi 200 años, puede que los detalles de la misma te parezcan mucho más cercanos y conocidos de lo que esperas.

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UN ENEMIGO DESCONOCIDO

En 1831 no se sabía exactamente qué era o cómo combatirla. Ese año la enfermedad del cólera se detonó en la India, a miles de kilómetros de lo que hoy es Saltillo.

Aunque como el coronavirus nos lo demostró, no hay distancia que se escape de una epidemia.

Los rumores que algunas vez se escuchaban lejanos, cada vez eran más frecuentes y más cercanos a Saltillo. Era cuestión de tiempo, pero ¿cuándo? ¿cómo se transmite?

En esa época la movilidad era muy lenta. Ni pensar en viajes en avión o en aeropuertos saturados.

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Fueron las rutas comerciales, sobre todo marítimas, las que para 1833 ya habían propagado el cólera a Europa, Asia y América.

En el caso de México, se sabe que la enfermedad entró por el puerto de Tampico, en Tamaulipas. De ahí se expandió a todo el norte.

Dos años después de que se detectó el primer caso en la India, los saltillenses empezaron a presentar síntomas de vómito y diarrea, fuera de los parámetros considerados como normales.

Y es que los síntomas escalaban a una severa deshidratación y luego a un choque hipovolémico (cuando él corazón es incapaz de bombear suficiente sangre al cuerpo y los órganos dejan de funcionar). De ahí, la muerte.

¿Pudo prevenirse? No es que no se intentara hacer nada al respecto, se trató de una cuestión de desconocimiento.

Por eso es que de nada servía que el Ayuntamiento mandara a blanquear las casas y los establecimientos. O limpiar las calles. O impedir que la población ingiriera alcohol, porque se creía que los licores favorecían el desarrollo del cólera (qué más tarde llamarían cólera morbus por su letalidad).

Hicieron lo que pensaron era correcto, al menos por lógica. Pero no alcanzó para evitar que mil 158 personas perdieran la vida en Saltillo entre el 14 de agosto y el 7 de octubre de 1833.

CEMENTERIOS ‘ESPECIALES’

Otra de las medidas más importantes que se implementaron tuvo que ver con los sitios de entierro. En el siglo XVIII era normal que los fallecidos fueran sepultados en las iglesias. Las personas con mayor poder adquisitivo eran enterradas cerca a los altares.

Esto cambió con la llegada del cólera. El miedo al contagio provocó que el Ayuntamiento buscara abrir nuevos cementerios, alejados de las zonas pobladas. Además, fueron tantas muertes, que los panteones existentes dejaron de ser suficientes.

Fue así como lo que hoy conocemos como la Alameda, en su momento fungió como un camposanto.

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LA SEGUNDA VUELTA

Sin haber tenido una cura del todo clara durante la primera epidemia, 16 años después el cólera volvió al territorio saltillense, en 1849.

En esa ocasión, los registros que resguarda el Archivo Municipal de Saltillo, revelan que entre el 24 de abril y el 14 de junio de aquel año se enfermaron 779 personas, de las cuales fallecieron 137. Una cifra mucho menor a la de la primera ola.

La experiencia previa había sido clave para que en ese momento se lograra reducir el índice de mortalidad.

Como ya se sabía que era un tema infeccioso, causado por una bacteria que se transmitía por la ingesta de alimentos y consumo de bebidas.

Con eso en mente, ahora se procuró aislar a la población y dividirla por secciones para ser atendida por los médicos que contrató el Ayuntamiento.

También se abasteció de medicamentos para reducir los síntomas, y se realizaron campañas en apoyo a los pacientes de bajos recursos. Para ello se pidieron donaciones de ropa, alimentos y dinero.

El cólera no ha dejado de existir. Pero ahora sabemos que se puede prevenir y tratar. Por ejemplo si hervimos el agua que consumimos y si nos lavamos las manos antes de manipular o consumir alimentos.

Y si ya fuimos víctimas de la enfermedad, la rehidratación inmediata con sueros orales, o intravenosa, es primordial.

Así como ahora sabemos que el riesgo de contraer COVID se disminuye si usamos cubrebocas.

¿Qué más seguiremos aprendiendo en el tema de salud? ¿cada cuánto tiempo una epidemia nos pondrá en jaque?

*Con información de Carlos Recio, José Kusior Carabaza, Archivo Municipal de Saltillo y Secretaría de Salud Coahuila.

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