Leyendas de Coahuila: Los espíritus del Archivo Municipal de Arteaga
COMPARTIR
Esta es la tercera entrega de una serie de historias de Coahuila, de esas que viajan de boca en boca, que no se olvidan y los registros históricos nos ayudan a tenerlas presentes... o que los mismos espíritus se encargan de recordárnoslas
El Archivo Municipal de Arteaga no solo guarda documentos antiguos e históricos de la ciudad, sino algo inexplicable, cuentan que se siente una presencia de alguien que los observa, pocos saben que son espíritus de la Revolución.
En la época de la Revolución mexicana, el edificio ubicado en la calle Hidalgo número 6 era una casa donde vivían los padres del coronel Lucio Dávila Rumayor, quien fue el brazo derecho de Venustiano Carranza.
El hogar de la familia también era una panadería, con su horno grande de adobe y leña en la parte trasera del inmueble, y según cuentan, se escondía armamento y municiones para apoyar a la causa revolucionaria.
Los rumores llegaron al Cuerpo de Defensas Rurales, grupo armado incorporado al Ejército Federal que sirvió para reprimir movimientos revolucionarios y opositores a Porfirio Díaz. Eran famosos por aplicar la “Ley Fuga”: cuando un detenido intentaba huir, los Rurales podían matarlo, por eso los cuerpos acababan con heridas de bala en la espalda.
Te puede interesar | Leyendas de Coahuila: La compañera inesperada
Un día un grupo de cinco guardias Rurales llegó a inspeccionar la casa, uno entró mientras los demás se quedaron afuera, el soldado revisó cada cuarto hasta llegar al fondo, donde se encontraba el horno.
No se sabe quién fue exactamente, pero se cuenta que los integrantes de la familia Dávila Rumayor agarraron la pala de madera que utilizaban para sacar el pan para golpear al soldado, y luego meterlo al horno, sobre las brazas.
Al ver que su compañero no regresaba, otro guardia entró y al llegar a la parte trasera de la casa le asestaron un golpe que lo dejó desvanecido. Los demás rurales corrieron con la misma suerte: sus cuerpos fueron incinerados en el horno. Ninguno encontró las armas que resguardaba la familia.
El horno de adobe ya no se encuentra en el Archivo Municipal, en su lugar hay un baño al fondo, si caminas por ese pasillo, entrada la noche, podrás ver unas sombras, como si alguien te siguiera, entonces un escalofrío te recorre el cuerpo desde la nuca.
Los vecinos que viven en el Centro de Arteaga, en las inmediaciones del Archivo, también han escuchado ruidos por la noche que no los dejan dormir, como si alguien arrastrara muebles.
(Con información del arquitecto Mario Alberto Monjaráz, cronista de Arteaga y director del Archivo Municipal)