En las últimas semanas el desabastecimiento de energía eléctrica se convirtió en noticia nacional. Coahuila y Saltillo no han estado exentos.
Los apagones, por la alta demanda de consumo eléctrico, han causado afectaciones en zonas urbanas y rurales, domicilios, escuelas, comercios y hospitales.
Se reportó que los aparatos electrónicos están propensos a dejar de funcionar por las variaciones de voltaje. Particularmente las pantallas y los refrigeradores.
Además, si la luz se va por algunas horas, en medio de una ola de calor el principal dilema radica en no poder encender ventiladores, y la preocupación por la comida refrigerada.
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Y aunque el problema, según ha explicado la Comisión Federal de Electricidad (CFE), consiste en que durante la temporada de calor la población incrementa el uso de la electricidad, el conflicto de los apagones en la capital coahuilense antecede a más de un siglo.
CUANDO SE HIZO LA LUZ
Las farolas de gas se sustituyeron en la hoy capital de Coahuila de manera oficial el 11 de abril de 1891.
Ese día se fundó la Compañía de Luz y Fuerza Motriz Eléctrica de Saltillo, con lo que se instauró el servicio eléctrico y comenzó la colocación de focos y cableado para el alumbrado en las calles.
Entre los fundadores de la compañía destacó Práxedis de la Peña García. Un abogado, político y empresario saltillense permanentemente preocupado por el desarrollo de la región.
Nacido en 1847 llegó a ser gobernador interino de Coahuila en tres ocasiones, y se le reconoció además por pertenecer al grupo que echó a andar el Banco de Coahuila, también edificado en el centro de Saltillo. Pero en la historia de Práxedis hemos de ahondar en otro momento.
En lo que a la Compañía de Luz se refiere, el inmueble que ocupó se localizó en el cruce de las vialidades Emilio Carranza y Francisco I. Madero, a una cuadra de la Alameda Zaragoza en la Zona Centro de la ciudad. Justo donde ahora se localiza CFE. En ese entonces, se trataba de un edificio de ladrillo que hoy ya no existe.
Al inicio era más común encontrar la luz instaurada en las calles, paulatinamente se fue incorporando a las viviendas. Al tratarse de un servicio nuevo, la prueba y error era cosa del día a día.
No sorprendía cuando el sistema eléctrico fallaba, y no eran tantas las repercusiones como ahora. Nada que no pudiera resolverse con una vela.
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A la par que los habitantes se acostumbraban a usar la luz, en la ciudad se instalaron negocios especializados en la electricidad.
Uno de ellos fue “Cabello Hermanos” en 1917, ubicado en la calle Abbott, al sur del Teatro García Carrillo. En uno de sus anuncios se podía leer “venta de toda clase de material y artefactos eléctricos”.
Además, hacían “toda clase de reparaciones e instalaciones eléctricas, con todos los requisitos que exige la compañía de luz de la ciudad”.
Por otro lado, se tienen registros de que para 1922, en la Compañía de Luz y Fuerza Motriz Eléctrica de Saltillo S.A., se podrían adquirir “focos de las más acreditadas marcas y materiales para instalaciones de luz a precios sin competencia”. Y por supuesto, también hacían instalaciones de luz.
OBSOLESCENCIA Y OSCURIDAD
Hacia la década de 1940, cuando la Compañía de Luz y Fuerza Motriz Eléctrica de Saltillo ya alcanzaba su casi medio siglo desde su instalación, los apagones dejaron de ser motivo de la experimentación y ahora era consecuencia de la obsolescencia.
El sistema generador de energía eléctrica ya no tenía la misma eficacia, y el servicio público no era del todo satisfactorio en cuanto a cantidad de luminarias en la ciudad. Se sabe, por documentación y narraciones, que en esa época Saltillo era una ciudad en penumbras y que los apagones eran diarios.
La inconformidad de los habitantes fue en aumento frente a la mala calidad del servicio y la poca acción del gobierno.
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La molestia se vio reflejado en el actuar de Efraín López. El dueño de la estación de radio XEKS se convirtió en el portavoz de la población.
El descontento acabó con Efraín lanzando botellas vacías a las instalaciones de Luz y Fuerza, mientras que los saltillenses aplaudían el acto.
Si hubo o no mejora en cuanto al servicio en ese momento, la respuesta no es del todo clara. Lo que es un hecho es la persistencia de los apagones como un reflejo de que algo no termina por estar bien en un sistema que en la ciudad ya tiene 133 años de servicio.
*Con información de Carlos Recio, Gilberto Duque, Ariel Gutiérrez, Arturo Berrueto, Museo Presidentes, Archivo Municipal de Saltillo, Gobierno de Coahuila.