Otra vez masacran animales de chivero en rancho de Saltillo
Fueron 14 los animales muertos entre chivas y borregas, unos afirman que fue el chupacabras, otros, que la lideresa del sector
Cuando se dieron cuenta de lo que había ocurrido con las chivas y borregas de don Memo, la gente de acá empezó a decir que había sido el chupacabras.
“Ya ve cómo es la gente”, dice don Memo con cierto dejo de escepticismo.
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Sucedió en el rancho “El Magueyal, ubicado al poniente de Saltillo, la madrugada del domingo 9 de abril, como a las 03:30 de la mañana.
Don Guillermo Covarrubias Rivera ya estaba durmiendo, de repente, entre sueños empezó a oír que sus cabras pegaban de barridos.
Cómo pudo se levantó y se echó una cobija encima, hacía frío.
“Se oía el ruidazo, me levanté, pero ya no vi nada”, cuenta.
Apenas pisó el corral descubrió el tiradero de chivas y borregas, regadas por todos lados.
Tenían, todas, un hoyo en la panza, como que las quisieron destripar de una cuchillada.
“Si hubieran sido perros se hubieran comido el menudo, pero no...”, dice don Memo.
Las herida parecían hecha con algún objeto filudo y puntilloso.
Habían sido seis los animales masacrados.
Don Memo las recogió y las puso en otro corral, debajo de donde está la nopalera grande y las tapó con nopales.
El hombre que siempre sale al monte a pastorear a sus hatos de chivas y borregas, prefirió quedarse aquel día para cuidar de ellas y buscar algún indicio, alguna pista del culpable.
Pero nada encontró.
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Cayendo la noche del domingo 9, Domingo de Resurrección, decidió que velaría un rato en el corral para espiar al enemigo que había causado estrago a sus animales, aunque a don Memo le ganó el sueño, le caló el frío y se fue a acostar.
Entrada la madrugada del lunes 10 de abril escuchó otra vez los lamentos desesperados de sus cabras.
Rápido se levantó y corrió hacia los corrales, pero nada vio.
Cuando asomó la cabeza por encima de las trancas del aprisco observó con estupor la mortandad.
Esta vez el enemigo invisible había matado a ocho de sus animales, entre chivas y borregas.
“Ya estaba el tiradero...”, narra.
Don Memo sintió una especie de tristeza, mezclada con miedo e impotencia.
¿Quién habría sido el autor de tan atroz carnicería?
Recogió los despojos de la cabras y las borregas y las llevó donde los cadáveres de la madrugada anterior.
Seis, del domingo, ocho del lunes.
En total fueron 14 las cabras y borregas asesinadas.
Y ahí las dejó, a la intemperie en tanto llegaba la autoridad a tomar conocimiento del desastre.
Justo cuando los animales ya empezaban a oler mal unos municipales se presentaron en el racho.
“Que pusiera una demanda me dijeron”, dice el chivero.
Los placas recabaron evidencias y le dijeron que vendrían aquí para hacer rondines y vinieron.
Don Memo cavó una fosa profunda al pie de la nopalera y dio sepultura ahí a sus chivas y borregas muertas.
La mayoría eran animales jóvenes, tiernos, los animales que con tanto sacrificio había criado.
No es la primera vez que esto le ocurría a don Memo.
Ya en marzo de 2021 VANGUARDIA había documentado la masacre 25 cabritos y borregos que habían sido matadas por una jauría de perros salvajes.
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Tras la denuncia, personal de Control Canino fue para capturar a los chuchos y ahí paró la cosa.
“25 de la vez pasada y estas 14 ya van 40 que me matan”. Aquella vez abrieron el corral para que se metieran los perros”, dice.
Hoy don Memo vuelve a ser víctima de la misma tragedia, perpetrada por mano anónima y pide justicia contra los matadores de sus animales.
CULPAN VECINOS A FAMILIA DE LIDERESA
Colonos del lugar culparon de la masacre del ganado a don Memo a la familia de Prudencia Santana, lideresa del sector, como estrategia para obligar al chivero a que abandone los terrenos del rancho “El Magueyal”, del que es cuidador desde hace más de 50 años y cuyos propietarios son unos señores de apellido Ascacio.
Los vecinos, que prefirieron mantenerse en el anonimato, revelaron a VANGUARDIA que a menudo gente mandada por esta lideresa hace destrozos en estos predios y quema tejabanes con miras a que sus moradores se vayan del lugar y ella apropiarse de los lotes que ha vendido y revendido por años.
“Están tratando de asustarlo para que se salga de aquí”, dijo un lugareño conocido de don Memo.
Don Guillermo contó que días antes de la masacre las hijas de la lideresa Santana se apersonaron en el rancho para notificarle de una demanda, por lo que le urgieron a presentarse en la Fiscalía y él acudió para contestarla, pero hasta ahí.
“Ahorita no he salido a pastorear las cabras por lo mismo de que tengo miedo que me vengan a hacer destrozos, no falta. Ta fea la cosa”, afirma.
Los afectados pidieron la intervención, ya no de las autoridades, sino de los distintos candidatos a la Gubernatura de Coahuila para que le pongan un alto a la lideresa Prudencia Santana y a su clan.
“Cuál chupacabras, es la familia de esta señora que nos quiere seguir amedrentando”, soltó una madre de familia.
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