Pese a prohibición, sobreviven loterías caseras entre familias de Saltillo

Coahuila
/ 28 agosto 2022

La Ley Federal de Juegos con Apuestas y Sorteos establece que en ninguna casa, o lugar abierto o cerrado se permite practicar juegos con apuestas ni sorteos sin permiso de la Secretaría de Gobernación

El grito de “buenas” no murió tras la prohibición de los juegos de apuesta y azar como la lotería. Se conserva en la mesas de familias saltillenses que continúan lanzando las cartas del “borracho”, “el diablo” y “el soldado” para ganar “el pozo” o “la polla” de todos los jugadores con un poco de suerte.

Este popular juego de azar que consta en sacar 54 cartas para colocar con fichas las imágenes en las "tablas" con 16 objetos o personajes, fue prohibido en 2014 cuando se aprobó la Ley Federal de Juegos con Apuestas y Sorteos.

La cual establece en su Artículo 4, que en ninguna casa, o lugar abierto o cerrado se permite practicar juegos con apuestas ni sorteos, sin permiso de la Secretaría de Gobernación.

Sin embargo, como una tradición familiar o costumbre, los saltillenses se reúnen para apostar en reuniones jugando pirinola, bingo y lotería.

Por ejemplo, integrantes de la familia Coronado, comparte entre sus intereses por la lotería, una fascinación a la adrenalina que inyectan los juegos de azar y la algarabía de ganar dinero, pero también como parte de una convivencia familiar y la conservación de una tradición mexicana.

“No somos ludópatas, lo hacemos por la convivencia familiar, jugamos, perdemos, ganamos y nos divertimos, para nosotros es como cualquier otro juego o forma de entretenimiento”, comenta una de las jugadoras.

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Esta familia, se reúne cada semana para jugar 6 “tablas” cada jugador y pagar un peso por cada una, más otro peso para el “pozo”, dinero acumulado por cada jugador durante dos rondas para sortear al final del juego.

El “pozo” es proporcional al número de jugadores, aunque en unas familias apuestan cantidades más altas hasta reunir cerca de mil pesos como premio final.

Al finalizar apuestan 10 pesos formando una letra, “las jaras” o tabla llena, casi como un premio de consolación.

Luego de cerrar los pocos casinos, así como los establecimientos que ofrecían los fines de semana juegos de azar en comunidad que existieron en la capital del estado, antes ligados a la delincuencia organizada o lavado de dinero, decenas de personas arribaron a las casas de juego en Monterrey, donde continúan apostando.

Temporada en la que casualmente, familias comenzaron a reunirse para jugar en su propia casa y con sus propias reglas.

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