Saltillo: Aquí la historia de dos pioneros que lucharon contra la hegemonía del auto, y de su honrosa caída

Como el ancho de las calles no le daba espacio a los enormes coches de la época, gobierno demolió inmuebles por la fuerza; dos se opusieron, uno conciliando y otro intimidando; ninguno prosperó

Coahuila
/ 16 diciembre 2023
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Este relato es para recordar y reconocer a un licenciado y un comerciante que lucharon por salvar parte del patrimonio arquitectónico de Saltillo.

Cada quien por separado, el primero con una interesante propuesta alternativa para salvar el derrumbe del edificio del Hotel Coahuila y el otro que se opuso terminantemente a que derrumbaran el edificio histórico que ocupaba su tienda.

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A unos años de que terminara la década de los años 50 del siglo pasado, los gobiernos municipal y estatal llevaron a cabo una serie de “transformaciones”, ¡bueno!, por decir una palabra amable ya que en realidad fue una destrucción masiva de edificios y casas en el centro de la ciudad. Según funcionarios de la época pregonaron: “eran casas viejas de adobe”.

La espeluznante y destructiva medida gubernamental suponía que el ancho de las calles no era el suficiente para el holgado desplazamiento de los enormes coches de la época, que las vías entorpecían el tráfico de automóviles en el centro de la ciudad y las calles de Allende, Victoria y otras fueron objeto de ensanchamiento para dar paso a su majestad el automóvil.

$!Calle de Victoria en 1920; estrecha, pero funcional.

Esa decisión se llevó de encuentro preciosas fachadas de muchas casas antiguas, las más modernas perdieron los jardines de enfrente.

Las funestas decisiones de tumbar el escaso patrimonio arquitectónico trajeron a mi mente una frase célebre del cómico norteamericano Groucho Marx, la cual aplica a la perfección para este caso. “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”.

Con el supuesto pretexto del “progreso”, los gobiernos local y estatal crearon una comisión para organizar el centro de la ciudad. La idea que permeaba en aquel entonces entre los urbanistas era ampliar calles para dar paso a más automóviles, por desgracia, muchas construcciones, inclusive históricas, fueron derribadas sin piedad.

Sin consenso alguno, ni tomar opiniones, echaron mano de la fuerza pública para salirse con la suya y a los ciudadanos que osaban o se resistían a estas medidas se les consideraba opositores del progreso.

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Las autoridades desoyeron valiosas sugerencias, nunca imaginaron que el valiente Jesús Santos Barrera les diera pelea al resistirse a las absurdas medidas de derrumbar edificios.

IRÓNICAS OPINIONES

El 25 de junio de 1957, en tono de burla, el periódico El Diario publicó una nota que sugería que para llevar a cabo los ensanchamientos de las calles se podrían demoler la Catedral de Santiago y el Palacio de Gobierno y otros edificios como el Hotel Coahuila, así no habría estorbos para los automóviles. Después de esta hilarante publicación, un ciudadano mandó una honesta e interesante propuesta.

UNA BUENA IDEA DESECHADA

El licenciado Jesús Flores García envió una carta a la redacción del periódico. C. Director de El Diario. Ciudad. Muy señor mío: Con motivo de la nota que apareció en la edición de ayer en el periódico local con el título a ocho columnas de “Sólo derrumbando el Hotel Coahuila se solucionará el problema de tránsito en la calle de Victoria”, tengo el gusto de transcribir a usted a continuación copia de una comunicación que con fecha 26 del pasado mes de junio, dirigí al presidente de la Comisión Organizadora de Saltillo, en la que trataba del problema a que se refiere el artículo periodístico que motiva la presente, de la que no he recibido contestación hasta la fecha, pero que habiendo cobrado actualidad, suplico tomar nota de ella para que, si lo estima conveniente, la ponga por medio de su prestigioso órgano publicitario.

$!Propuesta del licenciado Flores García para salvar el edificio del Hotel Coahuila.

“A la consideración de las organizaciones encargadas de estos asuntos, Saltillo, Coahuila a 26 de junio de 1957. Señor don Adalberto E. Guillén. Presidente de la Organización Urbanizadora de Saltillo.

“Muy estimado señor, con motivo de la ampliación que se le está dando actualmente a la calle de Victoria de esta ciudad, me dirijo a esta H. Comité para exponer lo siguiente: Quedado que la citada calle de Victoria concluye en la calle de Allende dando frente a ella la Botica San Antonio, por más anchura que se le dé a esta calle, con este tope desmerece indudablemente la belleza y comodidad qué quiere dársele.

Ante esta circunstancia y movido tan solo del deseo que siempre he tenido de que adquiera la fisonomía distinguida que se merece, me ha venido a la mente una solución que propongo a la consideración de ustedes, y es la siguiente:

Que al llegar la ampliación de la calle al frente a donde topa la calle de Padre Flores, se tuerza esta ampliación hacia el sur con el ángulo que sea necesario para que llegue a la calle de Morelos al punto preciso de que toque la línea sur de la calle Juárez, quedando así, una explanada triangular bastante ancha, siguiendo la calle de Victoria hacia el oriente sin ninguna brusca interrupción, sino únicamente con una quebrada en diagonal y uniéndose a la calle de Juárez, como si fuera una sola para llegar a la Plaza Principal, actual Plaza de Armas.

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$!Calle Victoria 1934, con doble circulación.

Debo advertir que esta idea no es mía, sino que la he visto en otras ciudades como San Luis Potosí y otras en el estado de Texas, donde tuvieron problemas de urbanizaciones de organización semejante o parecidas al que nos ocupa, sin otro particular aprovecho la oportunidad para suscribirme su atento amigo y seguro servidor, licenciado Jesús Flores García.

Dibujo al calce un pequeño esquema, en el que gráficamente puede verse el proyecto que presento a la consideración de ustedes. Agradeciendo la atención que se le dispense a la presente”. De haberse tomado en cuenta, esta sencilla solución del licenciado Flores pudo haber salvado el edificio del Banco y Hotel de Coahuila.

HABLANDO DEL SALTILLERO

Los trabajos para derrumbar edificios en la calle de Victoria continuaron aquel verano del cincuenta y siete, hasta que, encargados y máquinas se toparon con un ciudadano, podríamos considerarlo hoy en día como un héroe, ya que se opuso a que derribaran el edificio que ocupaba su negocio llamado Fábrica de Sarapes El Saltillero, dicho inmueble fue la oficina de correos por muchísimos años.

SE OPUSO A QUE DERRUMBARAN SU EDIFICIO

En otra nota de El Diario del 27 de julio de 1957, se leía lo siguiente: “Inició el derrumbe del edificio propiedad del señor Jesús Santos Barrera, ya que este se había negado sistemáticamente a permitir tales actos, impidiendo así el progreso de la ciudad.

En la tarde se le avisó al señor Santos Barrera que se iba a iniciar el derrumbe, pero éste en un momento de nerviosidad, amenazó de muerte al señor Presidente Municipal, (Manuel Valdés Dávila) si ordenaba tales actos, lo que motivó que agentes de la policía lo aprehendieran y remitieran a la delegación.

$!Calle Victoria 1960, el edificio al fondo a la derecha, Hotel Coahuila fue derrumbado en 1965.

En la dependencia, el señor Santos Barrera, en presencia del señor Marín G. Treviño, procurador general de Justicia; el capitán Máximo Vilchis, jefe de la policía en el Estado y el señor Roberto Orozco Melo, secretario del Ayuntamiento; se mostró renuente a permitir el derrumbe.

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Las autoridades mencionadas propusieron un término de 15 días para que arreglara su casa, pero como se negó a aceptar se ordenó se procediera al derrumbe, una gran cantidad de curiosos se congregaron en el lugar para presenciar el acto y ante las protestas de la señora Méndez de Barrera, comenzaron a quitar las puertas y a derrumbar las vitrinas.

Hay que hacer notar que las autoridades encargadas de ejecutar el mandato del señor Presidente Municipal se mostraron del todo corteses, proponiéndole a la señora Méndez que quitara los objetos que se encontraban en las distintas vitrinas, pero ella se negaba diciendo que era un allanamiento de morada, cuando ya se había derrumbado una parte del edificio se suspendieron los trabajos por orden superior, porque el señor Barrera se había comprometido a dejar, en un término de tres semanas, alineado su edificio.

$!A la derecha Fábrica de Sarapes El Saltillero, en la esquina de Victoria y Manuel Acuña.

Según declaraciones del señor Marín G. Treviño, cuando se encontraban trabajando activamente en el derrumbe entre los curiosos que se congregaron escuchamos opiniones en favor del Ayuntamiento, pues se decía que sólo de esa manera se lograría el progreso de la ciudad sin tener consideraciones para nadie”.

Este relato no concluye con un final feliz, la buena idea de salvar el precioso inmueble no se tomó en cuenta, años más tarde, en 1965 se salieron con la suya, derrumbaron el edificio del hotel y Banco de Coahuila y para el edificio de la fábrica de sarapes El Saltillero, la autoridad aplicó la fuerza para derrumbar parte de la construcción original.

saltillo1900@gmail.com

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