68 años de don y misterio en la vida sacerdotal del padre Humberto
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La misa se llevó a cabo en compañía del obispo emérito Francisco Villalobos Padilla y respetando las medidas sanitarias
El padre Humberto González Galindo celebró 68 años de vida sacerdotal con una misa en la iglesia Padre Nuestro, de Saltillo, donde agradeció la presencia de los fieles y habló del regalo divino y el misterio que significa el sacerdocio.
“Cuando el papa escribió cuando cumplió 50 años de vida sacerdotal tituló el libro “Don y misterio”, y por eso el sacerdocio es un regalo de Dios, pero es un misterio de la misericordia y cariño del Señor”, dijo durante la homilía.
La misa se llevó a cabo en compañía del obispo emérito Francisco Villalobos Padilla y respetando las medidas sanitarias.
“Yo me siento después de 15 años de estar con ustedes, me siento en familia, y por eso de nuevo agradezco al señor obispo su presencia”, señaló el padre Humberto.
Sintetizó su larga trayectoria en breves minutos en los que resaltó la alegría de compartir con los asistentes “el gozo de un aniversario más con la misericordia de Dios que me ha concedido”, pues un sacerdote “no se puede entender sin la comunidad”, para recibir y para dar.
“El primer seminario fue mi propia familia, mi padre, mi madre y mis hermanos, donde nació y creció, ¿cómo?, no sé, la vocación sacerdotal. Después 12 años estudiando y preparándonos, recibiendo la formación sacerdotal en Saltillo, Monterrey, Guadalajara, Moctezuma y finalmente en Roma”, dijo.
Y así como la Iglesia católica resume la vida de Jesús a través de los misterios del rosario, los gozosos, dolorosos, gloriosos y luminosos, el sacerdocio tiene esas etapas:
“Realmente la vida del sacerdote tiene también esas cuatro facetas, y nosotros al vivir el sacerdocio hay momentos maravillosos, hay momentos muy difíciles, hay momentos de alegría, de tristeza, desánimo, pero siempre nos sentimos iluminados por la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas”, reflexionó el padre Humberto.
Recordó que Jesús instituyó el sacerdocio al elegir a sus apóstoles y regalándoles dicho don y el poder divino de perdonar los pecados.
“Por eso, queridos hermanos, nosotros vemos el regalo del sacerdocio como una obra de gran misericordia del Señor, que nos quiere, que nos busca, que a pesar de las miserias y las debilidades, de las infidelidades, de todo lo que nosotros tenemos de negativo, el Señor nos prefiere”.