Arte urbano, ¿delito o libertad de expresión?
COMPARTIR
Aunque está tipificado como delito, poco a poco el “arte urbano” ha tomado bardas y puentes de la Ciudad, transformando su cara gris, seca, fría y muda, en enormes y coloridos murales que hablan de valores, homenajes o rebeldía
Texto: Armando Ríos
Fotos: Marco Medina, Armando Ríos y Orlando Sifuentes
A partir de proyectos como Yo Soy Zapalinamé y Mural Central, el street art ha sido cada vez más aceptado por la sociedad saltillense, tan conservadora y provinciana.
Para algunos de los expositores callejeros, las “pintas” no son el hilo negro. La vertiente más parecida a la de hoy data desde 1904 en Londres. Después la rama que encendió la rebeldía y se convirtió en todo un movimiento, se expandió en los años 60 en Berlín, París y posteriormente en Nueva York con el graffiti.
Dentro del street art o arte urbano, la intención es dejar una marca o “tag” como nombre o pseudónimo de quien 'raya' las paredes en forma de protesta con quejas generadas por movimientos estudiantiles de la época, en contra del Gobierno.
En nuestra Ciudad podemos presenciar que los artistas urbanos, cuando toman los muros para intervenirlos, plasman lo mejor del entorno o el barrio en el que la obra va a amanecer todos los días, pero también, en otros casos tratan de temas fuertes que sacuden a la realidad de los vecinos, en una perspectiva que conjunta las historias que escuchan y lo que viven al momento de pintar, en ocasiones a la intemperie.
En noviembre de 2015 se inauguró Mural Central en la zona centro de la Ciudad, frente a la Plaza Manuel Acuña. Para muchos artistas la acción de pintar los monumentos, que hoy no recordamos vacíos, encendió una llama que iluminó con enormes lienzos de concreto, ladrillo y adobe el paso de miles de saltillenses y turistas que transitan la zona a diario.
Para muchos, ésta fue la oportunidad perfecta de que el arte local no se quedara encerrado en los museos y las galerías. Los murales de este proyecto fueron encabezados por artistas de talla internacional como LeDemon, Jorge Tellaeche, así como de los artistas locales Saúl Torres, César Rodríguez, Tripulaczión, y en uno de ellos se plasmó el símbolo de la Garza de Tizatlán, Tlaxcala, la tierra de donde provinieron los primeros habitantes de la Ciudad, hace más de 430 años.
Tripulaczión, uno de los colectivos dedicados a esta expresión, tiene más de 10 años y ha pintado en lugares de Durango, Michoacán, Torreón, Piedras Negras y Acuña. Los miembros de este colectivo dicen estar seguros de que la sociedad puede crecer en cuanto a ideas con la apertura a esta escena.
“Aún hay gente que nos cierra las puertas. Nos perseguían y en algún momento estuvimos en la cárcel por hacer murales callejeros. Ahora esta misma gente nos paga para que pintemos sus casas o sus edificios”, dicen.
Entre el arte y lo ilegal
Los riesgos que se corren al pintar en las calles
Pintar en las calles no es fácil, los riesgos que se corren sobre los andamios (cuando los hay), la intemperie y los muros descuidados o en ocasiones en ruinas, son un factor determinante en el trabajo final de los artistas que los intervienen, además de que en ocasiones son removidos para instalar propaganda política. Pero, por otro lado, también está el riesgo sobre las advertencias de la ley, cuando la intervención mural se hace espontánea y sin autorización.
Uzziel Álvarez, de la Ciudad de México, intervino el muro principal del complejo cultural “Nodo, estación creativa” ubicado en la antigua estación del tren de Saltillo, con la obra llamada “Evolución mental; la lucha contra los miedos”, cuenta que el conflicto en cuanto al marco legal y la expresión, entra con la subjetividad que desprende la propia disciplina y de la intención de quien lo expone, por una parte: “Si es legal y autorizado, para la comunidad artística puede perder su objetivo, y si es ilegal, pueden meterte a la cárcel los policías”.
Para algunos artistas, el acto “vandálico” entra cuando se pierde el respeto al espacio público, logrando perder como objetivo algún beneficio social que tenga que ver con la conciencia, y por el contrario, saca de contexto la expresión creando una mala fama particularmente para quienes sufren un acceso nulo a la cultura en escuelas o centros comunitarios.
“Destruir por destruir’’, dice Uzzy86, su tag. Comenta que la confusión más fuerte entra cuando el acto de intervención espontáneo y de protesta se realiza en la propia casa de quienes violan la ley. “Si un funcionario roba y denuncias con graffiti en alguna institución poniéndole ‘vandalo’ con aerosol, entonces ¿Quién es el vándalo?”. Comenta que hoy en día la mayoría de estas expresiones se realizan con protesta política.
Mabel Garza Blackaller, directora del Instituto Municipal de Cultura, comenta que esta escena ha permitido a Saltillo insertarse en un movimiento internacional.
Piensa que el graffiti, pese a que se ha metido en graves problemas con las autoridades de muchas ciudades, puede defenderse con el discurso de libertad de expresión. Sin embargo, no apoya que se lleve a cabo en patrimonios tan importantes como ha ocurrido en la Catedral de Santiago, el patrimonio histórico más preciado por los saltillenses.
La escena del graffiti, se ha catalogado por ser una expresión que busca la protesta mediante un lenguaje provocador o iconográfico, y en Saltillo se da mayormente en jóvenes de entre 15 y 17 años, por la rapidez que brinda una técnica en aerosol, stencil o “pegatina”.
Quizá esta actividad se deba a que los programas en barrios y centros culturales independientes o institucionales y, han tomado cada vez más fuerza para llevar a cabo la acción ejecutando métodos que emanan del arte comunitario, con lo que logran incluir a los jóvenes que deseen expresarse en las paredes, con algo más elaborado y un concepto que narre una historia mediante la plástica, sin tener que violar la ley.
Mientras más pasa el tiempo, más artistas se suman. En el caso de La Negra Plata Ediciones, se han intervenido muros con aerosol y vinílica, en bardas de la colonia Morelos, así como en el Centro de Atención Múltiple de la colonia Guayulera y utilizando la técnica “pegatina”, se han intervenido cantinas de la Ciudad.
También está el caso de Daniela Elidette, retratista de 28 años, quien recientemente inauguró una intervención en la colonia Landín con el retrato del padre Pedro Pantoja, a la cercanía de la Casa del Migrante en Saltillo, con recursos otorgados por el programa “Almas con rostro”.
Daniela, comenta que la intención de su obra es incluir a la gente utilizando los métodos del arte comunitario como herramienta que logre acercar a las personas a las artes y mediante la pintura expongan en sus propias calles.
“Los de los centros comunitarios sólo me dicen que los chavos se juntan en tal lado y que fulano dibuja”. Después de esto, Daniela inicia la tarea de reclutación de jóvenes interesados en la pintura o el dibujo para “engancharlos” y deseen participar. “Eso también tiene que ver con el tacto que pueda tener con la gente, no es nada fácil cuando no los conoces”.
A quienes se muestran interesados se les brinda un taller de introducción que abarca cuatro semanas, donde además de conocer a los que serán ayudantes del mega-retrato, harán una la vuelta por las colonia. “Regularmente son quienes se abren al proyecto, me invitan a su casas, me empiezan a platicar de la gente, me dan un paseo por la colonia o comemos. Es un trabajo de confianza”, explica.
Además, comenta que el discurso que genera esta expresión, es muy distinta a lo que se ve en una galería. “El espacio de las instituciones ayuda a los artistas a legitimar su trabajo, pero el arte urbano genera un efecto social o un impacto que logra unir a las personas”, dice.
Con ese proyecto, Daniela pretende que la gente “apechugue” su identidad y se sientan cómodos con su tránsito por las calles.
“Actualmente tenemos un panorama más amplio para hablar de otros temas que tengan que ver con la identidad”. Dice que el último mural del Padre Pantoja, inevitablemente genera un discurso político para la comunidad en que se realizó (como se hacía desde inicios de la expresión), gracias a que, el propio mural, aunque no tiene frases ni banderas, el personaje fue decidido por la gente de manera democrática y es reconocido por su larga lucha en los derechos humanos, además de tener serios enfrentamientos con los gobiernos estatales, municipales y federales.
‘Street Art, bienvenido’
Sergio Castillo, promotor cultural y consejero de Arte Visual en el IMCS, dice estar orgulloso de que la fiebre del Street Art haya aterrizado en los muros de nuestra Ciudad. Comenta que esto cumple varias funciones en la sociedad: “La expresión provoca; le permite al artista interactuar con los usuarios de la calle.
Permite a las personas la aproximación a la plástica y ayuda a formar una imagen urbana de la Ciudad, más abierta libre, incluyente y democrática”.
Además, asegura que el Instituto Municipal de Cultura de Saltillo tiene un programa de murales permanente y está en planes la réplica del proyecto en el Museo Arocena de Torreón, que es imprimir en papel la obra que alberga y sacarla a la calle aplicando la técnica “pegatina”.
Según la directora del Instituto Municipal de Cultura, esta actividad artística también permite homenajear a los grandes muralistas de nuestro País, como Siqueiros y Diego Rivera y recordar que aún existe gran talento en México. “En el caso de Mural Central, abrimos el espacio de la terraza del Teatro García Carrillo y los muros que se encontraban a la vista nos gritaban: ¡Píntenme!”. Además, dice que la sociedad está conforme con los resultados que han tenido en los programas que han llevado a cabo desde el instituto, por ejemplo, Mural Central y Corazón de Mi Barrio, por tratarse de personajes cercanos a los colonos.
Actualmente están intervenidos aproximadamente 100 muros en Saltillo, distribuidos en distintas colonias pintados por diferentes colectivos culturales.
Qué dice la ley
El graffiti fue tipificado como delito en Coahuila desde 2004.
Agentes del Ministerio Público comentan que cuando llega a suceder este tipo de acción en propiedad privada y sin permiso, los propietarios del inmueble son quienes deben decidir la sanción que se aplica al autor de la pinta. Pero en caso de ser patrimonio de la nación puede someterse como delito ante la PGR y sería un juez en materia penal quien determine una sentencia, que en el mayor número de casos es monetaria. En el caso contrario de que las personas llegaran a un acuerdo con los propietarios acerca de un trabajo de mano de obra, podrían someterse a un arresto de 36 a 48 horas.
El ministerio comenta que en seis meses sólo han encontrado dos graffitis que se han pintado de manera ilegal y han sido en propiedad privada.
Por otro lado, el juez calificador de la Policía Preventiva comenta que la actividad ha disminuido paulatinamente a partir de un año para acá, y afirma que en los últimos dos meses no se ha registrado ningún graffiti realizado de manera ilegal en Saltillo, cuando anteriormente se denunciaban uno o dos por mes y podían someterse a una multa de alteración al orden que asciende a los 703 pesos con 20 centavos.