El día en que se desplomó la campana de la Catedral de Saltillo
La conocida como ‘campana mayor’ cayó en el atrio cuando era removida para su restauración
Hace 34 años, en el Centro Histórico de Saltillo se escuchó un estruendo que acaparó la atención de los transeúntes. Un fuerte sonido alejado de lo habitual, un campanazo que anunció un accidente.
El 10 de marzo de 1987 la conocida como campana mayor, con una inscripción latina del año 1794, se desplomó hasta caer en el atrio de la Catedral de Santiago.
En esa fecha se realizaban trabajos de reparación y restauración de 12 campanas de la Catedral y la Capilla del Santo Cristo. Las más antiguas tenían rajaduras que hacían que el sonido se viciara.
Algunas requerían ser remodeladas, otras refundidas y algunas más sólo ser cambiadas de posición. Para ello, a la ciudad llegaron artesanos especializados en este tipo de trabajos, provenientes de Tizapán, Hidalgo, cuyo fin era concluir sus labores en por lo menos 45 días.
La caída
Eran las 18:15 horas cuando se llevó a cabo la maniobra de una de las dos campanas principales de la Catedral. Los utensilios disponibles eran cadenas, poleas, cables y carruchas.
Pero esto fue insuficiente, la base de la corona se rompió y dejó caer la campana desde una altura cercana a los 30 metros. Para dimensionar, la altura de la torre del campanario es de 71 metros, sin contar la cruz colocada en la punta.
El golpe de la campana en el atrio fue tal, que el tránsito vehicular se paralizó y rápidamente varias decenas de personas se reunieron.
Aquel objeto vaciado en aleaciones de bronce, cobre y estaño, de 1.40 metros de diámetro y 1.67 metros de altura, causó una mueca en una de las vistas de la torre del campanario y un hueco en el piso de cantera del atrio.
Se dice que el accidente fue provocado por la forma tan precipitada en la que se trató de mover el objeto de cerca de mil 200 kilogramos.
En entrevista para la nota publicada en VANGUARDIA en 1987, el padre Humberto González Galindo, entonces párroco de la Catedral de Santiago, dijo:
“Gracias a Dios que no llegó a mayores. Yo advertí a los muchachos que tuvieran mucho cuidado al hacer este trabajo y que sobre todo, previeran que no fuese a estar nadie abajo para evitar cualquier accidente”.
Y para fortuna de todos, así fue. Los daños no pasaron más allá de lo material y del asombro comunitario.
Actualmente, la campana que azotó a los pies de la Catedral permanece exhibida en las afueras del recinto. Mantiene su aspecto antiguo con un tono verdoso y huecos despintados. Aún se dejan ver sus grecas y leyendas latinas, así como las cruces plasmadas en la misma.
Ya no hace ruido, mucho menos provoca un estruendo como el de aquel día, en el que dejó atónitos a quienes presenciaron la caída, pero también a quienes la vieron en el suelo y observaron que sus dimensiones y peso volvieron complejo regresarla a su posición normal.
Eso sí, no la vayan a confundir con la leyenda de la campana castigada que no se trata de la misma historia. Esa ya la contaremos luego.
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