Los Flores Hernández corren por la familia
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Así como hay familias que se reúnen para recordar momentos mágicos, hay otras, como la de Jesús Flores Dávila, que crea esos recuerdos a través del fomento de la unión familiar y el ejercicio físico.
Cuando este hombre estaba por cumplir su primer centenar de carreras recorridas en el 2009 no quiso organizar un convivio donde hubiera carne asada, cerveza o cualquier botana; prefirió organizar una carrera de atletismo en la que participaran su familia, amigos y personas que lo apreciaban.
En ese entonces, Chuy como lo conocen, tenía 6 años participando en las competencias de atletismo, pues había empezado desde 2003.
En la primera edición que lleva su nombre participaron cerca de 270 corredores, con el tiempo fueron aumentando quienes buscaban sumarse a la causa de la unión familiar a través del deporte.
Chuy pronuncia un lema cada vez que se reúne para correr con los suyos: “no existe mejor lugar en el pódium, que la satisfacción de cruzar la meta con tus hijos y no hay mejor premio que ese”. Correr al lado de su esposa Claudia y sus hijas Ana Cristina, Adriana y Claudia, significa poner el ejemplo y representa una gran satisfacción estar con ellas en momentos tan importantes.
“Al momento de invitar a mi familia como mis tíos o primos les digo: ‘qué mejor vernos en un evento en la mañana, positivo, donde vamos a estar ejercitándonos todos y no donde la mayoría de los eventos son primeras comuniones, bautizos, o bodas’”, platica Chuy.
Para este empresario la familia lo significa todo, desde que se casó hubo un parteaguas en su vida, aunque fue hasta en el nacimiento de Claudia —su hija mayor de 18 años— fue cuando sintió que hubo un antes y un después en su vida porque sintió algo inexplicable que no cambiaría por nada en el mundo.
Su esposa, Claudia Hernández Romero, dice que su familia es su gran tesoro y una bendición de Dios, pues es lo único que les da fuerza para continuar caminando y el motor que los impulsa todos los días. Piensa así que el amor, como valor humano, los define como la familia Flores Hernández.
“Es el amor hacia Dios y hacia cada una de las personas que nos rodea. El respeto, la sinceridad, la honestidad, la amistad, la comunicación y la unidad familiar…”, dice.
Chuy ha enseñado a sus hijas a que desde pequeñas compartan sus cosas, porque siempre habrá alguien más que no tenga y necesite. Su esposa, en cambio, ha aprendido de su familia que estando unidos todo lo pueden vencer.
“De mi papá yo aprendí que en esta vida estamos para resolver problemas, no para crearlos. Yo pienso en que es darle una cara positiva a lo que viene. (En cambio, de la familia de Chuy) aprendí la unidad familiar, es algo que valoro mucho y la generosidad de su mamá hacia todos sus hijos”, recuerda Claudia.
Los orgullosos de la dinastía Flores Hernández
Para conocer a la familia completa, se tiene que hablar de sus hijas Ana Cristina, de 14 años, practicante de atletismo y tochito; Adriana, tiene 16 años, practica futbol y es fiel seguidora del Club Rayados de Monterrey; y Claudia, la mayor de 18, amante del box y el spinning.
Aunque las tres hermanas se llevan muy bien entre ellas, todas son muy diferentes. Claudia, dicen sus papás es la hija misionera, cariñosa y generosa. En cambio, Adriana es sumamente competitiva, dedicada en su trabajo y responsable. Y Ana Cristina logra todo lo que se propone, es muy constante y dedicada.
Las tres hijas se sienten orgullosas de sus padres porque les han permitido desenvolverse en lo que les gusta y “las han dejado ser” libres.
En el estudio de la casa de los Flores Hernández, un medallero soporta más de 300 preseas de atletismo y otros deportes en los que han destacado. Orgullosas, las 3 hijas, posan a un lado de sus padres y detrás de las medallas que las distinguen como campeonas en diferentes disciplinas. Para la madre, es un gran orgullo ser la mujer que encabeza junto a su esposo la dinastía de los Flores Hernández.