Nos tocó la caravana Migrante

Saltillo
/ 10 febrero 2019

    El flujo migratorio es una tendencia global que ahora nos tocó en lo local. Alrededor de 2 mil personas centroamericanas están en la ciudad de Piedras Negras.

    Una caravana no debe ser vista como una masa informe de gente. Son individuos con historias diferentes. Llamarles delincuentes, enfermos, indocumentados, o decir que todos buscan empleo, son generalizaciones.

    El lenguaje del odio pretende hacer ver a los inmigrantes como un peligro, como alguien que viene a quitar trabajo, a hacer daño.

    Infundir ese temor es lo que ha llevado a políticos a ser presidentes. En 2016 una nota del New York Times decía: “La administración federal ha estado enviando agentes a domicilios particulares para dar un escarmiento a los infractores y defender el principio de la seguridad de las fronteras.

    Un presidente que ha hablado tan conmovedoramente de las muertes violentas de niños por armas de fuego aquí, en este país, ha asumido también la labor de enviar a madres e hijos de vuelta los países más mortíferos de nuestro hemisferio (Honduras, Guatemala y El Salvador) en viajes solo de ida.

    El Gobernador declaró: “La caravana de migrantes fue atendida de forma humanitaria, pero también con mano firme, nadie por encima de la ley”. Subrayó que el Gobierno del Estado ya no permitirá el ingreso de otra caravana.

    “Alguien dirigió la caravana hacia nuestro Estado. Para empezar, no tenemos la infraestructura para poder recibir otra caravana de migrantes, además de que todos pudimos darnos cuenta de lo peligroso que es el manejo de un grupo tan numeroso….

    “(De dirigirse otra caravana hacia Coahuila) la vamos a desviar con anterioridad, que pase a Tamaulipas, que ellos sí tienen infraestructura; no tenemos por qué cargar con una responsabilidad que no es nuestra”.

    Sobre el tema, dijo el filósofo Zygmunt Bauman: la cuestión, sin embargo, es que no tenemos mayores probabilidades de escudarnos eficazmente del infortunio global aislándonos dentro de la ansiada seguridad del territorio nacional, que de evitar las consecuencias de una guerra nuclear ocultándonos en un refugio familiar.

    Los problemas globales requieren soluciones igualmente globales, nada podrá quitárnoslos de encima. Dicho lisa y llanamente, dejar que el problema se encone con la esperanza de que lo haga en otra parte del mundo y no a nuestras propias calles, no va a servir de nada.

    El remedio radical y definitivo está fuera del alcance de un país en solitario. Lo que no hemos asimilado, ni estamos preparados para ello, ni tenemos la infraestructura —como dijo el Gobernador—, es el cambio en las reglas del juego.

    El filósofo Emmanuel Lévinas las expresó así: “Entiendo la responsabilidad como responsabilidad para con el otro, así, pues, como responsabilidad para con lo que no es asunto mío o que incluso no me concierne; o que precisamente me concierne, es abordado por mí, como rostro. Desde el momento en que el otro me mira, yo soy responsable de él sin ni siquiera tener que tomar responsabilidades con relación a él; su responsabilidad me incumbe”.

    La responsabilidad es lo que, de manera exclusiva, me incumbe y que, humanamente, no puedo rechazar. Dostoievski dijo: “Todos somos responsables de todo y de todos ante todos, y yo más que todos los otros”.

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