Plaza de toros de Guadalupe: del auge a la total desaparición
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El proyecto de ampliación del coso taurino, que por 50 años fue un referente, nunca se concretó
ARIEL GUTIÉRREZ CABELLO
La plaza de toros de Tlaxcala cerró sus puertas en 1896. Estuvo en operación desde 1849, ubicada donde hoy se encuentra el Mercado Juárez, entre Pérez Treviño, Allende y Padre Flores. El empresario José María Rodríguez solicitó al Ayuntamiento un cambio de terreno de su propiedad, el cual se encontraba en la Plaza del Calvario, por otro solar ocupado por la plazuela llamada de Guadalupe, ubicada en las antiguas calles de Arco de San Juanito, hoy Álvarez, calle de la Cruz, hoy Manuel Acuña, Allende y Corona. La intención del empresario fue construir una plaza de toros y por otro lado que estuviera cerca del centro de la ciudad.
ARRANCA CON EL PIE DERECHO
La autoridad accedió a la petición del empresario y sobre lo que fue la antigua plazuela de Guadalupe empezó la construcción de la plaza de toros. El proyecto estuvo a cargo del ingeniero Santiago Rodríguez, quien tomó como modelo una plaza de toros construida en 1868 en el barrio de Tlaxcalilla de la ciudad de San Luis Potosí, llamada del Montecito. Para finales de 1897 la plaza de toros de Guadalupe estuvo terminada, con un aforo aproximado para 4 mil almas y una gradería de 11 niveles, con el corte tradicional por la mitad, para sol y sombra.
INICIO
La corrida inaugural se celebró el 15 de noviembre de 1898 y el cartel estuvo integrado por los espadas españoles Diego Rodríguez, “Cuatro Dedos”, oriundo de Coria del Río, Sevilla, y el también sevillano Diego Rodríguez “Silverio Chico”, con toros de la ganadería Guatimapé del estado de San Luis Potosí.
FLORECIMIENTO
Por casi 50 años, la plaza de toros de Guadalupe fue escenario de grandes acontecimientos con las figuras más importantes de la época. Ahí actuaron Manuel Cervera Prieto, Silverio Chico, Silverio Grande, Juan Antonio Cervera, Nicanor Villa “Villita”, Antonio Fuentes, así como Fermín Espinosa Orozco y su hijos, Juan y Fermín Espinosa Saucedo, apodados “Armillita”, entre muchos.
DECADENCIA
El paso de los años y el poco mantenimiento hicieron que la plaza de toros de Guadalupe fuera decayendo. Poco antes de la década de los 50 del siglo pasado, la plaza tenía ya los días contados. Por alguna razón aún no conocida, el Ayuntamiento se hizo propietario del inmueble.
LA ESPERANZA DE REVIVIR LA PLAZA
Dos años antes de que terminaran los fabulosos años 40, seguro para revivir las viejas glorias vividas en la plaza, el empresario saltillense Gabriel Ochoa Aguirre, propietario del Cinema Palacio, compró a la ciudad la vetusta plaza de toros de Guadalupe.
El visionario empresario, al ver que las plazas se usaban pocas veces al año, se puso manos a la obra, contrató los servicios del ingeniero Zeferino Dominguez para la ampliación y remodelación de la antigua plaza. Interesante resultó el proyecto, ya que además de la plaza de toros albergaría 12 viviendas. Las casas estarían bajo las gradas alrededor de la plaza e integraban; sala, cocina-comedor, recámara, baño, además de dos áreas para resguardar ropa o enseres.
La superficie total de la arena era más de 3 mil metros cuadrados y de construcción poco más de mil 800, Para la plaza, el conjunto integraba servicios de plaza, enfermería, patio de cuadrillas, toriles, sanitarios, arrastre y destazadero, además de los accesos para el público y las taquillas de sol y sombra. La fachada exterior se pensó revestirla con alegorías, molduras y cenefas estilo español.
Fue en el mes de mayo de 1948 cuando el ingeniero Dominguez terminó el anteproyecto, en noviembre de ese mismo año, el titular de los Servicio Coordinados de Salubridad y Asistencia dio el visto bueno y aprobación para el desarrollo de la ampliación y remodelación de la plaza de toros y las 12 viviendas.
EL PROYECTO SE VINO ABAJO.
En aquellos últimos meses de 1948, por el rumbo de la Villa Olímpica, había iniciado a gran velocidad la construcción de una plaza de toros de madera, entre los propietarios estaban el torero Fermín Espinosa “Armillita”. La plaza de madera Armillita se terminó en tiempo récord, abrió sus puertas el 14 de marzo de 1949. Es muy probable que Gabriel Ochoa no siguiera con el proyecto de la plaza de Guadalupe, para evitar la competencia de la nueva plaza de toros.
EL OCASO
Los vestigios de la vieja plaza se demolieron. El proyecto de la plaza y las 12 viviendas no se realizó y en su lugar se levantó el Cine Florida, que abrió en 1957.
Agradezco a Graciela Ramirez M. por facilitarme el plano de la ampliación de la plaza de Toros de Guadalupe hecho por Zeferino Dominguez.