Por la defensa de la libertad
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Tras la alerta lanzada por VANGUARDIA el pasado 4 de mayo ante una serie de ataques, intimidación y acoso hacia sus periodistas, pocas voces dejaron de sumarse a esta denuncia pública
Tras la alerta lanzada por VANGUARDIA el pasado 4 de mayo ante una serie de ataques, intimidación y acoso hacia sus periodistas, pocas voces dejaron de sumarse a esta denuncia pública. Agradecemos las múltiples muestras de solidaridad que hemos recibido de otros medios de comunicación, colegas, lectores y ciudadanos comprometidos.
Al respecto, es importante puntualizar que, como ha ocurrido lamentablemente en el caso de otros medios del país, en VANGUARDIA hemos procurado actuar con responsabilidad frente a las diversas situaciones que los miembros de nuestro personal, y como empresa, hemos enfrentado desde que la delincuencia organizada le impuso al país una agenda marcada por la violencia y el desafío permanente a las instituciones públicas. No realizamos señalamientos con ánimos de estridencia, ni lanzamos voces de alerta de manera gratuita. Tenemos claro que la denuncia de ataques contra la libertad de expresión debe tener como propósito no solamente visibilizar un hecho concreto, sino contribuir a la defensa de una libertad fundamental en las sociedades democráticas.
En este sentido, la decisión de alzar la voz en esta ocasión, más que una consecuencia, fue también una acción para sumarnos a la campaña emprendida en el País para pedir freno al acoso al periodismo en todas las latitudes. Informar no es un delito y, más aún: Nuestra vida es informar.
El último de los actos intimidatorios de una ola iniciada a finales de enero pasado, fue la persecución y acoso la noche del martes y madrugada el miércoles a una integrante de nuestro cuerpo de reporteros, justo el Día Internacional de la Libertad de Prensa. Ante esto, pocas palabras se necesitan para dejar en claro la impunidad con la que, quienes han decidido vivir fuera de los límites legales, se mueven en nuestros tiempos. Por lo mismo, callar no era una opción, pues sería tanto como contribuir a la invisible mutilación que sufre el periodismo día a día.
Nuestra voz se suma así a la de muchos, es sólo una más tan importante como cada una de quienes firmemente seguimos construyendo para un mejor lugar. A final de cuentas, somos periodistas y nos afanamos cada día en ser buenas personas. Seguimos trabajando para que nuestra entidad sea un mejor lugar para vivir. Al final de cuentas somos periodistas que nos afanamos por hacer nuestro trabajo correctamente. Agradecemos infinitamente a todos aquellos que nos alientan a seguir siendo una pieza más en la lucha por la vida de un periodismo sin ataduras.