Saltillo en su 448 Aniversario: La ciudad hecha verso

Saltillo en su 448 Aniversario: La ciudad hecha verso

En el marco del 448 aniversario de su fundación, Saltillo es celebrado a través de una recopilación de versos y fragmentos poéticos que evocan su historia, paisajes y espíritu. Poetas como José García Rodríguez, Otilio González, Óscar Flores Tapia, Emilio Valdés, Raymundo de la Cruz y Armando Fuentes Aguirre rinden homenaje a la ciudad que ha sido musa, refugio y cuna de generaciones

Saltillo
/ 26 julio 2025
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Fundada en 1577 como Villa de Santiago del Saltillo por el portugués Alberto del Canto, esta tierra bendita ha sido refugio de sueños, frontera de esperanzas y cuna generosa de familias fundadoras que partieron con el corazón valiente para poblar las que hoy son ciudades hermanas: Monterrey, Parras, Monclova, entre otras joyas del norte.

Desde las gestas independentistas hasta las luchas reformistas, antiimperialistas y revolucionarias, cada grito de justicia sigue vibrando en sus calles centenarias. Cada esquina guarda celosamente una anécdota, un recuerdo entrañable, un poema que se atesora en la memoria de quienes tenemos el privilegio de vivir en ella.

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A lo largo de estos casi cuatro siglos y medio de existencia, Saltillo ha sido musa generosa que ha inspirado la pluma de poetas y escritores. Han encontrado en sus calles serpenteantes, en su cielo azul y en su gente noble, la materia prima para crear versos que trascienden el tiempo. Como tributo sentido a su legado, este homenaje reúne una selección de fragmentos de poemas y escritos creados por quienes han sentido a Saltillo bajo su piel y lo han marcado en su corazón como una presencia viva.

Cada verso es un pedacito del alma de esta ciudad, una forma sagrada de nombrarla con gratitud infinita, nostalgia y devoción. Entre las voces privilegiadas que han cantado a nuestra ciudad con amor se encuentran los nombres inmortales de José García Rodríguez, Otilio González, Emilio Valdés, Raymundo de la Cruz, Óscar Flores Tapia y Armando Fuentes Aguirre, quienes con su palabra han esculpido a Saltillo en el mármol del tiempo.

Que esta recopilación sea una forma luminosa de celebrar no sólo la historia gloriosa de la ciudad, sino también su espíritu: ese que se escribe con ocho letras y se pronuncia por amor a Saltillo. ¡Feliz aniversario, Saltillo! ¡Que vivas por siempre en nuestra memoria!

$!Catedral de Santiago, símbolo y orgullo de Saltillo .

LA VILLA DE SANTIAGO DEL SALTILLO, fragmento.

José García Rodríguez

Camina el bravo Alberto del Canto, osadamente

hacia el Norte ignorado, por agrias serranías

y llanuras desiertas, no hallando en muchos días

de penosas jornadas, ni un árbol ni una fuente.

Y cuando acaso toca

los lindes de la Nueva Vizcaya, de repente

se quiebra la planicie. De una roca

fluye sonoro y claro manantial

que abriendo en la pendiente

regueros cristalinos,

los festona de palmas y de encinos

y los esconde bajo florecido herbazal.

De allí hasta las confusas lejanías,

circundado de azules y pardas serranías,

un valle se derrama, suavemente mullido

por el follaje undoso de espeso huizachal,

donde el aire sus rachas embalsama,

con los gratos efluvios de olor desconocido.

Bajo un cielo de luces milagrosas

y cambiantes,

recorta el gris de acero de la sierra vecina

sus cumbres imperiosas,

mientras las más distantes

que, en infinita gradación, curiosas,

hacia el ámbito inmenso,

unas tras otras su perfil asoma,

teñidas por la gama vespertina

de violeta y azul, del más intenso

al más pálido, toman

la sutil apariencia de un girón de neblina.

Erguidos los guerreros en la cumbre,

empuñando las bridas de sus cabalgaduras,

que, ante el talud, medrosas, se encabritan y cejan,

perfilan los contornos de lanzas y armaduras,

en los oros del cielo, que sobre ellas reflejan

relámpagos de lumbre.

Y en el enorme pedestal, semejan

un grupo legendario de épicas esculturas.

Al verlo desde el bosque, la bandada

de las aves se aleja en pronto vuelo,

y se oculta el leopardo, con azoro y recelo;

mientras en el ribazo

de la montaña, el indio silencioso,

en medio de la tribu curiosa y asombrada,

con rígido ademán, tendido el brazo,

señala la presencia del grupo misterioso,

que se alza en la dorada

luz del atardecer.

En tal momento,

el sol desde el ocaso,

púrpura el firmamento...

Del Canto, sin probar reposo ni alimento,

poniendo a sus soldados por testigos,

por no haber en cien leguas escribano,

en el nombre de Dios, y por su Soberano,

sin hallar resistencia de pueblos enemigos,

a los que emplaza una, dos y tres veces,

alza la enseña de Castilla,

tomando posesión de aquella tierra,

y para las usanzas de la paz y la guerra,

traza el recinto del Presidio, cuna

de la futura Villa.

Toma tu hoz, hermano, fragmento

Otilio González

Toma tu hoz, hermano,

que ya el calor fecundo del verano

secó la gorda espiga de los trigos;

por fin colectaremos nuestro grano

después de tantas dudas y castigos.

Vayamos a la era,

y seguemos cantando;

en las lindes iremos hacinando

cada corte concluido,

y así, desde la angosta carretera

que baja en duro giro retorcido,

nuestro trigo sonoro

habrá de verse cual collar de oro

abierto y extendido

en la lírica paz de la pradera.

Dale gracias a Dios por su milagro

de mandarnos la lluvia fecundante

que dio jugos al agro

y confianza al espíritu anhelante.

Ya verás nuestras trojes hasta el techo,

y en las gratas veladas del hogar,

el gesto satisfecho

de nuestra buena madre al amasar

el pan restaurador, blanco y caliente,

y los leves buñuelos con canela

que tanto agradan a la dulce abuela

y al corro de pequeños, impaciente.

¡Tantas fanegas nos produjo el año,

que no sólo del hambre nos aleja!,

también lugar nos deja

para comprar alguna oveja

que rinda en la trasquila del rebaño

que tanto se ha mermado.

El viejo me pidió que le encargara

un cuchillo de monte cincelado,

y un sarape bien hecho, del Saltillo;

¡hay qué verle la cara

al llegarle el sarape y el cuchillo!

Además, compraremos otra yunta:

quiero ver si me quedo con el Hosco

y el Patol de don Nacho, el de San Juan;

ya los dos los conozco,

sé que estiran muy bien de punta a punta;

y voy a ver en cuánto me los dan.

¡Bendito sea el Señor, Sagrada Mano

que premia el bien y que castiga el mal!

Toma tu hoz, hermano,

y vamos a segar nuestro trigal...

Poema a Saltillo

Óscar Flores Tapia (1946)

Tus calles recostadas

son como mil doncellas

que admiran encantadas

su enamorado azul.

Tus templos son joyeles,

tus sierras el encaje

que acusan tu linaje

de oro y esplendor.

Canta la primavera

con gusto en tus jardines,

se escuchan los delfines

en tus enredaderas.

Tus fuentes acarician

con una voz de seda,

murmura tu Alameda

una canción de amor.

En tus verdes praderas

en íntimo decoro

deshojarse las flores

de pétalos de oro.

Las blancas alboradas

despiden las estrellas

y en ti ya son más bellas

al resplandor del sol.

Para ti no hay inviernos,

apenas si hay estío,

se escuchan los gorjeos

por todo el caserío:

El canto de las aves,

el trino mañanero,

el grito del arriero

en una confusión.

Se oye “El Turronero”

que va por esas calles

cantando con detalles

su admirable pregón.

Así es mi Saltillo;

como una novia bonita

camino del altar.

Su boca fresquecita,

su cara limpiecita,

tranquila, quietecita,

adornada con azahar.

$!Poetas han plasmado en palabras el amor profundo por Saltillo, inmortalizando su esencia en la memoria colectiva de sus habitantes.

Poema a Saltillo (1957)

Lic. Raymundo de la Cruz

Para cantar unos versos

a mi Ciudad del Saltillo,

busco las voces del pueblo

que modulan el corrido.

Prefiero, en vez de la lira,

de la guitarra el sonido,

porque se presta su acento,

para decir: ¡Mi Saltillo!

Otros discutan origen

de tus primeros latidos,

—que Don Alberto del Canto,

que el Urdinola aguerrido—

lo que no discute nadie

es tu carácter sencillo

abierto de puerta a puerta

para el viajante y amigo;

es la virtud con aromas

de manzanas y membrillos,

desparramada en el seno

de tus solares sin ruido...

Las luces de tus estrellas

son luces con todo el brillo,

que hasta tentación producen

de arrebatarles sus hilos.

Por eso Acuña y Don Pepe

miraron versos de estilo,

por eso Otilio y Saldívar

alimentaron sus ritmos;

por eso Herrera, el magnífico,

encontró pinceles finos,

y los Alessio y Del Valle

renglones para sus libros...

¡Saltillo de mis recuerdos,

de mis recuerdos, Saltillo!

Voy por tus huertas mojadas

con el afán de tus niños...

Y subo y bajo a los árboles,

barrancos y acequias brinco;

echo a un costal los duraznos,

las ciruelas y los higos,

y transformo una canasta

en un vergel encendido,

mientras camino hacia casa

con las flores del cariño...

De ahí que sean tus mujeres

como cuentas de rocío,

donde la luna hace guiños

y el sol desciende benigno.

De ahí que tengan tus hombres

la claridad del destino,

y la nobleza antañona

de sus mayores más dignos.

Saltillo, con “ESE” grande

de sabios como en racimo,

tus escuelas incansables

descubren nuevos caminos,

y mandan por la República

bajo tu nombre y tu signo,

la renovada esperanza

de ascender en conquista

Yo sigo con Santos Rojo

creyendo en tu Santo Cristo,

y sigo, como tu pueblo,

amparado al Crucifijo.

Hallaré puerto seguro

en tu Capilla de siglos,

y arrastraré mis angustias

sobre sus viejos ladrillos...

Con tu verbena de Agosto

me volveré regocijo,

y treparé en serpentinas

y en los ecos de tus gritos.

Se conmoverá el espíritu

los jueves y los domingos,

cuando tu Banda de Estado

toque valses y corridos.

Sin despreciar tus viñedos,

y la salud de tus vinos,

quiero que luzcas de nuevo

tus persas amarillos,

tu San Lorenzo de gala

y tu Landín sin olvido;

Saltillo de mis anhelos

tus carreteras románticas

y el agua de tus ojitos...

Saltillo de mis anhelos

que vas por rumbos floridos,

regálame, cuando menos,

con tu palabra: ¡Saltillo!;

Que de tu Sierra del Muerto

a tu humilde lomerío,

y de éste al Cerro del Pueblo,

irán mis ansias con brío.

Y en nombre de tu Palacio,

de tu Plaza y de tu Cristo,

he de ascender en conquista

de estrellas o de aerolitos,

para escribir en el cielo

con los pinceles más finos

el sarape de tu nombre...

¡Tus siete letras: ¡SALTILLO!

Para cantar unos versos

a mi Ciudad del Saltillo,

busqué las voces del pueblo

que hablaran como el corrido.

Puse en lugar de la lira,

a esa guitarra el sonido;

porque se presta su acento

para decir: ¡MI SALTILLO!

$!Ojo de Agua lugar donde presumiblemente se fundó Saltillo .

“¡Ay, Saltillo! Si tus calles hablaran...”

Emilio Valdés

“Por tus aceras caminan recuerdos

del tiempo en que fuimos niños,

de serenatas tibias en la plaza,

y las fiestas de antaño entre amigos.”

“Si tus calles hablaran, Saltillo,

contarían historias de bravos soldados,

de la lucha y la fe en tus barrios antiguos,

del clamor y silencio bajo el claro de luna.”

“Tus plazas guardan secretos

de amores jurados en bancos de piedra,

de risas y juegos perdidos

en la lenta brisa de la tarde.”

Fragmentos donde evoca el amor y la identidad de Saltillo

Armando Fuentes Aguirre “Catón”

“Saltillo es ese lugar del alma donde cada calle, cada esquina, tiene una historia que contar. Es la plaza donde niños juegan con el viento, donde las tardes se pintan de naranja y las noches se llenan de estrellas, bajo un cielo que parece abrazar a sus habitantes con ternura y orgullo.”

“Qué hermosa es Saltillo cuando amanece, cuando el sol viste de oro sus montañas y las calles despiertan al ritmo del cotidiano trajinar. Aquí, en estas tierras polvorientas, late fuerte el corazón de un pueblo que ha sabido crecer sin olvidar sus raíces.”

“Saltillo no es solo un punto en el mapa, es un susurro constante en el pecho de quienes la amamos. Es el eco de las voces que han pasado, la mezcla de tradición y modernidad, el aroma del café en las mañanas y el murmullo lejano del viento en los árboles del Paseo de Zaragoza.”

Corrido de Saltillo 1957

Emilio Valdés G.

Quiero alejarme y no puedo

pueblo querido, Saltillo de mi alma

sinónimo de quietud de sana calma

te recuerdo como un santo credo.

Tengo tanto que agradecerte

mi infancia, juventud y todo,

que han sido para mí un tesoro,

y te soy fiel hasta la muerte.

Saltillo de mis recuerdos

cuando te volveré a ver,

por ti sueño noche y día

eres sinónimo de mis ambiciones

y de mis aventuras.

Tus mujeres, ¡ay que mujeres

de mi querida tierra!

son buenas y cariñosas

que nos defienden en paz y en guerra.

(Hablado): ¡VIVA COAHUILA!

Mi barrio “Águila de Oro”

tantas aventuras mías

tierra mía que nunca olvido

y que nunca olvidaré.

Mi Alameda y mi sarape,

todo es de la tierra mía,

ya me voy, no me despido,

adiós, suelo del SALTILLO.

saltillo1900@gmail.com

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