Un poema al Saltillo viejo (1967-1972)

Saltillo
/ 31 julio 2020

En recordar ya como ansias

y pretendo al escribir,

de esa época describir

Saltillo y sus circunstancias.

 

Una población flotante,

era común observar,

con gente de otro lugar,

gringas y tanto estudiante.

 

Los estudiantes de fuera,

tenían sana convivencia,

en las casas de asistencia

que abundaban por dondequiera.

 

Siempre en punto de las siete,

el desayuno sabroso,

Chocolate o Café Oso,

o Estrella Cincuenta y siete.

 

De La Reina o La Huasteca,

nuestro pan de cada día,

de El Radio Panadería.

de La Crema o La Chontalpa

 

Y las tortillas de harina,

de El Fénix tenían que ser,

temprano, al amanecer,

se hacían en toda cocina.

 

Al Ateneo presurosos

llegábamos en camión,

el legendario “Obregón”

que abordábamos ansiosos.

 

El Azul y otros camiones,

según el que les platica,

era el Juárez, La Perica,

Zarco, Cinsa y el Panteones.

 

Se escuchaba el rock and roll

y el domingo “victoriando”,

en la Alameda paseando

con las gringas dando el rol.

 

En misa dominical

iglesias clásicas eran:

San Francisco, San Esteban

San Juan y la Catedral.

 

Para hallar tranquilidad,

en la Iglesia del Calvario

Ojo de Agua, o el Santuario,

La Luz y la Trinidad.

 

Había para el cine espacio,

programación divertida

ofrecía el Cine Florida

o aquel Cinema Palacio.

 

Para un público sencillo

y con proyección muy buena,

Cine Royal, Cine Elena,

y el viejo Cine Saltillo.

 

Plaza de Armas el lugar

en noche serenatera,

acudíamos en espera

de una chica conquistar.

 

Emblemáticos lugares:

el Teatro García Carrillo,

el Casino de Saltillo,

y antiguo Mercado Juárez.

 

El Palacio de Gobierno

con fachada original,

y el Palacio municipal

era un caserón alterno.

 

Grandioso edificio al ver

Banco y Hotel de Coahuila,

gente torpe lo aniquila,

sus muros vimos caer.

 

Aquel Estadio Saltillo,

para el deporte era cita

y aquella Plaza Armillita,

al toreo le daba brillo

 

Escuelas con calidad

de nivel profesional:

La Narro, el Tec, la Normal

y las de la Universidad.

 

La Anexa, una tradición,

Col Mex, Tipo y Centenario,

La Coahuila, el Seminario,

Miguel López, y Obregón.

 

Secundaria del Estado,

La Narváez, la Federal,

Vicente Suárez, el cual

fuera famoso internado.

 

Los colegios con su sello:

El Saltillense, un baluarte,

Nicolás Bravo, el Plancarte,

Roberts y el María Cabello.

 

Academias con perfil:

La Coahuila, La Gabino, el Roberts,

la Isaac Pitman, bien atino,

y la Industrial Femenil.

 

En aquel Saltillo de antes,

sus artistas populares:

Vianey y Pipo Linares,

Mario Saucedo y cantantes.

 

De los tríos que eran típicos:

el Trío Mayab, El Social,

El Íntimo, El Señorial

y aquel Trío de Los Químicos

 

En la casa y el transporte,

en la calle, en cada esquina,

se oía el Compadre Medina,

en la radio “Arriba el Norte”

 

En radio dejaron rastro

los locutores de ayer:

El Tío Bucho, Ruiz Schubert,

Garibay y López Castro.

 

Ídolos de aquel pasado:

El Chango Vélez, ciclista,

Zurdo Galván, pugilista

y en lucha El Zorro Plateado.

Personajes especiales

que Saltillo dio apapachos:

Corpus, Adrián, María Liachos,

Julio, Arteaguita y más tales.

 

Casa Blanca “El Ingeniero”,

Barata, el de mala hablada,

Las Piojosas, La Pintada,

El Gilito y El Yerbero.

 

En bailes de celebración:

Henry Segovia y los grandes,

Grajeda, Lorenzo Hernández,

Las Ánimas y Larry Chón.

 

Se bailó en el Club de Leones

y en los bailes de la Acuña,

bañadas y pintadas de uña,

muchachas había montones.

 

En Obreros del Progreso

o en El Cinsa echando brinco,

bailé en  Zarco de Artesanos

con la Club Cuarenta y Cinco.

 

Y hablando de buena fonda:

El San Luis, El Principal,

El Saltillo, nada mal,

y el Gema, allá en el Rotonda.

 

Frecuentados por la raza:

Las Coquetas, Café Viena,

El Eno’s, Café Tena, El Espejo 1 y 2,

El Élite y el Arcasa.

 

Hoteles había a escoger:

¿Familia o persona sola?

El Arizpe, El Urdiñola,

Poza Rica y El Premier.

 

Para dormir como reyes:

Motel Estrella, el de El Paso,

El Morillo, o en su caso,

El Huizache o Los Magueyes.

 

Y el reposo del turista

extranjero o nacional,

lo hallaba en Camino Real

o en el Motel Sierra Vista.

 

Comercios de todo había:

como Pedro G. González,

Ampelio Sánchez Morales,

Casa Chapa, Abarrotes

Nuevo Laredo,

La Maya y Manuel J. García.

 

PH, Casa Cabello,

Joyería Vázquez, La Suiza,

vivíamos en paz, sin prisa,

disfrutando de lo bello.

 

Foto estudios, plan sencillo,

a color o blanco y negro:

La Sánchez, La Montenegro,

Carmona, Narro y Carrillo.

 

Libros, cuadernos y afines,

era una compra forzosa,

en Librería Zaragoza

o en la Librería Martínez.

 

Con surtido de soporte

y  una atención especial,

Ferretera Nacional,

La Sieber y la del Norte.

 

Muebles Modernos de Saltillo,

Electricidad y Novedades,

de mueblerías variedades,

cómodas para el bolsillo.

 

De boticas no te olvides,

La Universal, a buen precio

entre otras la Botica Recio,

La Pasteur y Benavides.

 

Para surtir los hogares

de los abarrotes varios,

en las tiendas de los barrios

y en Bodegas Populares.

 

Y en ropa para la ocasión:

Chicuicuis, Casa Chalita,

Las Tres “B”, o en La Tiendita

y en Camisería de León.

 

Tela o casimir inglés,

Telas Aguirre ofrecía,

también las tenía García,

Casa Ochoa y Casa Valdés.

 

Con la moda no había enredo,

solo para ricachones:

Casa Jack, o Selecciones

London y Casa Laredo.

 

En calzado hacían historia:

la Rodríguez, y mejores,

La Valenciana y la Flores

y Zapatería Victoria.

 

De estilos gran variedad,

para un gusto no muy fino,

Zapaterías Aladino,

Del Centro y la Canadá.

 

El empleo nunca faltaba,

en Harvester o en la Cinsa,

en Zincamex o Cifunsa,

o en Moto Islo encontraba

 

Los servicios de hospital:

el del sector ferroviario,

Cruz Roja, el Universitario,

ISSSTE y Seguro Social.

 

Los años pronto han pasado,

de aquellas viejas vivencias

nos quedaron experiencia

y que el tiempo no ha borrado.

 

De aquel Saltillo y su gente,

mil cosas hay por contar,

yo aquí le voy a cortar

las demás quedan pendientes.

 

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