Citas clandestinas

Semanario
/ 25 mayo 2008

    Casi es medianoche. Voy en el asiento trasero de un taxi mientras mis manos sudan copiosamente, he tenido infinidad de citas románticas pero ninguna tan excitante como esta. Mi amiga Itzel me introdujo en uno de esos foros sexuales de Internet donde pasa de todo. Cada uno de los participantes sabe lo que busca y no se complica la vida. Es uno de estos lugares donde todo mundo busca sexo sin compromiso, no hay límites, el único límite existente es tu propio placer.

    No hay nombres reales, sólo personas reales con las que puedes citarte para una noche de sexo desenfrenado y si cualquier otro día te la llegas a encontrar en un centro comercial acompañado de su familia, ambos fingirán no haberse visto ni conocerse y aquí no ha pasado nada. Sólo han sido dos extraños que en determinado momento dieron rienda suelta a sus deseos más profundos, satisfaciéndose mutuamente el uno al otro hasta el desmayo.

    Había quedado de verme con "Alex 2000" en un departamento de uno de sus amigos del foro, en un viejo edificio del centro de la ciudad. Lo único que él sabía de mí era que me llamaba "Sugar Baby", nuestros únicos encuentros habían tenido lugar en el ciber espacio. Esta noche sería nuestro primer encuentro real. El taxi se desvió al estar bloqueada una calle por reparaciones del centro histórico, respiré profundo y me tranquilicé.

    No llevaba ropa interior, como me lo había pedido Alex, en mi bolso traía 3 cuerdas que él me había encargado, ya que me enseñaría las bondades del "bondage". El taxi se detuvo en la dirección indicada, nerviosa y excitada subí por las escaleras hasta el tercer piso, antes de tocar a la puerta dudé por un instante pero mi excitación pudo más y, con una seguridad que estaba lejos de sentir, toqué tres veces como habíamos quedado. Me gustó lo que se mostraba ante mis ojos, Alex ataviado con un antifaz negro y un suspensorio blanco, como en la foto usada en su nick. Me desabroché la blusa y dejé que la falda se deslizara piernas abajo, observando cómo "algo" cobraba vida entre la fina tela de su blanco suspensorio.

    Sin hablar, se acercó a mí, tomándome entre sus brazos y depositándome en la cama. Sacó de mi bolsa las cuerdas, luego inmovilizó mi cuerpo con algunos nudos estratégicamente colocados sobre ciertas zonas erógenas de mi anatomía, después masajeó e impregnó todo mi cuerpo de un caliente aceite aromático. Se quitó el suspensorio cubriéndome la cara con él, excitándome al aspirar su olor a hombre, a macho en celo y pensando en las partes que éste había estado protegiendo. Siendo poseída sin poder mover un solo músculo de mi cuerpo, para finalmente sentir como se derramaba sobre mí.

    Nos despedimos sin habla. Sería hasta nuestro próximo encuentro en el ciber espacio donde comentaríamos los momentos vividos durante esta experiencia y ultimamos los detalles para concretar nuestra próxima cita. Donde nos podríamos atrever libremente a disfrutar de aquellas formas de amor de las que nuestras parejas, tal vez se asustarían de sólo proponérselas, dejandonos la opción de disfrutar de ellas en la clandestinidad.

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