Una mamá oso y sus tres crías “visitan” colonia de Saltillo; vecinos los sorprenden
La cena está lista. El ruido de cubiertos envuelve la conversación entre papá, mamá e hijos. ¿Cómo estuvo tu día?, pudo haber dicho alguno como cada noche, pero no esta noche. El silencio atraviesa la cocina como un zarpazo. ¿Qué fue eso?, pregunta uno de los niños y señala la ventana que enmarca un fondo negro y garabatos de luz que no cobran forma. Pero algo se mueve. ¿Qué es?, insiste el pequeño. Papá se acerca a la ventana: ramas, hojas y algo oscuro que trepa por el tronco del árbol. Parece un gato, dice y busca el mejor ángulo en el que la luz de la cochera salpica el follaje. O un perro, duda al ver una criatura grande de pelaje oscuro, colgada de una rama, luego otra, otra y otra.
“Al llegar nos encontramos unas 100 ó 150 personas alrededor de un árbol, cerca de un arroyo, porque había una familia de osos”, explica Juan Carlos Guerrero, inspector de la Policía Ambiental.
“Lo que hicimos fue acordonar el área, retirar a la gente porque aunque fuera madrugada estaba lleno de gente, pasaban en taxis y se querían tomar la foto”, dice Guerrero.
Dos patrullas de la Policía Ambiental, unidades y agentes de la Policía Preventiva y Protección Civil observan a la familia de osos y cuidan que ningún humano se acerque. La vida silvestre puede ser impredecible, no hay que subestimar el instinto de una osa, el mamífero terrestre más grande de México, para proteger a sus crías.
Las horas pasan y los osos siguen ahí, iluminados por el foco de la cochera a menos de un metro de la casa. Es una noche de otoño en el sur de Saltillo, donde la mancha urbana avanza hasta la sierra de Zapalinamé, hogar de esta especie considerada en peligro de extinción en el país aunque el Sureste de Coahuila cuenta con una población creciente de osos.
A las 04:00 de la madrugada, la mamá oso baja del árbol. Observa, olfatea y seguramente llama a sus hijos porque los tres pequeños también bajan y la siguen. La familia camina por el arroyo y se adentra en la sierra. Juan Carlos Guerrero y sus compañeros recorren el arroyo esa noche y la mañana siguiente: los osos regresaron a su hábitat.
Para los vecinos de Lomas de Lourdes, el avistamiento de osos es algo común y cada vez más frecuente. “Hay temporadas que los osos bajan de la sierra a buscar alimento. Por lo regular en invierno se encierran, ya no salen”, apunta Guerrero Reyes.