El golf, pasatiempo y sufrimiento del jubilado Michael Phelps

Miami. Para un niño que sufrió trastorno de hiperactividad, pocas cosas deben ser más insoportables que estar jubilado a los 27 años. Quizás por eso el ex nadador estadounidense Michael Phelps, el deportista con más medallas olímpicas de la historia, tiene ahora en el golf un reto que es a la vez sufrimiento y pasatiempo.

"Es tan frustrante", dice Phelps con ampollas en las manos tras ensayar 500 swings en tres horas y cansarse como nunca lo había hecho en la piscina. Así se ve al ex nadador en "The Haney Project", el "reality" que el lunes estrenó Golf Channel en Estados Unidos y en el que se irán viendo cada semana sus progresos con los hierros.

Phelps, posiblemente el jubilado más joven del planeta, dispone de todo el tiempo del mundo y de mucho dinero para dar forma a una nueva vida tras retirarse en los Juegos de Londres, donde acabó su carrera deportiva con un total de 22 medallas olímpicas, 18 de ellas de oro.

"¿Y ahora qué?", se preguntó. La respuesta la halló en el green. Phelps está decidido a ser un buen jugador de golf, que será deporte olímpico en los Juegos de Río 2016.

De momento no está para pensar en metas imposibles. Y es que el golf puede ser muy duro hasta para Phelps, al que en los episodios restantes se le verá maldiciendo y lanzando hierros por los aires, desesperado ante tanta infructuosa repetición obsesiva.

"Esto es diferente para mí", dice jadeante Phelps al famoso entrenador Hank Haney, que no puede creer que el deportista olímpico más exitoso de todos los tiempos no soporte el ritmo con los dos pies sobre el césped.

La madre de Phelps reveló que ya de niño le dijo que quería jugar al golf. Sin embargo, no lo probó hasta 2008. Y le gustó. Dos años después conoció a Haney y después de Londres 2012 comenzó en serio el proceso de aprendizaje.

"¿Cuántas horas necesitaré al día?", le pegunta Phelps, acostumbrado a la disciplina de trabajo y motivado por su naturaleza competitiva. "No habrá horas", le contesta Haney.

El primer diagnóstico es que la anatomía de Phelps, una de sus ventajas en el agua, le perjudica en el golf. La enorme flexibilidad y rotación de sus largos brazos y hombros provoca que amplíe demasiado el swing. Eso influye en su precisión. Potencia tiene, es cuestión de trabajar el control.

Más allá de las ampollas y de las frustraciones, el programa muestra a un Phelps encantado con las dificultades del reto.

"Tengo una meta en todo lo que hago", dijo recientemente Phelps al diario "USA TODAY". "Hay días en los que tengo buenos hoyos, pero aún hay otros horribles, así que ojalá pueda ser más regular, es algo que me gustaría lograr", agregó.

Entre sus logros ya se cuenta un largo putt embocado en el Alfred Dunhill Links Championship del año pasado.

"El potencial es ilimitado debido a su capacidad atlética", lo animó Haney. "Además, tiene una gran disciplina de trabajo y ha tenido entrenador toda la vida, así que está acostumbrado a recibir instrucciones, eso marca la diferencia".

"Me divierto. Viajo por el mundo, juego en un campo de golf diferente casi todos los días. Está siendo un retiro bastante bueno", afirmó Phelps la pasada semana en una primera prueba (y quizás no la última) con el bate de béisbol.

No parece que de momento eche de menos la piscina. "Muchos grandes deportistas volvieron tras retirarse. Simplemente yo no me veo haciéndolo".

"Quiero ser un buen jugador de golf, pero eso no es algo que se consiga de la noche a la mañana. Como tampoco la natación, tuve que invertir muchos años", agregó. Tiempo tiene.