Historias futboleras de inseguridad

Deportes
/ 3 marzo 2016

    El balompié mexicano ha sido testigo de algunas historias de secuestro y violencia por parte de futbolistas y entrenadores quienes han sido víctimas de la delincuencia organizada.

    Ciudad de México.- El futbol mexicano, que hoy más que nunca se une a la campaña por un 'México Seguro', guarda también historias de secuestros y violencia.

    El antecedente más antiguo data del 8 de marzo de 1976. El entonces presidente de la Federación Mexicana de Futbol y del Atlas, Juan de Dios de la Torre, fue sorprendido afuera de sus oficinas, en Guadalajara, y privado de la libertad por cuatro sujetos fuertemente armados. El dirigente fue liberado el 15 de marzo de ese año, tras cubrir la familia 6 millones de pesos. La detención de los delincuentes ocurrió en mayo.

    Años después, el 21 de febrero de 1980, Salvador García Ruiz, presidente de la Unión de Curtidores, fue secuestrado en León, Guanajuato, por tres individuos que exigían 4 millones de pesos. El rapto sólo duró 40 minutos.

    En ese mismo año, el empresario Nicandro Ortiz, propietario del Morelia, también fue víctima de un secuestro. Después de ser liberado, el dirigente vendió sus acciones.

    Pasó algún tiempo para que el balompié se viera involucrado en más delitos de esta naturaleza. El 17 de febrero de 1999, Alvaro Campos, padre del ex portero de la Selección Nacional, Jorge Campos, fue secuestrado y liberado el 23 de ese mismo mes. El rescate costó cerca de 200 mil dólares.

    Además, el 4 de octubre de 2004, el portero Alberto Becerra sufrió las consecuencias de un secuestro, cuando jugaba para el Puebla. Y el 19 de julio de 2005 ocurrió el sonado caso del entrenador argentino, Rubén Omar Romano, entonces a cargo del equipo Cruz Azul, quien fue puesto en libertad por integrantes de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), el 22 de septiembre del mismo año. Dos días después dirigió a los cementeros en el empate (2-2) contra los Dorados de Sinaloa, en el estadio Azul.

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