Como el ahuehuete de Reforma
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En nuestra sui géneris patria futbolera (integrada gallardamente por: Aficionados, periodistas y “opinólogos” de toda ralea), lo accesorio, casi siempre, tiene más relevancia que lo principal.
La semana pasada, fue verdaderamente turbulenta para el aparato de Selecciones Nacionales. ¿Qué fue lo que provocó el desgarramiento masivo de vestiduras en redes sociales y diversos programas radiofónicos y televisivos? Como siempre, lo menos importante: El viaje de Gerardo Martino a Argentina.
El clamor de ese indignadísimo sector de nuestra risueña nación pambolera, en resumen, era el siguiente: “¿Cómo es posible que no esté viendo partidos de la Liga MX? Es una vergüenza, le falta al respeto al futbolista nacional”, y varios etcéteras que, en honor a la verdad, da flojera redactar.
¿Tienen derecho a quejarse y a pensar que está mal lo que hace Martino? Sí. Pero, humildemente desde este rincón, me llama mucho la atención que la permanencia de Mónica Vergara como entrenadora de la Selección Femenil no haya causado ni el 3% de la molestia que provocó que Martino se tomara unos días.
Gerardo Torrado, Nacho Hierro y Luis Pérez pagaron por sus fracasos de este verano. Vergara, la madre del peor de los chascos (porque ni un pinchurriento gol anotó su equipo, y eso que jugaba como local), por ahora permanece en el cargo. Hay quien considera que no la despidieron porque es mujer y prefieren designar a la Comisión de Selecciones Nacionales Femeniles para que sea una mujer la que la despida.
De ser así, eso sí sería una vergüenza. El trato igualitario por el que las mujeres llevan peleando años, no busca que por el simple hecho de ser mujer se den privilegios. Sino que haya igualdad de condiciones y que, en el ámbito laboral, la capacidad sea la que determine todo.
Dos representativos nacionales se quedaron sin Mundial y sin Juegos Olímpicos, y lo que aquí desata la furia de todos es que un señor viajó para conocer a su nieto. Encima, dejando de lado que los partidos de la Liga MX nunca tuvieron tanto seguimiento por parte de un cuerpo técnico nacional, como ahora.
Martino está en Argentina y eso genera más encono, preguntas e indignación que lo mal que juega su equipo desde hace rato.
Que el director técnico no esté en México parece más importante que su cerrazón para probar a futbolistas que atraviesan mejor momento que sus convocados habituales. Esos temas, a mi entender, son el bosque que este árbol —tan irrelevante como el ahuehuete que pusieron en Paseo de la Reforma— está tapando a 15 minutos de que inicie Qatar 2022.