Pifias de Iker Casillas marcan el declive de un portero excepcional

Fútbol Internacional
/ 19 enero 2016

    En estos seis meses en Portugal, las actuaciones de Casillas han demostrado por que fue banca casi un año cuando José Mourinho era entrenador del Real Madrid.

    Por más de una década el portero español Iker Casillas fue uno de los mejores del mundo, su calidad bajo los tres palos era reconocida y los trofeos -como la copa del mundial de Sudáfrica 2010- lo respaldaban, pero sus últimas pifias dejan claro que ya no es el portero excepcional de antes.

    La carrera de un futbolista de calidad es corta, en especial en un equipo de élite europeo, pero la de un portero se puede extender unos cuantos años más.

    Por ello Casillas aceptó probar suerte tras una carrera consagrada en el Real Madrid, para dejar ese ambiente enrarecido, dividido entre filias y fobias. Con 34 años y un contrato fabuloso para las posibilidades de la economía futbolística portuguesa fichó el verano pasado con el F.C. Porto.

    En estos seis meses en Portugal, las actuaciones de Casillas han demostrado por que fue banca casi un año cuando José Mourinho era entrenador del Real Madrid.

    Iker ha perdido -como es normal a su edad- reflejos y agilidad, aquella capacidad de obrar milagros; ahora le llega, simplemente, la edad de no hacer tonterías.

    Pero incomprensiblemente las hace y se han acrecentado sus defectos. Iker no sale por alto jamás en los saques de esquina, no se impone en el área, trastabilla con frecuencia en el juego con los pies; el enemigo lo sabe y en la cabeza de portero ha quedado gravado el miedo. L

    as comparaciones por la edad han salido a relucir, ya que no hay explicación para este declive de un arquero excepcional.

    Ni siquiera la edad. Tiene dos años menos que Julio César, el colega brasileño del Benfica que va a renovar hasta los 38.

    Su mismo compañero en la reserva, Helton, cumple 37 años. Su admirado Gianluigi Buffon este mes sopla 38 velitas, y aunque le duelan los riñones, se hace respetar en el área de la Juventus.

    Las criticas y comparaciones surgen porque un error de Casillas fue el origen de la última derrota de su equipo en la liga portuguesa.

    No es el primer gran fallo desde su llegada en julio a Oporto, ni siquiera el único de su partido contra el Vitoria de Guimaraes.

    Fallos suyos facilitaron la eliminación de la Champions del equipo. El gran portero de España ha cumplido 34 años, pero en su especialidad, esa edad no es la de la inmadurez, síntoma que flota en sus actuaciones, destaca el diario español El País.

    En estos momentos los pretextos sobran, ya que un arquero de su calidad comprobada no puede cometer errores de novato, esta vez, nadie le tapaba ni le habían dejado vendido; no tenía que conseguir imposibles. Era él y la pelota.

    Solo había que cogerla o despejarla, pero Casillas tampoco la cogió, un jugador contrario se acercó y se encontró con el balón a sus pies y se la metió al exmejor guardameta del mundo. Como otras veces, la primera culpa fue de otros; pero Iker Casillas es un buen tipo, una buena persona, y después, ante los periodistas, reconoce sus culpas.

    El domingo, tras pitar el árbitro, se fue humildemente hacia la grada de sus seguidores, y les pidió perdón. De un tiempo a esta parte, Casillas más que un buen portero es un portero bueno.

    Antes de su llegada, el equipo no tenía un grave problema de porteros, pero la operación de marketing y, sobre todo, la amistad con su entrenador, Julen Lopetegui, animaron al presidente del club, Pinto da Costa, a ese sacrificio económico.

    El Porto, club siempre rivalizando con el poderío del Benfica de Lisboa, levantaba un trofeo inigualable: jamás el futbol portugués había tenido un jugador tan laureado, destaca el diario El País.

     

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