Dani Alves y su innecesaria defensa mediática
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La mujer que acusa a Alves tuvo que renunciar -a pesar de que es su derecho- a la compensación económica que le corresponde.
No voy a juzgar a Dani Alves, eso ya lo hace la justicia, no me corresponde y lo que pueda decir al respecto va a generar más ruido innecesario del que ya hay.
Es justamente en ese infinito mar de comentarios y reacciones en redes sociales que me llama poderosamente la atención la fortaleza y la necesidad que ha surgido por parte de una cantidad de cuentas -regularmente- utilizadas por hombres en defenderlo. Claro que el juicio social importa, pero el que más le debería preocuparle en este momento al brasileño es el judicial y para ello ganaba, según la jueza de su caso, 300 mil euros en Pumas. A mi parecer, suficientes.
A pesar de que instituciones como la Junta de Andalucía publicaron el año pasado que solo el 0.03% de las acusaciones por violencia sexual han sido falsas, las pocas que ha habido han servido de excusa para miles de personas que parece que no pueden concebir que haya acusaciones de violencia sexual.
Me llama la atención la energía que ponen en defender en un ámbito inútil como las redes sociales a millonarios -como Alves, Johny Depp o Diego Maradona-, como si las gracias por las que se hicieron famosos los hicieran incapaces. Y eso lo ven quienes nos rodean.
La mujer que acusa a Alves tuvo que renunciar -a pesar de que es su derecho- a la compensación económica que le corresponde en caso de haber sentencia para terminar con el mito -que obvio resurgió en redes sociales- de que acusó a un famoso millonario para obtener fama y/o fortuna.
Esa energía corresponde a que el sistema patriarcal nos favorece y cuando se toman acciones para criticarlo sentimos que es contra todos nosotros. Inconscientemente buscamos que el sistema prevalezca. Ya no digamos el pacto patriarcal, es que hay quien se rehúsa aún a reconocer que es privilegiado por ser hombre. Tenemos la violencia estructural en las narices y nos es más conveniente ignorarla. Preferimos imaginarnos que nos persiguen y señalan sistemáticamente cada que nos vemos exhibidos cuando somos violentos.
Uno de los conflictos que más me ha costado entender y hacer entender es que en la escala de la violencia creemos que no construimos la pirámide porque no somos violadores ni feminicidas, pero no vemos que construimos toda la estructura para que haya tantos en nuestro país.
Sí, sí, ya sabemos que no todos los hombres somos iguales, pero es que estoy completamente convencido de que nunca vamos a llegar a dimensionar el problema de la violencia de género simplemente porque no vivimos ni viviremos el miedo que tienen las mujeres que nos rodean.
No, no estoy diciendo que se les crea todo por ser mujeres pero según el INEGI 7 de cada 10 reportaron haber sufrido algún caso de violencia. A las que me rodean les creo.
No tendría que ser necesario apelar a la cercanía para generar empatía, pero ¿cómo van a sentirse seguras nuestras compañeras si la narrativa -consciente o inconsciente- es tratar de denostar sus luchas?
A los millonarios ya les llegará su juicio ante las instancias pero nosotros sí podemos, por lo menos, cambiar de perspectiva, sentarnos a escuchar, aprender y corregir la balanza que ya tenemos a nuestro favor.