El Mundial iguala todo
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El Mundial tiene ribetes interesantes que no siempre están ligados a la lógica competitiva. En todo caso, el Mundial iguala y no necesariamente el que gana es futbolísticamente el mejor.
Bélgica y Croacia se instalaron en las Semifinales por diferentes caminos. Los belgas dominaron la fase de grupos, pero ese impulso se vio comprometido en Octavos frente a Japón.
Y desde esa épica remontada ante los asiáticos (0-2 / 3-2) construyeron el quirúrgico triunfo ante Brasil (2-1) en Cuartos. Bélgica ganó todo lo que jugó. Por convicción y por momento.
Encontró sus riquezas en el Mundial.
Croacia infló el pecho con el categórico 3-0 sobre la raquítica Argentina en la segunda fecha del Grupo D. Fue el mejor resultado que ha conseguido en el Mundial. Tuvo una gran fase de grupo y después, se mantuvo.
No ganó en 90 minutos ni en Octavos ni en Cuartos. Le fue bien en los penales frente a Dinamarca y Rusia. Efectividad o casualidad. Circunstancias. Hablar de suerte en los penales es tan subjetivo como el futbol.
El Mundial, a diferencia de una eliminatoria o un campeonato de Liga, reduce el margen de tolerancia y no da revanchas inmediatas, y por lo mismo, jugar bien no es requisito indispensable para sortear las etapas.
A los belgas le alcanzó, hasta ahora, con llevar los partidos de fase final a una zona incómoda para los rivales. Frente a Brasil, primero buscó blindarse para después romper. El plan estuvo a tono con lo que una instancia decisiva demanda: la prioridad es siempre no perder.
Brasil quiso ganar por posesión y peso específico, pero no supo qué hacer en la adversidad. Tocar el balón o tener mejores futbolistas no te garantiza nada en un Mundial y mucho menos en 90 minutos. El efecto igualador disipa la abundancia.
Los croatas saben lo que tienen. Para convencerse de lo que puede lograr, un equipo de clase media debe entender, de entrada, sus límites, y trabajar los partidos dentro de ese cuadro. Croacia no se ha salido de su jurisdicción. No fue más que Dinamarca y Rusia. Tampoco menos.
Por el mérito competitivo de jugar al límite de su capacidad colectiva y por los penales, Croacia se mantiene vigente. No sabe si el plan será resistente ante Inglaterra, pero hasta donde llegó el cuadro de Dalic confirma que para avanzar en un Mundial, más que futbol, se
necesita tener un conocimiento claro de las propias debilidades.
Luego, las fortalezas, bien dominadas, ingresan en el casillero de la ganancia. En un Mundial no siempre llega a las instancias finales el mejor de todos, sino quien sabe jugar acorde a lo que exige un torneo que, como primera ventaja de valor para cualquier seleccionado, es lograr una considerable reducción de errores.