LA FENAMAC

Deportes
/ 25 mayo 2017

    El ajedrecista mexicano es quejumbroso por naturaleza. Invierte mayor profundidad en sus lamentaciones que en sus cálculos sobre el tablero. La Federación Nacional de Ajedrez es el constante blanco de sus delaciones.

    Por su parte, la FENAMAC juega con la confianza de los ajedrecistas como si fueran naipes con los que trata de construir un volátil castillo.

    En el campeonato Nacional e Internacional Abierto de León 2017 –el evento más importante del año- casi alcanzó el cometido de realizar un torneo impecable: la sede, organización e incluso los comentaristas invitados resultaron en conjunto un gran éxito… pero, en el último día, cuando ya muchos estaban a punto de partir, trascendió en Facebook la noticia de un Maestro Fide suplantando a un jugador de cuarta fuerza.

    La histeria colectiva se esparció en un santiamén. El MI Jesús Aldair Flores Guerrero fue objeto del linchamiento virtual junto (obviamente) a la FENAMAC, omitiendo por completo supuesto prestanombres de cuarta fuerza del que ahora nada se sabe. 

    La situación ofendió tanto a algunos, que se transformaron en detectives para recabar pruebas de que Aldair, disfrazado con cubrebocas y cachucha, efectivamente había intentado burlar las reglas y cobrar en una categoría inferior.

    Dicho desliz bastó para echar por tierra todo el trabajo de los organizadores; ni los torneos nocturnos o charlas para maestros o exhibición de simultáneas fueron suficientes para salvar la dignidad de la FENAMAC en lo que pudo ser uno de los mejores torneos de los últimos años.

    En ajedrez existe un concepto llamado “Zugzwang”, palabra alemana que podría traducirse como “la penosa obligación de jugar”. Sucede que a veces preferiríamos pasar el turno y no hacer nada, pero eso es imposible. Estamos obligados a mover, aunque cualquier cosa que hagamos nos lleve a la derrota.

    El caso del cubrebocas, más que un duelo de publicaciones “facebookeras”, es un hecho que dejará una profunda herida en el ajedrez mexicano. De ser cierto, habrá que sancionar a los involucrados; pero en caso contrario, aquellos que difamaron al MI deberán recibir -al menos- una reprimenda. 

    Si bien, es indispensable que los organizadores y árbitros garanticen el cumplimiento de las reglas, la falta de ética de cualquier ajedrecista no es responsabilidad de la federación.

    Custodiar la identidad de más de mil 400 participantes es una labor cuasi-titánica y, por desgracia, las prácticas de “coyotaje” son más comunes de los que se piensa; aunque otras situaciones no han alcanzado el impacto mediático como el caso de Aldair, son igual de indignas por el desprestigio que le añaden al juego de reyes; acciones todas censurables que deberían desaparecer por completo: arreglar tablas, dejarse perder, trampas con ayuda externa, apuestas. 

     Es la responsabilidad de cada ajedrecista, velar por la honorabilidad del juego y mantener en todo momento el juego limpio y justo.
    Aldair y sus inquisidores ya realizaron su jugada. Es turno de la FENAMAC de tomar una decisión. Zugswang. Parece que aquí, nadie gana. El que pierde es el ajedrez mexicano. Una lástima.

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