Saltillenses festejan copa azulcrema: el ‘¡Sí se pudo!’, resuena en la Alameda
Las calles del centro de Saltillo se llenaron de aficionados americanistas que celebran por todo lo alto el 14vo título alzado por el club de Coapa, esta noche ante Tigres
Como ya es costumbre futbolera, una vez más las calles aledañas a la Alameda Zaragoza, dieron cabida a la hinchada del América para festejar su esperado triunfo en la final del futbol. y por momentos, prácticamente era imposible dar flujo a la vialidad.
La fanaticada de la oncena derrotada en el campo de juego, en mucho menor medida, también se dio cita para “celebrar” el haberse quedado en la orilla del título liguero, aunque no podían ocultar la mirada de tristeza y el haber derramado algunas lágrimas en la disputa por el campeonato en el llamado “juego del hombre”, minutos antes, ya fuera en un domicilio particular o en algún restaurante, bar o cantina dominguera.
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Familias enteras, aprovechando que la temperatura no era tan fría, se animaron a acudir al tradicional paseo saltillense para dar vueltas y vueltas alrededor de la Alameda, emulando a sus ídolos en la vuelta olímpica que acostumbran realizar aquellos gladiadores de pantaloncillos cortos que son coronados por los laureles del campeonato, la máxima gloria a la que pueden aspirar los equipos del futbol mexicano.
Como nunca faltan los prietitos en el arroz, no faltaron los jóvenes y adultos jóvenes que, ya encervezados y con copas de más, iban a bordo de carros y camionetas consumiendo bebidas embriagantes y escuchando música de banda, narcocorridos, cumbias sonideras y rolas “reggaetoneras”, con las bocinas a todo vuelo, como para intentar “culturizar” a todos los habitantes del primer cuadro de la ciudad.
Los clásicos y destemplados gritos del “¡Sí, se pudo! ¡Sí, se pudo!”, el “¡No que no cab...!”, “¡Odiénme más!”.
Además del grito prohibido en los estadios de futbol, aquel del “¡Eeeehhhhh...!” se escucharon en repetidas ocasiones, en momentos en que la pasión futbolera se confundía con una franca borrachera en la vía pública, mientras que los oficiales de la Policía Municipal hacían lo posible por agilizar el tráfico, descongestionar vialidad y tratar de calmar los ánimos entre los enfiestados aficionados.
Por las banquetas y corredores interiores de la Alameda se podían observar a parejas de jóvenes, novios o esposos, en las que el hombre y la mujer caminaban tomados de la mano, aunque sus corazones latieran por otro amor igual de intenso o aún mayor, según delataba el hecho de que él luciera la camisa con los colores del uniforme de las Águilas y ella la de los Tigres, o viceversa.
A otras parejas, ajenas al mundo, preferían entretenerse en sus “cosas” y que el mundo ruede.
Desde las seis de la tarde, o un poco antes, los restaurantes, bares y cantinas de la zona centro y en diversos puntos de la ciudad, empezaron a llenarse con grupos de aficionados de ambos equipos para disfrutar o sufrir en pareja, en familia o con los cuates el desarrollo y el desenlace del juego de campeonato. En las casas, familiares y amigos se reunieron para ver el encuentro en medio de la tradicional carne asada.
Ah, sí. También llegaron fans de Chivas cantando “me gustan las putas y estimulantes...”. Eran niños de 8 a 12 años, alentados por la familia, sonrientes ellas y ellos.
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