Todas queríamos ser Nadia Comaneci
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La campeona olímpica y primera gimnasta en obtener la calificación perfecta, hoy cumple 61 años.
A quienes la vimos no se nos va a olvidar nunca. En la década de los 70 era casi casi un lujo tener televisión a color en casa, pero la imagen, aun en blanco y negro, de una adolescente menudita volando como un hada entre las barras paralelas nos mantuvo hipnotizados frente a la pantalla. Bailaba sobre el potro de gimnasia completamente concentrada, sin expresión en el rostro y sus grandes ojos puestos en ella misma. Al terminar la rutina, el mundo quedó confundido al ver el 1.0 de calificación, porque ni la pizarra estaba preparada para la perfección de Nadia Comaneci. Ese puntaje significaba que la gimnasta rumana de 14 años había alcanzado la calificación perfecta y el suceso quedó grabado para siempre en la historia de los Juegos Olímpicos. Solo entonces, cuando la medalla de oro refulgía sobre su pecho, la nueva campeona sonrió.
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Después de ese día, 18 de julio de 1976, todas queríamos ser Nadia. El cabello estirado, recogido en una cola de caballo era el peinado que predominaba entre las filas para entrar al salón de clases, eso sí, con el fleco al ras de las cejas, igual que Nadia. Se multiplicaron las inscripciones a las escuelas de gimnasia y las abuelas tenían el argumento perfecto para hacer que sus nietas mejoraran la postura: “Camina derechita, como Nadia”. Nunca antes el nombre de la gimnasta figuró tanto en las actas de nacimiento. La música que flotaba en el aire eran las notas del “Tema de Nadia”. Todas soñábamos con que la fuerza de gravedad nos hiciera los mandados, como a Nadia, y lo más que podíamos hacer era andar de puntitas imitando la gracia de la chica que se robó el corazón de la humanidad completa.
UNA HISTORIA HORRENDA
Desde Montreal, Canadá, Nadia Comaneci había cambiado al mundo atrayendo las miradas hacia Rumania, entonces bajo el régimen comunista, encabezado por el dictador Nicolae Ceauceșcu, cuyo nombre se dispersó en los noticieros y páginas de periódicos en 1989, cuando fue ejecutado a raíz del estallido de la revolución en aquél país.
En noviembre de ese mismo año, unos días después de la caída del Muro de Berlín, quienes admiramos el logro olímpico de la joven atleta, vimos con asombro cómo salió a la luz que Nadia Comaneci, que había escapado de Rumania donde por largo tiempo estuvo cautiva por Nicu Ceauceșcu, hijo del depuesto dictador.
Las versiones que circularon respecto a la fuga de la campeona olímpica coincidían en que el hijo del dictador la sometía y la convirtió en su amante de manera forzada; que la torturaba y no le permitía competir fuera del país, dichos que la deportista ha desmentido todas las veces que se le pregunta.
Después de ese episodio, con 28 años de edad, Nadia Comaneci construyó su vida en Oklahoma, Estados Unidos, donde se casó en 1996 con Bart Conner, gimnasta y campeón olímpico, igual que ella. En 2006 nació el hijo de ambos, Dylan Paul Conner.
ESTUVO CERCA DE SALTILLO
En 1977, Nadia Comaneci visitó tierras mexicanas y tuvo una exitosa exhibición en el Palacio de los Deportes, en la Ciudad de México, así como una presentación privada en el parque recreativo Nova, localizado en San Nicolás de los Garza, Nuevo León, a la que solo pudieron asistir socios de ese club.
Hoy, en su cumpleaños 61, Nadia Comaneci tiene un hospital que lleva su nombre en Bucarest, capital de Rumania; dedica su tiempo a practicar gimnasia con niños que presentan discapacidades y desempeña actividades filantrópicas en favor de la Fundación Laureus.