La pandemia agrava la economía en Cuba: Turismo, el golpe certero a la isla

El gobierno de la isla mantuvo a raya el coronavirus, pero la caída del turismo a raíz de la pandemia ahorcó a su economíaED
Por: AUGUSTÍN Y FRANCES ROBLES
LA HABANA.- Fue un día de suerte para el guía de turismo desempleado de La Habana. La fila para entrar al supermercado estatal, que puede significar una espera de ocho o diez horas, era corta, de solo dos horas de duración. Y, mejor aún, el guía, Rainer Companioni Sánchez, consiguió pasta de dientes —un hallazgo raro— y gastó tres dólares en carne enlatada.
“Es la primera vez que la vemos en largo rato”, dijo, compartiendo la victoria con su novia. “La carne esa en lata es muy muy cara, y compramos una cada uno sencillamente porque a veces en emergencia no hay carne en ninguna parte”.
Cuba, un estado policial con un fuerte sistema de salud pública, fue capaz de controlar rápidamente el coronavirus durante los primeros meses, incluso cuando la pandemia puso en crisis a las naciones más ricas. Pero su economía, que ya estaba siendo afectada por las sanciones de Estados Unidos y la mala gestión gubernamental, era particularmente vulnerable a la posterior devastación económica.
A medida que las naciones cerraron los aeropuertos y bloquearon las fronteras para combatir la propagación del virus, los viajes de turistas a Cuba se desplomaron y la isla perdió una importante fuente de divisas, lo que la sumió en uno de los peores déficits de alimentos en casi 25 años.
Los alimentos suelen encontrarse únicamente en tiendas gestionadas por el gobierno, que se abastecen de importaciones y cobran en dólares. Incluso en estas tiendas, la mercancía es escasa y los precios pueden ser exorbitantes.
“Es una tienda en una moneda que el cubano no cobra”, dijo Lázaro Manuel Domínguez Hernández, de 31 años, un médico que obtiene dinero en efectivo de un amigo en Estados Unidos para gastar en una de las 72 nuevas tiendas en dólares. “Esto como que marca la diferencia de clases, porque no todo el mundo puede comprar aquí”.
Salió del supermercado Puntilla con un carrito lleno de cóctel de frutas, queso y galletas de chocolate que cargó en un taxi Dodge de los años 50.
La economía de Cuba estaba en problemas antes del coronavirus. Entonces, el COVID-19 le puso fin al turismo. Las remesas enviadas por los cubanos que viven en el extranjero comenzaron a secarse ya que la enfermedad provocó enormes pérdidas de empleo en Estados Unidos.
Eso dejó al gobierno cubano con muchas menos fuentes de ingresos para comprar los productos que vende en las tiendas estatales, lo que provocó una escasez de productos básicos en toda la isla. A principio de este año, el gobierno advirtió que los productos de higiene personal serían difíciles de conseguir.
Cuba se enfrenta a la “triple amenaza de Trump, Venezuela y luego la COVID”, dijo Ted A. Henken, profesor en Baruch College y coautor del libro Entrepreneurial Cuba.
‘COVID fue lo que los llevó al límite’
La pandemia, y la recesión que siguió, empujó al gobierno a anunciar que, tras años de promesas, cumpliría una serie de reformas económicas destinadas a estimular el sector privado.
El Partido Comunista dijo en 2016 que legalizaría las pequeñas y medianas empresas privadas, pero nunca se estableció ningún mecanismo para hacerlo, por lo que los propietarios de las empresas siguen sin poder obtener financiamiento, firmar contratos como entidad legal o importar bienes. Ahora se espera que eso cambie y que se legalicen más líneas laborales, aunque no se han anunciado los detalles.
Cuba también tiene un historial de ofrecer reformas solo para revocarlas meses o años después, dijeron los empresarios.
“Se echan para atrás, avanzan y vuelven a retroceder”, dijo Marta Deus, cofundadora de una revista de negocios que posee una empresa de reparto. “Necesitan confiar en el sector privado por toda su capacidad de proveer para el futuro de la economía. Tenemos grandes ideas”.
El gobierno culpa de la situación actual directamente a Washington.
Cada vez que alguien daba positivo en Cuba, era llevado al hospital durante dos semanas —incluso si era asintomático— y las personas con las que había tenido contacto eran puestas en aislamiento durante dos semanas. Los edificios de apartamentos donde había focos de contaminación, e incluso manzanas enteras de la ciudad, estaban cerrados a los visitantes.
Después de marzo, las personas que ingresaron vía aérea también tuvieron que aislarse en centros de cuarentena, y los estudiantes de medicina fueron de puerta en puerta para examinar a millones de personas diariamente. Es obligatorio llevar cubrebocas (o nasobucos, como se conocen en la isla) y las multas para quienes sean sorprendidos sin usarlo son estrictas.
Con los vuelos internacionales prácticamente paralizados, los oficiales de inmigración ahora están asignados a hacer guardia fuera de los edificios de apartamentos en cuarentena, asegurándose de que nadie entre o salga las 24 horas del día.
En un edificio en cuarentena en Boyeros, un vecindario cerca del aeropuerto de La Habana, un oficial de inmigración se sentó a la sombra mientras mensajeros y familiares dejaban comida para los que estaban dentro. Daniela Llanes López, de 21 años, dejó verduras para su abuelo, que estaba internado ahí porque cinco personas en su edificio habían dado positivo.
“En Cuba no conozco a nadie que conozca a alguien que haya pasado por coronavirus”, dijo Llanes, quien estudia alemán en la Universidad de La Habana, señalando que sí conoce a personas en Alemania que contrajeron la enfermedad.
Las estrategias funcionaron, aunque cuando las autoridades comenzaron a levantar las restricciones en julio y abrieron playas, bares y transporte público, la capital de la nación vio un aumento en los casos y se impuso un toque de queda en La Habana.
“Cuba es buena en crisis y buena en el cuidado de la salud preventiva”, dijo Katrin Hansing, profesora del Baruch College que pasó el pico de la pandemia encerrada en Cuba. El apoyo al gobierno fue notable, dijo; incluso si las colas en las tiendas eran largas, la gente se sentía a salvo del virus.
Muchos cubanos esperan ahora que las reformas económicas estimulen al sector privado y permitan a los operadores comerciales independientes poner en marcha la economía.
Camilo Condis, un contratista eléctrico que ha estado sin trabajo durante meses, dijo que los cambios deben llegar rápidamente, y deben permitir que Cuba funcione, ya sea que Estados Unidos esté bajo una segunda presidencia de Trump, o a cargo de Joe Biden. “Como decimos aquí los cuentapropistas: ‘Todo lo que quiero es que me dejen trabajar’”, dijo.
Ahora, Cuba enfrenta su peor momento de la pandemia. A partir de enero, cada día se reportan al menos 500 contagios, incluso el pasado martes se tuvo la jornada con más personas infectadas: mil 008 casos. Así, la salud y la economía están en un punto crítico.