Influentes, antitrumpismo y Taylor Swift: el plan electoral de Biden
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Mientras el expresidente Donald Trump avanza a toda velocidad hacia la nominación republicana, el presidente Biden se ha apresurado a inyectarle energía a su candidatura
Por Reid J. Epstein, Lisa Lerer, Katie Glueck and Katie Rogers
Tras el rápido avance de Donald Trump hacia la nominación republicana, el presidente Biden se ha apresurado a inyectarle energía a su candidatura a la reelección.
Mientras el expresidente Donald Trump avanza a toda velocidad hacia la nominación republicana, el presidente Biden se ha apresurado a inyectarle energía a su candidatura a la reelección, dando inicio a lo que muy probablemente será un enfrentamiento desagradable, desalentador e históricamente largo hasta noviembre entre dos candidatos impopulares.
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Tras meses de lenta preparación en los que solo realizó un acto público de campaña, Biden ha organizado una serie de mítines en los estados más disputados, advirtiendo que la propia democracia está en juego en 2024.
El mandatario designó a dos de sus funcionarios de mayor confianza en la Casa Blanca para que tomaran el timón de su campaña de reelección en Wilmington, Delaware, luego de que Trump se hiciera con el control de las primarias republicanas más rápidamente de lo que esperaban los asesores de Biden.
Otros colaboradores del presidente están elaborando listas de posibles representantes, incluidos personas con cargos electos, influentes en las redes sociales y el apoyo de sus sueños más salvajes: la superestrella mundial Taylor Swift.
“Empieza el juego, comienzan las elecciones presidenciales”, afirmó la representante por Nuevo Hampshire, Ann McLane Kuster, presidenta de la Coalición de Nuevos Demócratas, un grupo de 97 demócratas centristas de la Cámara de Representantes. “Tenemos que ganar esto”.
En una contienda sin parangón histórico —una campaña entre dos presidentes, uno de los cuales se enfrenta a 91 cargos penales—, Biden está haciendo una apuesta extraordinaria: que Trump siga siendo una fuerza tan dinamizante de la vida estadounidense al punto de que el actual líder de la nación pueda convertir las elecciones de 2024 en un referendo que no esté centrado en su gestión, sino en la de su predecesor.
Resucitando una versión del argumento que les funcionó en 2020, el equipo de Biden y sus principales aliados planean presentar a Trump como una amenaza mortal para el gobierno y la sociedad civil estadounidense, y apuestan a que los temores por la posibilidad de otra turbulenta gestión de Trump pesen más que las preocupaciones sobre la edad y la vitalidad de Biden. Las encuestas han mostrado que Biden va por detrás de Trump en el enfrentamiento directo, y que muchos votantes demócratas son reacios a volverlo a respaldar.
Los ayudantes del presidente planean combinar un ataque directo contra Trump con un fuerte enfoque en el derecho al aborto, presentando el tema como un símbolo de los grandes esfuerzos conservadores para restringir las libertades personales.
Creen que cuanto más vean y oigan a Trump, las personas se sentirán menos inclinadas a votar por él, y la campaña de Biden podrá utilizar sus palabras sobre temas como el aborto y la atención medica en su contra.
Los colaboradores de Biden alegan que los votantes recuerdan muy bien los acontecimientos del 6 de enero de 2021, convirtiendo ese día en un referente similar a los atentados terroristas del 11 de septiembre. Creen que un mensaje anti-Trump sobre la democracia puede persuadir a los votantes demócratas para que apoyen a Biden y ganarse a los independientes que apoyaron a Trump en 2020, pero que desaprueban su comportamiento desde entonces.
El ataque del 6 de enero también se cierne sobre la campaña de Biden de otra manera: a diferencia de 2020, el presidente y su equipo creen que el final de las elecciones no será en noviembre, sino el 6 de enero de 2025, cuando el Congreso cuente los votos del Colegio Electoral.
El equipo de Biden está formando una fuerza de ataque legal en los estados más disputados con el fin de prepararse para una serie de desafíos, como las cuestiones relativas a los derechos básicos de voto, pero que se extienden a la certificación de las elecciones en virtud de la Ley de Reforma del Recuento Electoral, la ley federal de 2022 que pretendía evitar cualquier repetición del intento de Trump de anular las elecciones de 2020.
Los demócratas han esgrimido con éxito un mensaje centrado en Trump incluso con el expresidente fuera del cargo, como en las elecciones de medio mandato de 2022 y en más de dos decenas de elecciones el año pasado. Ahora que todo apunta a que volverá a ser candidato presidencial —y mientras sigue marcando el rumbo de la política republicana—, los principales aliados de Biden ven una oportunidad para establecer un marcado contraste.
“Una vez más”, dijo el gobernador de Minnesota, Tim Walz, presidente de la Asociación de Gobernadores Demócratas, hay una “elección binaria: democracia y libertad contra extremismo y caos. Temas reales que afectan a la gente o tonterías sin sentido que se inventan”.
Sin embargo, las elecciones no solo se centrarán en Trump.
A muchos demócratas les sigue preocupando que centrar su atención en él no consiga dinamizar a los votantes que ya son pesimistas respecto a Biden. Las encuestas muestran que algunos de los votantes negros, latinos, jóvenes y de los suburbios que lo llevaron a la victoria en 2020 se han vuelto contra él, en parte por recelos sobre su edad, su historial económico y su apoyo a Israel.
Los asistentes de campaña y los altos funcionarios descartan en gran medida esas preocupaciones, y creen que las actitudes sobre la economía, al menos, cambiarán a medida que muestre mayores signos de mejora.
Para convocar al creciente número de votantes que no consumen noticias a través de los medios tradicionales, la campaña tratará de contactarlos a través de las redes sociales, con videos de personas influentes e incluso de quienes tienen menos seguidores.
Durante una parada en Carolina del Norte este mes, Biden hizo una visita de una hora a la casa de un simpatizante al que se le cancelaron los préstamos estudiantiles a través de un programa federal. Más tarde, el hijo del hombre publicó un video de la visita de Biden en TikTok, la cual obtuvo millones de visitas: un modelo de cómo la campaña espera llegar a los votantes de nuevas maneras.
La campaña ha iniciado conversaciones con famosos y estrellas de las redes sociales sobre promocionar a Biden en Instagram y TikTok. Cuando Biden pasó por el sur de California en diciembre para recaudar fondos, la campaña dedicó tiempo a reunirse con personas influentes para proponerles que publicaran contenidos a favor de Biden. También hay planes, como informó por primera vez el domingo NBC News, de celebrar un evento de recaudación de fondos con dos expresidentes demócratas: Bill Clinton y Barack Obama, según dos personas familiarizadas con las conversaciones.
El mayor y más influyente objetivo de apoyo es Swift, de 34 años, la sensación del pop y entusiasta de la NFL, que puede movilizar a millones de seguidores con una publicación en Instagram o un comentario en mitad de un concierto. Swift apoyó a Biden en 2020 y, el año pasado, una sola publicación suya en Instagram consiguió 35.000 inscripciones de nuevos votantes. Los llamados de Swift para recaudar fondos podrían suponer millones de dólares para Biden.
El gobernador de California, Gavin Newsom, uno de los principales representantes de Biden, casi le rogó a Swift que se implicara más en la campaña de Biden cuando habló con los periodistas tras un debate de las primarias republicanas en septiembre.
“La posición de Taylor Swift es elevada y única”, dijo. “Lo que logró al conseguir que los jóvenes se activaran para considerar que tienen voz y que deberían tener una opción en las próximas elecciones, creo que es profundamente poderoso”.
La charla en torno a Swift y la posibilidad de llegar a sus 279 millones de seguidores de Instagram alcanzó tal intensidad que el equipo de Biden instó a los aspirantes a un puesto en el equipo de redes sociales a que no describieran su estrategia con Taylor Swift: la campaña ya tenía suficientes sugerencias. Una idea que se ha barajado, un poco en broma: enviar al presidente a una fecha del Eras Tour de Swift.
El representante por Carolina del Sur, James E. Clyburn, aliado clave de Biden, afirmó que los demócratas tenían que presionar a favor del presidente y recordarles a los votantes que los cambios tangibles en sus vidas —como un tope en el coste de la insulina o la primera reparación de una carretera o un puente— podrían estar vinculados a los logros del gobierno.
Según Clyburn, en la campaña de 2020 “la gente votó contra Trump. Esta vez, nuestra labor es convencer a la gente de que vote por Biden”.
“No podemos confiar en este material anti-Trump porque los partidarios de Trump van a acudir a votar en masa, porque están emocionalmente ligados a Trump”, prosiguió. “Tenemos que lograr que nuestros votantes estén emocionalmente ligados a Biden”.
La representante demócrata por Míchigan, Elissa Slotkin, candidata al Senado, dijo que los candidatos deben demostrar que entienden la ansiedad de los votantes por los temas económicos.
“La lección de los últimos siete años para nosotros en Míchigan tras la victoria de Trump fue que un demócrata con indignación está bien, pero un demócrata con un plan es poderoso”, dijo Slotkin. “Tienes que entender el estado de ánimo de la gente en la calle”.
Otros partidarios de Biden argumentan que los votantes no solo quieren oír hablar de su historial, sino también de lo que hará si es reelecto.
El representante demócrata por Nuevo Hampshire, Chris Pappas, instó a la campaña a trazar una “visión de futuro” sobre cómo abordará Biden las preocupaciones sobre la asequibilidad de la vivienda, los costos del cuidado infantil y la inmigración.
“No solo puede tratarse de volver a examinar el pasado. No solo puede consistir en hablar de las leyes que hemos aprobado”, dijo. “Tiene que girar en torno a responder a las preocupaciones inmediatas que tiene la gente en su vida cotidiana”.
Para ayudar a calmar esas ansiedades demócratas, Biden envió a Jennifer O’Malley Dillon y a Mike Donilon, dos altos asesores de la Casa Blanca, a Wilmington, Delaware, para que se dedicaran por completo a la campaña. Durante meses, los donantes y otros aliados habían expresado su frustración por un acuerdo en el que los principales responsables de la toma de decisiones en la campaña de Biden seguían desempeñando sus funciones en la Casa Blanca, mientras que los altos funcionarios de Wilmington se quedaban cumpliendo órdenes.
La campaña también ha respondido a las quejas sobre su lento ritmo de contratación al incorporar a un montón de nuevos miembros del personal. Ahora tiene más de 100 empleados, con equipos sobre el terreno en seis estados disputados y en Carolina del Sur, donde el sábado se celebrarán las primeras primarias demócratas reconocidas.
Sin embargo, muchos de los nuevos contratados trabajan en empleos más o menos similares a los que hacían en sus partidos estatales.
En Wisconsin, los seis nuevos miembros del personal de la campaña de Biden proceden del Partido Demócrata del estado, y todos siguen trabajando en las mismas oficinas y salas de conferencias. El portavoz de un comité de acción política que impulsó la inclusión del nombre de Biden en las papeletas de las primarias demócratas de Nuevo Hampshire, será el director de la campaña en ese estado.
O’Malley Dillon, que dirigió la campaña de Biden en 2020, es ampliamente considerada como una fuerza estabilizadora y llegará a Wilmington con la autoridad para tomar decisiones que no tenía la directora de campaña, Julie Chávez Rodríguez.
Kirk Wagar, un donante demócrata que fue embajador en Singapur durante el gobierno de Obama, dijo: “Tener el 100 por ciento de una mente como la de Jen O’Malley pensando en la campaña no puede ser otra cosa que estupendo”.
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