"¡Esta no es la juventud del papa!", Agnósticos también alzan su voz
COMPARTIR
España, definida en su Constitución como aconfesional, ya no es el bastión católico que fue en tiempos de la dictadura franquista (1939-1975).
Madrid, España.- "¡Esta no es la juventud del papa!". El cántico se ha escuchado estos días en el centro de Madrid, donde manifestantes laicos se han enfrentado verbalmente con peregrinos católicos, en unos sucesos hasta ahora sin precedentes en las anteriores visitas de un papa a España.
Oficialmente lo han gritado en rechazo al supuesto gasto público que la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) y la presencia de Benedicto XVI suponen para las arcas públicas de una España sumida aún en una grave crisis económica. Pero también en oposición a la propia estancia del pontífice y sus fieles en la capital española.
España, definida en su Constitución como aconfesional, ya no es el bastión católico que fue en tiempos de la dictadura franquista (1939-1975). Con la llegada de la democracia, las adhesiones a la Iglesia Católica fueron disminuyendo. Y la tendencia parece estar en consonancia con la de la mayoría de los países europeos.
"En Europa, la relación de muchos feligreses con su Iglesia es más distante, más pragmática y muchas veces también tiene un carácter meramente convencional", dijo a dpa el sociólogo alemán y experto en el tema Detlef Pollack.
Las cifras de creyentes en España siguen siendo altas si se comparan con otros países: el 71.7 por ciento de los españoles se dicen católicos, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS, estatal), frente al 87 por ciento de 1992. Pero la práctica es cosa aparte: sólo el 27 por ciento de ellos va a misa al menos una vez al mes.
Entre los jóvenes, apenas la mitad se considera católico y sólo el 10,3 por ciento es practicante. Se podría pensar que a gran parte de casi el 90 por ciento de los jóvenes españoles, la Iglesia católica le da igual. Eso en el mejor de los casos, porque algunos lemas coreados en las manifestaciones "laicas" de estos días han dejado claro que también existe un anticlericalismo entre ellos.
"¡Vuestro papa es un nazi!", han gritado algunos. "¡Menos curas, más cultura!". Y también "¡menos crucifijo y más trabajo fijo!".
Ahora, en la estela del "movimiento de los indignados", que ha demostrado cómo la ciudadanía puede levantar la voz para ser escuchada, al menos en los medios, las protestas contra la visita del papa se producen desde el miércoles bajo gran atención mediática, sobre todo porque en ellas se han enfrentado verbalmente y con gran tensión peregrinos y laicos en la Puerta del Sol.
Desde la llegada de la democracia, España "ha experimentado un fuerte proceso de desconfesionalización. Sin embargo, las actuales protestas no van dirigidas en primer lugar al papa, sino sobre todo contra la pérdida de separación entre Iglesia y Estado", dice el sociólogo Pollack.
Según dijo a medios españoles el catedrático de Historia Antigua Ramón Teja, que estos días dirige un curso sobre intolerancia religiosa en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, "la Iglesia tiene más privilegios ahora que con Franco. No ha habido nunca un gobierno que haya favorecido tanto a la Iglesia como el de (José Luis Rodríguez) Zapatero".
Teólogos progresistas critican al Ejecutivo socialista por "compensar" a la Iglesia Católica tras aprobar leyes incómodas para ella y que en los últimos años han llevado incluso a los obispos a salir en manifestación: el matrimonio homosexual, la agilización del divorcio, el aborto libre en las primeras 14 semanas, la experimentación con embriones...
Con esta visita de Benedicto XVI al país, el Ejecutivo ha aprobado deducciones fiscales a las empresas que han realizado donaciones para el desarrollo de la JMJ.
Además, recuerdan, el gobierno renunció a la ley de libertad religiosa que el Partido Socialista (PSOE) llevaba en su programa electoral y que pretendía evitar situaciones como los funerales de Estado católicos incluso cuando las víctimas no son creyentes y las tomas de posesión ante el rey, delante de un crucifijo.
Sin olvidar que ya durante la primera legislatura (2004-2008) de Zapatero, agnóstico confeso y defensor del laicismo, la Iglesia Católica consiguió lo que no había logrado con gobiernos anteriores conservadores: convertir en definitiva su financiación pública transitoria, y eso que en un principio Zapatero quería que cada religión se financiara con las aportaciones de sus fieles.
Con un Madrid lleno de decenas de miles de peregrinos de 193 países, el descenso de las adhesiones en España que tanto preocupa a la Iglesia católica no se nota. La jerarquía eclesiástica demuestra estos días su poder con el evento más multitudinario que organiza. Y sin duda ha logrado un gran éxito de afluencia de fieles a Madrid.
La JMJ estima la participación de un millón y medio en las jornadas, y lo que se ve estos días en la ciudad -vagones de metro colapsados por los jóvenes peregrinos, la Plaza de Cibeles y sus alrededores a reventar para ver al papa- hace pensar que la previsión se cumple. Pero no son sólo españoles los que asisten a las jornadas.
"La visita del Papa es un error, un pecado de lesa laicidad", ha asegurado el catedrático de Teología Juan José Tamayo.
"Esta visita va a reforzar el componente teatral de un catolicismo de masas, de ocupación y sacralización del espacio público, con el objetivo de atraer a los jóvenes -que llevan alejándose desde hace tiempo de la Iglesia- pero creo que no lo van a conseguir", asegura el catedrático. Y es que, dice, los mensajes que transmite el papa "están muy lejos de las inquietudes y problemas de la juventud".