Juan Pablo II rechazó el ensañamiento terapéutico: Barragán
COMPARTIR
<strong>Roma, Italia</strong>.- Juan Pablo II "rechazó" el ensañamiento terapéutico y cuando le dijeron que una nueva hospitalización no servía para curarle prefirió permanecer en el Vaticano y ponerse "en manos de Dios", según aseguró el cardenal mexicano Javier Lozano Barragán, "ministro de Sanidad" de la Santa Sede.<br>
"El (Juan Pablo II) preguntó: ¿si me lleváis al Gemelli me curaré?. La respuesta fue no. Entonces replicó: me quedo aquí (en el Vaticano) y me pongo en manos de Dios", afirmó Barragán en un congreso en Milán, del que se hace hoy eco "Corriere della Sera".
Lozano Barragán, según el diario, se preguntó "¿eso es un rechazo al ensañamiento terapéutico? y respondió que "sí, sí en el sentido de curas desproporcionadas e inútiles".
El diario añade, sin especificar si son palabras de Barragán o del autor de la nota, que si al Papa Wojtyla lo hubieran conectado a una máquina en el Policlínico Gemelli de Roma "tal vez habría vivido más allá del 2 de abril (de 2005, cuando falleció)
"Pero dijo a los médicos, ¿en el Gemelli me pueden curar?, ¿no?, pues entonces me quedo en mi apartamento", añade el diario.
El purpurado mexicano, de 74 años, hizo esas declaraciones durante un congreso sobre "eutanasia en Oncología", en el que se mostró contrario al "ensañamiento terapéutico, siempre que se definan cuáles son las curas desproporcionadas".
Expresó un "neto no" a la eutanasia y sobre el "testamento vital" dijo que siempre que sea una renuncia al ensañamiento terapéutico "no tiene objeciones morales", pero subrayó que hay que verificar que no se trata "de un pretexto para la eutanasia".
"La Iglesia Católica siempre está contra la cultura de la muerte y a favor de la vida, que no es negociable", afirmó Lozano Barragán, que señaló que el "antídoto" a la petición de morir de los enfermos es el "calor humano y las curas paliativas".
Las declaraciones de Lozano Barragán sobre Juan Pablo II se producen pocos días después de que una anestesista de la Universidad italiana de Ferrara, Lina Pavanelli, afirmara que el Papa Wojtyla "fue ayudado a morir", lo que, según ella, fue una aplicación la eutanasia, condenada por la Iglesia católica.
Según Pavanelli, a Juan Pablo II le colocaron una sonda nasogástrica sólo pocos días antes de morir, demasiado tarde, cuando ya había perdido quince kilos y estaba prácticamente agonizando.
La tesis de la doctora, expresada en la revista "Micromega", levantó una fuerte polémica, en la que no ha entrado el Vaticano directamente, aunque sí personal que estuvo al lado de Wojtyla.
El médico de Juan Pablo II, el doctor Renato Buzzonetti, desmintió a la doctora en un diario italiano, precisando que la sonda le fue colocada de manera permanente pocos días antes de morir, pero que desde mucho tiempo antes se la ponían y después quitaban para que pudiera aparecer en público.
Hoy, el vaticanista del "Corriere della Sera" Luigi Accatoli vuelve a ese tema y desvela una conversación entre Juan Pablo II y su secretario, Stanislaw Dziwizs (actual cardenal de Cracovia, Polonia), en la que, al parecer, le dijo: "sería mejor que me muriera si no puedo cumplir la misión que me ha confiado Dios".
Ese "deshago" del Papa con su secretario fue, según Accatoli, el Domingo de Resurrecciónde 2005. Era el 27 de marzo, seis días antes de su muerte.
Accatoli narra que aún no se había producido la "crisis decisiva", del jueves 31 de marzo, cuando la fiebre le subió a 39,6 grados y sufrió un colapso circulatorio, pero que ya ese domingo, después de ver como no podía hablar a los fieles que le esperaban en la plaza de San Pedro fue consciente de que "no había espacio para un Papa atado a una máquina".
Asegura que Juan Pablo II "descubrió el 23 de febrero" de 2005 la gravedad de su situación, cuando tuvo que ser de nuevo hospitalizado en el Gemelli por una crisis respiratoria aguda (fue hospitalizado en realidad un día después) y le fue practicada una traqueotomía.
Durante una decena de días se alimentó por la boca, precisa el periodista, que asegura que visto los problemas que tenía para alimentarse, desde el 21 de marzo y hasta su muerte tuvo colocada una sonda nasogástrica, que sólo se la quitaban cuando tenía que aparecer en público.