Camilo Torres, el cura insurgente vigente 50 años después de su muerte

Internacional
/ 16 febrero 2016

El sacerdote Camilo Torres, cinco décadas después de su muerte en combate con el Ejército colombiano, sigue vigente como símbolo de lucha del rebelde EL.

El sacerdote Camilo Torres, perseguido por su iglesia, por sus ideas de la teología de la liberación, vigilado por organismos de seguridad del Estado colombiano, que lo tenían reseñado como “izquierdista y comunista”, cumplió ayer 50 años de haber caído en combate en las filas del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

El sacerdote Camilo Torres, cinco décadas después de su muerte en combate con el Ejército colombiano, sigue vigente como símbolo de lucha del rebelde ELN, que este lunes lo recuerda con acciones guerrilleras en diferentes regiones de Colombia.

En los postulados político del ELN, el cura Camilo Torres, dejó una huella indeleble y marcó su sino ideológico, en una época en donde este sacerdote era el pionero de la teología de la liberación.

Camilo Torres Restrepo, nació en 1929 en el seno de una familia con suficientes recursos económicos para enviarlo a estudiar a las mejores universidades de Europa, en donde se formó como sociólogo y politólogo, que fue su gran complemento en de su carrera religiosa y después como insurgente.

El sacerdote rebelde es el símbolo de la lucha del ELN, su labor popular es recordada por su concepción de vida más allá de una propuesta armada, pues incluso pocas semanas después de su ingreso definitivo a las filas guerrilleras cayó abatido en un combate en el departamento de Santander.

A los pocos años de vida Torres abrazó fervientemente el sacerdocio y se apasionó por la concepción cristiana del amor como entrega al prójimo, postura desde la cual dio vía libre a su afán revolucionario.

El sacerdote Camilo es considerado por los historiadores colombianos como el más "esclarecido precursor de la Teología de la Liberación", no solo en Colombia, sino en América Latina.

Su relación con el ELN fue muy corta, pero su concepción revolucionaria marcó profundamente a este grupo que nació bajo la imagen y semejanza de la revolución cubana y el llamado foquismo del comandante Ernesto “Che” Guevara.

Incluso años después de su muerte, el grupo guerrillero siguió recibiendo en sus filas sacerdotes que se sintieron llamados a las armas, como el cura español Manuel Pérez, quien llegó a ser el máximo dirigente de la organización.

Camilo Torres fue un estudiante sobresaliente de la Universidad de Lovaina y en 1961 ingresó como capellán de la estatal Universidad Nacional de Colombia, que para muchos fue cuna del espíritu revolucionario de finales de la década del 60 del siglo pasado.

La rebeldía del sacerdote Camilo Torres, sus posiciones verticales y radicales contra la burguesía colombiana, de la cual hacía parte su principal núcleo familiar, hizo que la jerarquía de la iglesia católica lo presionara para que dejara la actividad política.

La postura hostil de la jerarquía católica, no frenó a Camilo Torres, en seguir apasionándose cada vez más con sus ideales y su compromiso con los más pobres de Colombia.

En 1965 fundó el Frente Unido del Pueblo, una propuesta política inspirada en el amor y el cristianismo, en luchar por las reivindicaciones y causas de los sectores más populares de la sociedad colombiana.

El mismo año de la creación del Frente Unido del Pueblo, Camilo Torres tomó la decisión de su vida: Cambiar la biblia por el fusil, la sotana por el verde oliva, las aulas de la facultad de sociología de la Universidad Nacional, y los salones de las acciones comunales en los barrios, por las montañas.

Durante 1965 y el auge que fue tomando el Frente Unido del Pueblo, Camilo Torres, empieza un intercambio epistolar con Fabio Vásquez Castaño, fundador del ELN y otros líderes universitarios que ya estaban en las filas guerrilleras.

A mediados de 1965 Camilo Torres deja la ciudad, y a sus amigos, como Gabriel García Márquez, con quien mantuvo una relación muy cercana, y pasa a la clandestinidad.

Camilo Torres, un hombre corpulento, alto, de ojos claros, que fumaba en pipa, llegó un día cualquiera de 1965 al campamento del ELN, con sus libretas de apuntes y algunos libros en inglés y francés, para sumarse a otros combatientes, unos universitarios y otros campesinos analfabetos.

Los fundadores del naciente ELN, no dimensionaron la importancia de tener en su filas a Camilo Torres, un hombre que se había ganado el afecto de las más populares y de los estudiantes colombianos, que lo vieron como referente de sus luchas sociales.

Camilo Torres ingresa al ELN como un guerrillero raso y con un pobre entrenamiento, con un rudimentario armamento, el sacerdote sale del campamento para su primer combate con el Ejército, y el 15 de febrero su grupo se enfrenta con las tropas de la Quinta Brigada de la ciudad Bucaramanga.

Paradójicamente, las tropas del Ejército eran comandadas por el coronel Álvaro Valencia Tovar, amigo de infancia de Camilo Torres, con quien tertuliaba en su juventud, pero respetándose cada uno sus ideas que eran diferentes como el agua y el aceite.

Camilo Torres, con 37 años de edad, el 15 de febrero de 1966, entra en combate con las tropas comandas por su amigo de infancia, trata de recuperar un fusil y en ese momento recibe dos tiros de carabina, muriendo al instante en una zona rural conocida como Patio Cemento, en jurisdicción del pequeño poblado de San Vicente de Chucuri.

El cuerpo de Camilo Torres, fue llevado a una fosa común con otros guerrilleros en San Vicente de Chucurí, pero luego el coronel Valencia Tovar, ordenó sacar el cadáver y sepultarlo en algún lugar no identificado de un mausoleo militar en Bucaramanga.

Los restos de Camilo Torres, 50 años después aún no se encuentran y el presidente Juan Manuel Santos ordenó su búsqueda, porque es una exigencia del ELN, para iniciar conversaciones de paz con el gobierno colombiano.

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