Cuando se cumple un año del sismo, Amatrice sigue destruida
El terremoto de magnitud 6.0 no fue el único en Amatrice y alrededores. Desde entonces, la tierra se mueve cada tanto en la zona montañosa y hace que las ruinas de las casas se vengan abajo del todo.
Cuando Nando Bonanni camina por lo que era su vida, el suelo tiembla bajo sus pies. Por todos lados hay escombros, vidrios y restos de una existencia que desapareció hace un año.
Bonnani avanza con grandes pasos por el lugar. "Aquí, como si hubiera caído una bomba. No, una bomba no hubiera provocado tanto daño como el terremoto, todo esta roto", dice y señala el local en el que aún hay mesas y sillas, pero todo está cubierto por el polvo. En las paredes y en el techo hay rajaduras amenazantes.
Hasta las 3:36 del 24 de agosto de 2016, éste era un restaurante típico de la comunidad italiana de Amatrice. Luego hubo un terremoto que eliminó 299 vidas y dejó devastadas localidades enteras. "Mi antigua vida ya no existe", dice Bonanni.
En la región entre Lacio, Umbría, Marcas y Abruzos, decenas de miles de personas se quedaron sin techo con el terremoto del 24 de agosto. El terremoto de magnitud 6.0 no fue el único en Amatrice y alrededores. Desde entonces, la tierra se mueve cada tanto en la zona montañosa y hace que las ruinas de las casas se vengan abajo del todo. La gente está desanimada. Pero muchos no se quieren ir.
"¿A dónde me voy a ir? Tengo 64...", dice Bonanni. Él era la tercera generación que regenteaba el restaurante. Quiere morir aquí, al igual que sus padres. "Antes charlaba con los clientes. Ahora ya no tengo nada que hacer. De día me tiro a dormir, y muchas veces empiezo a llorar", confiesa.
Vive junto a su restaurante junto a su esposa, en una casa rodante de 20 metros cuadrados. Al lado viven sus dos hijos con cinco nietos. Uno de los niños no pudo volver a dormir bien después del terremoto. Sus nietos lo alientan a seguir, dice Bonnani. Él tuvo la suerte de que nadie en su familia muriera. No fue lo mismo para sus vecinos y conocidos: muchos de ellos sufrieron la pérdida de seres queridos. Ahora espera que le llegue un bungalow en el que pueda vivir temporalmente. Al menos son 40 metros cuadrados.
"¿Los políticos? Bah...", dice con un gesto despectivo. Desde hace un año espera que pase algo. Pero las casas derruidas a su alrededor siguen ahí igual que después del terremoto. "Quiero reabrir el restaurante desde hace un año. Me aseguraron que en junio volverá a ser posible. Yo tenía la esperanza de llegar para esta temporada de verano", asegura.
El restaurante de Bonnani se encuentra a un viaje de 30 minutos lleno de curvas del centro histórico de la ciudad de Amatrice. Las imágenes del centro destruido de la ciudad con su torre de reloj recorrieron el mundo. Cerca de lo de Bonnani llegaron menos periodistas y políticos.
En el centro de Amatrice, en cambio, se encuentra la "zona rossa", es decir, la zona de exclusión, que forma parte del programa de visitas obligado de políticos y famosos. El príncipe Carlos se paseó allí entre los escombros, el papa Francisco rezó frente a las casas derruidas, incluso varios turistas pasan por allí, al punto que se han colocado carteles en los que se lee "No selfie". El director italiano Paolo Sorrentino rodó en una de sus iglesias una nueva película.
Los expertos en construcción explican que una reconstrucción así no se hace de la noche a la mañana. Si se ven las montañas de escombros de varios metros de alto en Amatrice, se comprende que es una tarea titánica. Sobre todo si la tierra sigue temblando. La burocracia mediante la cual el Gobierno quiere evitar que haya derivaciones corruptas y mafiosas no hace más que retrasar la reconstrucción.
Todo debe volver a estar "igual que antes", no más bonito, subraya el alcalde de Amatrice, Sergio Pirozzi. Este hombre que fuma en cadena y se convirtió por su presencia en los medios en algo así como la cara del sismo suele hablar de una "batalla" que hay que ganar. "La remoción de escombros va lenta. Los escombros representan para nosotros el dolor. Tengo distintas sensaciones. A veces la solidaridad me da fuerzas y a veces me enfado mucho por las demoras", dice.
Antes del terremoto Amatrice tenía 3,000 habitantes, ahora son algunos cientos. Algunos construyeron bungalows simples. No saben si podrán volver a sus casas.
El presidente de la región de Lacio, Nicola Zingaretti, dice que a pesar de todo la cosa avanza. Hasta ahora, fueron removidas 100,000 toneladas de escombros. Hay unos 30 pueblos de bungalows, un centro comercial y un supermercado fueron reinaugurados.
Al margen del centro de Amatrice, la zona se ve futurista. Allí se decidió una modernización radical. Reconocidos arquitectos propusieron una construcción de madera y vidrio. En el "Area Food" hay restaurantes que ya había en la ciudad vieja. "Este es mi antidepresivo", dice el alcalde Pirozzi y señala el coqueto edificio construido con donaciones.
El antidepresivo de Bonnani son sus animales. La región de Lacio le construyó un bonito establo donde mantiene unos centenares de ovejas. Por la noche nació un cordero. Bonnani lo alza. "¡Miren!". De alguna forma, la vida sigue su curso.