Del festejo al horror: una noche de Janucá bajo fuego en Bondi Beach

Internacional
/ 16 diciembre 2025

En cuestión de segundos, al comprender que estaban bajo una lluvia de balas, el pánico se desató

AUSTRALIA- Era el tipo de domingo por la tarde que atesoran los habitantes de Sídney que llaman hogar a Bondi Beach: grupos de amigos recostados en la arena, surfistas con trajes de neopreno empapados regresando a tierra, niños risueños riendo con el suave romper de las olas como telón de fondo.

En un parque cubierto de césped, con un área de juegos en uno de los extremos de la playa, estaba en marcha una tradición arraigada: la celebración anual de Janucá junto al mar, donde cientos de personas, desde niños pequeños hasta abuelos, disfrutaban de la primera noche de la fiesta de las luces con música, pintura facial, una gran menorá y una parrillada.

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Hacia las 6:30 p. m., un hatchback grisáceo se detuvo cerca de allí. Dos figuras vestidas con camisetas oscuras descendieron del vehículo. Portaban armas de cañón largo y tomaron posición en una pasarela elevada con vista a la celebración. Sonaron una serie de estallidos rápidos que algunos reconocieron como disparos. Pero muchos otros pensaron que debían de ser fuegos artificiales; tratándose de Bondi Beach y de Australia, la alternativa era impensable.

En cuestión de segundos, al comprender que estaban bajo una lluvia de balas, el pánico se desató. Una madre joven tomó a su bebé de 17 meses y se lanzó debajo de una parrilla metálica. Otra mujer apartó sillas de plástico y empujó al suelo a su hija de 26 años y a su madre octogenaria.

“No paraba”, dijo otra mujer que estaba en el evento, que solo dio su nombre como Pearl. “Estábamos totalmente expuestos en ese espacio tan reducido. Éramos presas fáciles”.

Al otro lado de la calle, Kaitlin Davidson, enfermera de 28 años, vio a los dos atacantes en el puente directamente desde la ventana de su apartamento en planta baja.

$!Dos hombres judíos se abrazan tras la oración matutina en el lugar del mortal tiroteo en Bondi Beach, Sídney, Australia.

“No paraban de recargar”, dijo. “Tenían una cantidad aburda de munición y varias armas”.

El lunes, las autoridades dijeron que los dos atacantes eran un padre y su hijo, de 50 y 24 años. La policía registró dos domicilios relacionados con los hombres, pero seguía sin estar claro cómo y por qué perpetraron el peor tiroteo masivo en Australia en casi tres décadas. Lo que sí resultaba evidente era que su intención había sido atacar a judíos, una comunidad que ya estaba en vilo por el alarmante aumento de episodios antisemitas en Australia.

El hombre más joven había estado en el radar de las autoridades desde 2019, pero no había “indicios de una amenaza actual ni de que fuera a involucrarse en actos de violencia”, dijo el lunes el primer ministro Anthony Albanese.

Cuando todo terminó, 14 personas habían muerto en el lugar de los hechos, incluido el atacante de mayor edad. Otras dos víctimas, entre ellas una niña de 10 años, que habían sido trasladadas a hospitales, murieron allí, informó la policía el lunes.

Los cerca de diez minutos de decenas de disparos transformaron el tramo de casi un kilómetro de Bondi Beach en una escena sacada de una película de catástrofes: multitudes de bañistas, turistas y transeúntes huyeron y corrieron en todas direcciones, saltando autos y trepando muros de hormigón, dejando atrás sandalias, teléfonos, bolsos y muchísimas toallas de playa de colores.

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Algunos agentes que llegaron en cuestión de minutos comenzaron a disparar contra los atacantes, pero, según un testigo, sus pistolas parecían claramente superadas por las armas de fuego que portaban los tiradores.

Benjamin Holzman, de 42 años, que estaba en el evento con su esposa y su hija de 5 años, dijo que los disparos de la policía sonaban como pequeños estallidos, en comparación con la detonación de las armas de los atacantes, que, según él, “casi sonaban como un misil”. La policía no especificó qué armas se utilizaron en el tiroteo del domingo, pero dijo que el sospechoso de más edad era propietario legal de armas y tenía seis armas de fuego registradas legalmente.

Holtzman dijo que su familia se escondió detrás de un poste de unos treinta centímetros de ancho. Cerca de allí, dijo, otro padre intentó consolar a su hijo pequeño contándole un cuento en voz baja.

En un momento dado, uno de los tiradores bajó del puente y se acercó aún más al evento. Estaba cerca de una fila de autos estacionados cuando un transeúnte, identificado posteriormente como Ahmed el Ahmed, corrió hacia él, lo derribó y lo desarmó. El atacante retrocedió hasta el puente peatonal.

$!Las autoridades australianas informaron que el tiroteo fue perpetrado por un padre y su hijo. Más de tres docenas de personas fueron hospitalizadas.

Allí, finalmente, ambos tiradores parecieron caer al suelo. Cuando cesaron los disparos, Davidson cruzó corriendo la calle para ayudar, identificándose como enfermera. En un lado del puente, vio a una agente de policía que había recibido un disparo en su chaleco antibalas. Davidson le retiró el chaleco a la agente y comprobó que no estaba gravemente herida. Luego, alguien la condujo al otro lado, donde vio aquello contra lo que habían estado disparando los atacantes.

“Era una zona de guerra”, dijo Davidson.

Habían personas que recibieron disparos en las piernas, las nalgas y los hombros. Otros habían recibido disparos en la espalda, al parecer mientras huían, relató.

Al otro lado de un sendero angosto que separaba el lugar del área de juegos, decenas de socorristas que se habían reunido para la fiesta anual de Navidad de su club de salvamento acuático observaban la situación.

“Sonaba como si estuviera ocurriendo a nuestro alrededor. Había una enorme sensación de miedo”, recordó Ben Ferguson, un socorrista voluntario. Alguien del club gritó: “Dios mío, está recargando”, dijo.

Casi en cuanto cesaron los disparos, antes de que se supiera dónde estaban los atacantes, un socorrista con formación militar salió corriendo para llevar a los niños a un lugar seguro dentro del club, dijo Ferguson.

Al mirar por la ventana y ver a las personas expuestas aún sobre el césped, Ferguson dijo que se sintió abrumado por “una enorme sensación de culpa”, y él y otros salieron corriendo a ayudar. Utilizaron tablas de rescate como camillas y trajeron todas las toallas que pudieron de la sede del club para que sirvieran de torniquetes.

“Los primeros 15 minutos fueron un delirio”, dijo Ferguson. Dijo que la comunidad de salvamento acuático atrae a personas naturalmente empáticas, y que todos se sintieron impulsados a ayudar.

David Smith, de 25 años, voluntario de Community Health Support, una organización judía que brinda asistencia a personas con necesidades médicas, fue enviado por el grupo al lugar del tiroteo.

Fue de paciente en paciente, evaluando sus heridas y clasificándolos según la prioridad de atención médica (rojo para los casos más urgentes, que incluían a más de 20 víctimas). La gente gritaba, y los niños buscaban a sus padres, recordó, mientras algunos de los heridos gritaban, exclamando que no habían hecho nada para merecer esto.

Debido a lo unida que es la comunidad judía de Bondi, Smith conocía a tres de los muertos y a tres de los heridos que seguían en el hospital, dijo. La tragedia fue aún más irreal porque esa playa pintoresca había sido el escenario de su vida cotidiana, dijo.

“Este es mi recorrido matutino para correr, este es mi baño de la tarde”, dijo.

Durante horas, un equipo improvisado de paramédicos, policías, socorristas y decenas de otras personas que corrieron hacia el lugar en vez de alejarse de él trabajó para estabilizar a las víctimas y trasladarlas en ambulancias. Un grupo de tablas de rescate ensangrentadas permaneció toda la noche en el centro del parque, ahora acordonado como escena del crimen.

El lunes por la mañana, grupos de vecinos bajaron a la playa todavía intentando dar sentido a lo incomprensible.

Yvonne Haber, arquitecta que ha vivido en Bondi durante tres décadas, dijo que el ataque fue aún más doloroso porque la playa ha estado en el corazón de la comunidad judía de Sídney desde que los primeros refugiados que huían del Holocausto se establecieron allí tras la Segunda Guerra Mundial.

“Bondi ha sido a menudo un lugar donde los judíos se reúnen para formar una comunidad unida”, dijo Haber, de 62 años. “Ésta es nuestra peor pesadilla”. c. 2025 The New York Times Company.

Por Victoria Kim and Livia Albeck-Ripka, The New York Times.

The New York Times es un periódico publicado en la ciudad de Nueva York y cuyo editor es Arthur Gregg Sulzberger, que se distribuye en los Estados Unidos y muchos otros países. Desde su primer Premio Pulitzer, en 1851, hasta 2018, el periódico lo ha ganado 125 veces.​

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