El reto de la comunidad LGBT de Orlando: volver a la normalidad
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Tras el ataque a Pulse, activistas y líderes tratan de que las minorías sexuales de la ciudad puedan superar las consecuencias de la masacre.
Este jueves en la noche, el Parliament House, uno de los centros más carismáticos para la comunidad LGBT de Orlando, tendrá una fiesta especial: Unidos: United for the Pulse Employees.
Es el mismo bar que el domingo en la noche, cuando siquiera habían pasado 24 horas del tiroteo que más víctimas mortales ha dejado en la historia de Estados Unidos, decidió seguir con las puertas abiertas. Fue un gesto para demostrar que los gays, lesbianas, transgénero y bisexuales han recorrido un gran camino como para desandar lo que tanto les ha costado.
El espectáculo del domingo se convirtió en un homenaje a las víctimas, igual a lo que sucederá este jueves. Ambas iniciativas ponen sobre la mesa cómo ha quedado una comunidad que tan solo hace un año vio reconocido su derecho por la Corte Suprema a contraer matrimonio.
“Aquí hay un estado de devastación. Aquí parece como si hubiera pasado una guerra”, explica Pedro Julio Serrano, un activista gay de Puerto Rico que viajó desde Nueva York para consolar a la comunidad.
Serrano es muy conocido en Orlando, donde vive un gran número de sus connacionales. Desde que llegó el lunes, ha podido contemplar el estado en el que se encuentran los miembros de las minorías sexuales: “Estamos en la calma después de la tormenta”.
El lunes por la noche, el Parliament se encontraba vacío. En el restaurante, tan solo dos mesas ocupadas. En las zonas de baile, podían contarse las sombras en el suelo.
“La gente está devastada”, confirma Roxi Santiago, una voluntaria lesbiana en The Center, el centro LGBT de Orlando. Lleva desde el domingo prestando ayuda ante una situación que jamás había imaginado.
Las consecuencias de esta masacre ya se aprecian en la sede de The Center. Al entrar, todo el mundo debe enseñar bolsas y mochilas (“Por razones obvias”, explica un joven puertorriqueño que hace ahora de seguridad. “Antes no era así”).
En el interior, folletos informativos sobre qué es el trauma y cómo lidiar con el estrés han sustituido a los trípticos sobre cómo prevenir enfermedades sexuales. Desde que el domingo se supo la magnitud del ataque, han implementado un programa para ayudar a los familiares, a los amigos o a cualquiera que se haya visto golpeado por el ataque a Pulse.
“Somos fuertes y vamos a lidiar con esta situación”, afirma Santiago. Se muestra optimista. Conoce muy bien la comunidad LGBT de la región y sabe que es “feliz y fuerte”. De hecho, esta experiencia cree que los puede unir aun más.
Pero no puede dejar de expresar su preocupación por “las consecuencias que pueden tener en el futuro”.
Este lugar icónico para la comunidad LGBT no es el único que intenta hacer que todos puedan comenzar a recuperarse de esta tragedia. Más de 20 organizaciones han creado una coalición llamada Somos Orlando. Buscan ofrecer servicios para que, cuanto antes, los miembros LGBT puedan superar el doloroso recuerdo de la masacre.
“Esto va a unir más a la gente para poder luchar contra la cultura del odio”, cree José García, miembro del caucus LGBT democrático del condado de Polk, situado en el suroeste de Orlando.
Pese al temor de que hechos como el acaecido en la madrugada del domingo puedan volver a repetirse, las personas LGBT “no van a cambiar su forma de vida y van a estar más unidos”, explica García.
Un ejemplo de sus palabras fue la multitudinaria vigilia que el lunes en la noche se celebró en el centro de la ciudad. Miles de personas asistieron a un evento catártico donde se gritó que Orlando seguirá adelante y no se dejará intimidar. Pero las proclamas bienintencionadas chocaban con la angustia que aún imperaba en la comunidad LGBT.
Las heridas están aún tan recientes, que amigos de Javier-Jorge Reyes solo podían sostener un retrato suyo en medio de la multitud. Las lágrimas les impedían hablar.
Este jueves, cuando comience el show a medianoche en el Parliament House, desde el escenario rendirán un homenaje a las víctimas. Pero también tratarán, como muestra el cartel que anuncia el evento, de que todo vuelva a la normalidad, tal como era antes del sábado.