La Iglesia destruyó archivos sobre abusos sexuales: cardenal

Internacional
/ 24 febrero 2019

El cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich, en su intervención en el plenario reconoció que la Iglesia destruyó archivos sobre abusos sexuales. Confesión grave que puede tener consecuencias jurídicas y canónicas

Roma. La última jornada de la cumbre antipederastia fue intensa y rica en contenidos, así como en revelaciones. El cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich, en su intervención en el plenario reconoció que la Iglesia destruyó archivos sobre abusos sexuales. Confesión grave que puede tener consecuencias jurídicas y canónicas.

La Superiora General de la Sociedad del Santo Niño Jesús, sor Verónica Openibo, de origen africano, animó a los obispos a mantener la tolerancia cero hacia los abusos sexuales. Oportuno posicionamiento frente a algunos detractores que afirman que la expresión está muy gastada. Finalmente, Valentina Alazraki, reportera de Televisa en Roma, en su posicionamiento como decana de la fuente, cuestionó: mi sensación es que dentro de la Iglesia hay aún mucha resistencia a reconocer que el problema de los abusos existe y que hay que enfrentarlo con todas las herramientas posibles. Algunos creen que sucede sólo en algunos países, yo creo que podríamos hablar de una situación generalizada, quien más, quien menos, que de todas formas hay que enfrentar y remediar. Su intervención ha generado muchas interrogantes en México.

En Roma se padeció la entrada un nuevo frente frío. Las ráfagas de viento helado fueron potentes. Los ciudadanos romanos volvieron a vestir pesados abrigos. Víctimas y sobrevivientes integrantes de organizaciones internacionales como la Red de Sobrevivientes de Abusos Cometidos por Sacerdotes (SNAP) y Término del Abuso Clerical (ECA, por sus siglas en inglés), realizaron una marcha que partió de la Piazza del Popolo, pero aún no contaban con la autorización del municipio, por lo que había tanquetas y soldados que impedían el paso de los doscientos manifestantes.

Pese al riesgo, los impulsores de la movilización decidieron iniciar la marcha con pancartas alusivas a la pederastia clerical. Para su sorpresa, los vehículos militares les abrieron paso y los carabinieri se acercaron a decirles: ¡Adelante, estamos con ustedes. Apoyamos su causa! Sin embargo, el contingente no pudo llegar a la Plaza de San Pedro sólo hasta el Castel de Sant’Angelo.

Ya no hay autoridad moral

En ese momento, en el interior de la nueva sala del sínodo, la exposición del cardenal Marx, arzobispo de M?unich, calificado como progresista, tuvo una intervención fuerte al admitir que Los archivos que hubieran podido documentar estos actos terribles e indicar el nombre de los responsables fueron destruidos o incluso no se llegaron a crear, el también presidente de la conferencia episcopal alemana abundó: Los mecanismos y procedimientos establecidos para procesar los delitos fueron deliberadamente ignorados, e incluso cancelados o anulados. Los derechos de las víctimas han sido pisoteados y dejados a merced de cada individuo.

Por ello, deploró el desplome en la credibilidad de la Iglesia y el derrumbe de su autoridad moral, al sentenciar: La desconfianza institucional conduce a teorías conspirativas sobre una organización y la creación de mitos sobre ella. Se puede evitar si los hechos se exponen de forma transparente. A juicio de di- versos expertos en derecho internacional, dichas declaraciones podrían tener consecuencias judiciales. Sea que las víctimas demanden o que los propios estados atraigan los graves casos.

Por otra parte, también en la mañana, la religiosa africana Verónica Openibo, ante 190 participantes, reclamó al Vaticano que sigue sin hacer públicas las cifras de denuncias y procedimientos canónicos sobre pedofilia. Además de reivindicar la tolerancia cero denostada por algunos actores curiales, aseguró que al momento presente vivimos un estado de crisis y de vergüenza. Hemos ofuscado gravemente la gracia de la misión de Cristo.

Al final de esta conferencia, solicitó, elijamos deliberadamente romper con cualquier cultura del silencio de los secretos entre nosotros, para hacer entrar más la luz en nuestra Iglesia.

Por su parte, Valentina Alazraki, en un espacio de intervención ante los 114 presidentes de conferen-cias episcopales, recordó que está en la fuente vaticana desde 1974, con Paulo VI, y ha cubierto ya a cinco pontífices.

Tuvo lances audaces, al advertir: Si ustedes no se deciden de manera radical a estar del lado de los niños, de las mamás, de las familias, de la sociedad civil, tienen razón a tenernos miedo a los medios, porque los periodistas, que queremos el bien común, seremos sus peo-res enemigos.

En México ya hay reacciones, en especial de los ex legionarios que fueron abusados por Marcial Maciel, quienes en redes cuestionan: La palabra de Alazraki no vale gran cosa, pues ella, durante décadas, no dijo una sola palabra de los testimonios de las víctimas de Marcial Maciel, dependiente como es del sistema de Televisa. ¿Cómo entender este giro después de tantos años de silencio y complicidad de las televisoras? ¿Ha cambiado la línea editorial adentrándose en temas que antes esta-ban inhibidos?

En todo, bienvenido el cambio, el caso de Valentina Alazraki nos recuerda la reivindicación de Jacobo Zabludowsky, quien fue la voz nefasta del sistema político casi 30 años. Para dar un vuelco de mayor libertad en el ocaso de su larga carrera periodística.

A pesar de que esta tercera jornada ha sido intensa y crítica, quedan aún muchas dudas. ¿Dónde están las medidas concretas que pidió el papa Francisco? ¿Cuáles son los cambios tangibles que demanda la sociedad a la Iglesia? ¿Seguirán el Papa y los obispos en el nivel discursivo de las buenas intenciones sin correcciones precisas? La palabra la tiene ahora el Papa Francisco, quien en la celebración eucarística de este domingo dará las palabras conclusivas. La ex-pectativa sigue alta y, por el bien de la Iglesia, Francisco debe estar a la altura de la crisis de pederastia que tanto se ha debatido en las últi-mas semanas.

TEMAS

COMENTARIOS

Selección de los editores