La posible llegada de la Caravana Migrante durante la Cumbre de las Américas puede afectar la imagen de Biden
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La posible llegada de una caravana de migrantes durante la cumbre de Biden podría generar una oportunidad para que sus críticos ataquen su manejo de los asuntos en la frontera
Autor: Michael D. Shear, New York Times
Funcionarios gubernamentales dijeron que el presidente Biden estaba decidido a no ignorar a las naciones al sur de Estados Unidos, particularmente la devastación económica en algunas áreas que está desestabilizando la región y socavando el comercio. (Kenny Holston/The New York Times)
La reunión no contará con la presencia de los presidentes de varios países importantes de la región y su agenda ha generado numerosas críticas.
WASHINGTON — El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tiene previsto llegar a Los Ángeles el miércoles para ser el anfitrión de una cumbre de tres días con líderes latinoamericanos, donde espera poder demostrar su capacidad para enfrentar los problemas económicos y migratorios que impulsan los desafíos más serios de la región.
Pero, antes de tener su primera reunión, el mandatario ha sido objeto de un boicot por parte de algunos de los jefes de Estado más importantes, que se han negado a asistir porque Biden excluyó a varios dictadores de la región. Su agenda para el evento, que incluye una serie de anuncios que serían muy importantes, está siendo recibida con profundo escepticismo.
Además, una caravana de miles de migrantes se dirige al norte de México con la esperanza de cruzar hacia Estados Unidos mientras Biden está en California, un pequeño pero visible recordatorio de los problemas fronterizos que han plagado su presidencia.
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Biden se enfrenta a la improbable perspectiva de lograr un progreso diplomático serio en un momento en el que muchos de sus homólogos dudan del compromiso de Estados Unidos con la región.
“No creo que esta cumbre se celebre en el momento oportuno ni estará destinada a grandes cosas”, dijo Andrés Rozental, quien fue vicecanciller de México durante seis años. “No tengo muchas esperanzas de ningún avance importante. La gente está escéptica, y luego esperarán a ver si sale algo”.
Durante su campaña presidencial, Biden no ocultó su deseo de reorientar la política exterior de EE. UU. hacia Asia, centrándose en la influencia emergente de China. Desde que asumió el cargo, se ha centrado en la invasión de Ucrania por parte de Rusia, pasando meses forjando coaliciones entre los países europeos.
Según algunos funcionarios del gobierno, Biden está decidido a no ignorar a las naciones al sur de Estados Unidos, y se centra en la devastación económica en algunas áreas que está desestabilizando la región y socavando el comercio.
El anuncio principal de esta semana será la creación de lo que su gestión define como la Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica, cuyo objetivo es ayudar a los países a recuperarse de la pandemia del coronavirus y enfrentar los desafíos económicos a largo plazo.
Funcionarios gubernamentales dijeron que Biden propondrá reformas al Banco Interamericano de Desarrollo para alentar más inversión privada en la región e inversiones de 300 millones de dólares por parte de Estados Unidos para combatir la inseguridad alimentaria. El martes, la vicepresidenta Kamala Harris anunció promesas de inversiones por un valor de 1900 millones de dólares por parte de empresas privadas durante los próximos años.
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Pero no está claro si las inversiones serán lo suficientemente sólidas como para evitar que esos países recurran a China en busca de ayuda, un objetivo clave para Biden.
“Difícilmente puede cubrir las necesidades de infraestructura aquí”, dijo Rozental. “Build Back Better se ha quedado prácticamente en el camino. Simplemente no hay nada que me indique que Biden va a presentar algún tipo de ‘Nuevo trato’ para América Latina”.
Para Harris, a quien Biden asignó el trabajo de abordar las causas de la inmigración ilegal, la cumbre podría haber sido una oportunidad para demostrar su eficacia. Después de reunirse este año con la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, Harris dijo que era optimista sobre el estado de las relaciones que estaba construyendo con los líderes de la región.
Pero ni Castro ni los líderes de El Salvador, Guatemala o México asistirán a la cumbre, lo que socava la evaluación de la vicepresidenta sobre sus relaciones con esos gobiernos. Los desaires se produjeron después de casi un mes de intentos por parte de Estados Unidos para asegurar la participación de esos países.
La insistencia de Biden de que los líderes de Cuba, Nicaragua y Venezuela no asistieran a la cumbre fue vista en muchas capitales como una señal del imperialismo estadounidense y una falta de voluntad para abordar de manera honesta los complejos problemas de la región.
Las tres naciones centroamericanas conocidas como el Triángulo del Norte —El Salvador, Guatemala y Honduras— que junto con México son la fuente de alrededor del 66 por ciento de la migración ilegal en la frontera con Estados Unidos, decidieron enviar a sus cancilleres a la cumbre como señal de protesta.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, acusó a Biden y Harris el lunes de adoptar “la vieja política de intervencionismo, de falta de respeto a las naciones y a sus pueblos”.
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Los funcionarios de la Casa Blanca trataron de minimizar el efecto de las ausencias de los líderes, diciendo que los cuatro países enviarían delegaciones de alto nivel a la cumbre y firmarán anuncios conjuntos al final de las reuniones.
“Estados Unidos sigue siendo la fuerza más poderosa para impulsar acciones hemisféricas que aborden los desafíos centrales que enfrentan los pueblos de las Américas: desigualdad, salud, clima y seguridad alimentaria”, dijo el lunes Karine Jean-Pierre, secretaria de prensa de la Casa Blanca. “Y el presidente sigue siendo un líder en el hemisferio”.
Pero las ausencias subrayaron el hecho de que Estados Unidos ha luchado durante décadas con el fin de poder brindar ayuda efectiva para las naciones del sur.
Miles de millones de dólares fueron destinados a América Central y del Sur a lo largo de los años, algunos de esos aportes fueron supervisados por Biden cuando era vicepresidente y el presidente Barack Obama lo designó para desarrollar la Alianza para la Prosperidad. En 2015, ese programa envió 750 millones de dólares a los países del Triángulo Norte con el objetivo de brindar estabilidad económica para disuadir a las personas de emigrar al norte.
Sin embargo, la corrupción en esos países sigue siendo rampante, algunas economías se han estancado después de la agitación de la pandemia y las sociedades civiles aún están destrozadas. Las entrevistas con personas en Centroamérica muestran la desconfianza sobre la posibilidad de que más dinero sea la solución para esos países que han sido devastados por el colapso económico, los desastres naturales y la inestabilidad política.
La falta de progreso a lo largo de los años es especialmente cierta cuando se trata de evitar que los inmigrantes se dirijan al norte.
Ese tema ha sido particularmente difícil para Biden, quien asumió el cargo prometiendo implementar un sistema más humano en la frontera después de los agresivos esfuerzos del presidente Donald Trump para rechazar a los inmigrantes. Sin embargo, Biden ha continuado con algunas de las medidas de Trump para mantener a los solicitantes de asilo fuera de Estados Unidos, citando la pandemia de coronavirus como la razón principal de esas disposiciones.
Los funcionarios del gobierno de Biden se preparan para otra oleada de inmigrantes que intentan cruzar ilegalmente la frontera este verano si los procesos legales obligan al gobierno a eliminar las restricciones relacionadas con la pandemia. Los defensores de los inmigrantes han instado a Estados Unidos y otros países para que tomen más medidas al respecto.
“La comunidad internacional ha fallado en gran medida para responder a las crisis en América Latina de manera integral y holística”, dijo en un comunicado Meghan López, vicepresidenta regional para América Latina en el Comité Internacional de Rescate, el día antes de que Biden partiera hacia Los Ángeles.
“Estas comunidades han asumido la respuesta a pesar de lidiar con desafíos preexistentes y recibir un apoyo insuficiente de un pequeño grupo de países donantes (principalmente EE. UU.) e instituciones”, dijo.
La posible llegada de una caravana de migrantes durante la cumbre de Biden podría generar una oportunidad para que sus críticos ataquen su manejo de los asuntos en la frontera. Alentados por Trump mientras estuvo en el cargo, en los últimos años los republicanos han tratado de usar las caravanas para inspirar miedo al describir falsamente a los migrantes como pandilleros y delincuentes.
De hecho, la mayoría de las personas que conforman las caravanas son familias enteras, incluidos niños, que huyen de la violencia y migrantes económicos ávidos de trabajo en Estados Unidos. Muchos se separan antes de llegar a la frontera.
Pero su presencia en la frontera, mientras Biden espera demostrar su liderazgo en la región es un recordatorio de lo complejo que puede ser el tema de la migración, especialmente en medio de la incertidumbre económica y política.
Cuando se le preguntó sobre la cumbre el martes, Jean-Pierre dijo que Biden estaba “ansioso por” liderar la reunión.
Michael D. Shear es un corresponsal veterano de la Casa Blanca y dos veces ganador del Premio Pulitzer que también formó parte del equipo que ganó la Medalla de Servicio Público por la cobertura de la COVID-19 en 2020. Es coautor de Border Wars: Inside Trump’s Assault on Inmigración. @shearm