Líderes de Europa ven con desconcierto a un aliado, Estados Unidos, que actúa como adversario
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Ante la evidente agresividad del gobierno de Trump, los dirigentes europeos se preparan para lo que se perfila como una era en la que cada país parece ir por su cuenta
NUEVA YORK- Durante años, los líderes europeos se han preocupado por reducir la dependencia de un Estados Unidos caprichoso. El lunes, en una precipitada reunión en París, las preocupaciones dieron paso a la aceptación apesadumbrada de un nuevo mundo en el que el aliado más poderoso de Europa ha empezado a actuar más como un adversario.
El plan del presidente Donald Trump de negociar un acuerdo de paz en Ucrania con el presidente ruso Vladimir Putin, sin invitar ni a los ucranianos ni a los europeos, ha obligado a los aturdidos dirigentes de capitales como Berlín, Londres y París a enfrentarse a una serie de difíciles decisiones, dolorosas concesiones y nuevas y costosas cargas.
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Ya está sobre la mesa la posibilidad de que el Reino Unido, Francia, Alemania y otros países desplieguen decenas de miles de soldados en Ucrania como fuerzas de la paz. Los gobiernos europeos están afirmando la necesidad de grandes aumentos en sus presupuestos militares, si no el 5 por ciento del producto interno bruto que exige Trump, sí hasta niveles que no se han visto desde los días de la Guerra Fría a principios de la década de 1980.
“Todo el mundo está exaltado en este momento, comprensiblemente”, dijo Lawrence Freedman, profesor emérito de estudios bélicos en el King’s College de Londres. “Lo que está claro es que, pase lo que pase, Europa tendrá que dar un paso adelante”.
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Eso podría poner a sus líderes en una situación difícil. Aunque el apoyo público a Ucrania sigue siendo sólido en toda Europa, destinar soldados a una misión potencialmente peligrosa en suelo ucraniano podría convertirse rápidamente en un lastre político interno. Las estimaciones sobre el tamaño de una fuerza de paz varían mucho, pero en cualquier caso, sería una empresa extremadamente costosa en un momento de presupuestos ajustados.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien planteó inicialmente la idea de una fuerza de paz el año pasado, ante el escepticismo generalizado en Europa, se ha visto debilitado desde que su decisión de convocar elecciones parlamentarias el verano pasado fracasó y le dejó con un gobierno frágil.
Es posible que Alemania no tenga una nueva coalición gobernante hasta semanas después de las elecciones del 23 de febrero. El lunes, su canciller, Olaf Scholz, tachó de “totalmente prematuro” y “muy inapropiado” hablar de fuerzas de la paz, mientras los combates seguían causando estragos.
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El primer ministro británico, Keir Starmer, quien no tiene que enfrentarse a los votantes hasta dentro de cuatro años, dijo que el Reino Unido estaba abierto a “poner a nuestros soldados sobre el terreno si fuera necesario”. Pero antiguos oficiales militares dijeron que, tras años de recortes presupuestarios, el ejército británico no estaba equipado para dirigir una misión a gran escala y a largo plazo en Ucrania.
“Francamente, no tenemos los elementos y no tenemos el equipo”, dijo a la BBC Richard Dannatt, ex jefe del Ejército británico. Estimó que el Reino Unido tendría que suministrar hasta 40,000 soldados a una fuerza de 100,000 efectivos.
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Para algunos europeos, es demasiado pronto para hablar de una era posestadounidense en el continente. Scholz y el primer ministro polaco, Donald Tusk, advirtieron a los dirigentes que no debían romper la alianza transatlántica, cualesquiera que fueran las tensiones actuales.
En la práctica, una fuerza de paz sería difícil sin el apoyo logístico de Estados Unidos. Las garantías de seguridad estadounidenses, dijeron los analistas, eran cruciales para volverla políticamente aceptable en las capitales europeas, donde algunos líderes tendrán que ganarse la aprobación de sus parlamentos. Starmer habló de un “respaldo estadounidense”, diciendo que era “la única manera de disuadir eficazmente a Rusia de volver a atacar Ucrania”.
Freedman dijo que creía que altos cargos del gobierno de Trump, como el secretario de Estado Marco Rubio y el asesor de seguridad nacional, Michael Waltz, comprendían esas realidades y no estaban empeñados en retirar el paraguas de seguridad estadounidense de Europa. Pero dijo que los objetivos de Trump eran más difíciles de descifrar; su afán de poder sin trabas a nivel nacional ha alarmado profundamente a los europeos.
“En el pasado, dabas por sentado que se trataba de un país serio y competente”, dijo Freedman. “Es desconcertante pensar que podría no ser así. Existe la sensación de que las salvaguardas simplemente no están ahí”.
La semana pasada, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, el vicepresidente JD Vance pronunció un mordaz discurso en el que instaba a los europeos a dejar de marginar a los partidos de extrema derecha y los acusaba de reprimir la libertad de expresión.
Esos comentarios provocaron la angustia de los europeos. “Hay que temer que nuestra base común de valores ya no sea tan común”, dijo Christoph Heusgen, quien presidió la conferencia. Heusgen, que estaba claramente emocionado al final de su discurso, aclaró después que sus fuertes sentimientos se debían a que iba a dejar su trabajo y no eran una reacción a los comentarios de Vance.
Muchos alemanes consideraron los comentarios del vicepresidente como una descarada interferencia electoral. Vance, que se saltó una reunión con Scholz, sí encontró tiempo para reunirse con una de las líderes del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania, o AfD, Alice Weidel. Los principales partidos alemanes se han negado a formar coaliciones con la AfD, que las agencias de inteligencia alemanas clasifican como organización extremista.
Entretanto, Trump ha amenazado con imponer aranceles generalizados a la Unión Europea. Eso podría dañar a las economías del bloque, lo que haría aún más difícil aumentar el gasto en defensa. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha pedido a los miembros de la alianza que aumenten su gasto hasta “bastante más del 3 por ciento” del producto interno bruto (Estados Unidos gasta el 3,4 por ciento).
En 2023, Alemania gastó el 1,5 por ciento de su producto interno bruto en defensa, mientras que Francia gastó el 2,1 por ciento y el Reino Unido el 2,3 por ciento.
Más allá de las provocaciones políticas y económicas, los líderes europeos se esfuerzan por dar sentido a la estrategia del gobierno de Trump respecto a Ucrania. Las declaraciones de Hegseth indicaban una reducción del apoyo estadounidense a los objetivos bélicos de Ucrania, algo que los líderes europeos lamentan, pero que en privado reconocen que comparten.
Sin embargo, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, en una visita a la capital ucraniana, Kiev, la semana pasada, sugirió que Estados Unidos podría brindar un “escudo de seguridad a largo plazo” a Ucrania, siempre que obtuviera acceso a los valiosos minerales del país. El anuncio de Trump de que emprendía negociaciones con Putin sorprendió a los líderes europeos y al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.
“Una contradicción atraviesa el enfoque de Estados Unidos”, escribió en un ensayo en línea Nigel Gould-Davies, investigador principal sobre Rusia y Euroasia del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, un grupo de investigación de Londres. “Ha señalado que solo Estados Unidos negociará el final de la guerra, pero también que solo Europa debe pagar y hacer cumplir un resultado en cuya decisión no ha participado”.
Esto supone que Trump pueda llegar a un acuerdo con Putin. Los analistas señalan que Estados Unidos ya ha hecho dos grandes concesiones a Rusia —descartar el ingreso de Ucrania a la OTAN y sugerir que no es realista que Ucrania recupere todo su territorio— sin recibir nada a cambio.
Algunos comparan el enfoque de Trump con la diplomacia nuclear que empleó con el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, durante su primer mandato. Al reunirse con Kim en Singapur, Trump le hizo una valiosa concesión —no más ejercicios militares entre Estados Unidos y Corea del Sur— sin obtener un gesto recíproco. Las negociaciones fracasaron, y Corea del Norte aún no ha renunciado a su arsenal nuclear.
En este caso, a decir de los analistas, las probabilidades de que no se produzca un avance rápido podrían evitar que los líderes europeos tuvieran que enviar tropas, al menos por ahora.
“A menos que la posición en el terreno mejore mucho en beneficio de Ucrania, es difícil imaginar que Rusia suscriba un acuerdo que permita la presencia de un gran número de soldados de la OTAN —incluidos los británicos— en su frontera”, dijo Malcolm Chalmers, subdirector general del Real Instituto de Servicios Unidos, un grupo de investigación de Londres.
Freedman dijo que Trump tendría que persuadir a Putin para que acepte unas condiciones que resulten aceptables para Zelenski, una posibilidad excesivamente remota.
“Estamos muy lejos de las circunstancias en las que tiene sentido”, dijo sobre una fuerza de paz. “No logro superar la incompatibilidad entre lo que puede ofrecer Trump y lo que quieren los rusos”.
Mark Landler es el jefe de la corresponsalía del Times en Londres. Cubre el Reino Unido así como la política exterior estadounidense en Europa, Asia y Medio Oriente. Es periodista desde hace más de tres décadas. c. 2025 The New York Times Company.
Por Mark Landler, The New York Times.