Pasaportes de vacunación: ¿Qué son y quién podría necesitarlo?

Internacional
/ 16 abril 2021

Existen varios tipos de registros para que la gente demuestre que ya ha sido inoculada. La verificación electrónica pronto se convertirá en algo cotidiano

Richard Pérez-Peña

Debido a que la vacunación contra el COVID-19 se está acelerando, la atención se dirige ahora a las herramientas para que las personas demuestren que han sido inoculadas y, potencialmente, puedan eludir las sofocantes restricciones utilizadas para combatir la pandemia.

Aunque la idea es recibida con cierta resistencia debido a preocupaciones sobre la privacidad y la equidad, ya existen varios tipos de registros de vacunación contra el coronavirus, llamados a veces “pasaportes de vacunación”, tanto en papel como en formato digital. Cientos de aerolíneas, gobiernos y otras organizaciones están experimentando con nuevas versiones electrónicas, cuya cantidad crece a diario, aunque hasta ahora su uso ha sido muy limitado.

Los registros portátiles de vacunación no son una idea nueva: los viajeros en muchas partes del mundo, niños que se inscriben en las escuelas y algunos trabajadores de la salud han tenido que proporcionarlos desde hace mucho tiempo como prueba de que han sido vacunados contra ciertas enfermedades.

Sin embargo, los pasaportes de vacunación utilizan herramientas digitales que llevan el concepto a nuevos niveles de sofisticación. Los expertos predicen que la verificación electrónica pronto se convertirá en algo cotidiano, sobre todo en el caso de los viajes aéreos internacionales, pero también para la admisión a espacios concurridos, como teatros.

A continuación, algunas de las preguntas que más se están planteando sobre el tema.

P: ¿Qué es un “pasaporte de vacunación”?

R: En general, las personas están utilizando el término para referirse a un registro electrónico de vacunación, posiblemente en forma de código QR, al cual puede accederse con facilidad desde un teléfono o almacenarse en el dispositivo, aunque también podría imprimirse.

En su forma más sencilla, la documentación es algo como la tarjeta física creada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y que por lo general se les entrega a las personas cuando reciben su primera inyección contra el COVID-19 en Estados Unidos, o la “tarjeta amarilla” de la Organización Mundial de la Salud, utilizada durante décadas por los viajeros para demostrar que han sido inoculados contra enfermedades como la fiebre amarilla. Pero esas están en papel, son llenadas a mano y son bastante vulnerables a la falsificación.

La herramienta tendría que abordar algunas variables: no está claro cuánto dura la inoculación, pueden existir lotes defectuosos y es probable que la aparición de nuevas variantes del virus requiera de nuevas vacunas. Así que, a largo plazo, es posible que un registro electrónico deba mostrar cuál vacuna específica recibió una persona, de qué lote y cuándo.

Ya se están desarrollando y promocionando más de una docena de diferentes versiones.

P: ¿Cómo se utilizaría?

R: A corto plazo, la aplicación más evidente podría ser para los viajes internacionales, y la razón es obvia en cualquier aeropuerto importante: el volumen de pasajeros es una fracción comparado con los niveles previos a la pandemia, y, sin embargo, hay enormes filas en los mostradores de las aerolíneas y en el control de pasaportes.

Muchos países ya están exigiendo evidencia de una prueba de coronavirus negativa reciente para permitir el ingreso. Hasta ahora, esa documentación ha existido casi en su totalidad en papel o en el teléfono de un pasajero, y debe ser confirmada por ojos humanos en el aeropuerto, por lo que hacer check-in en línea para un vuelo, o incluso en un dispositivo electrónico en la terminal, no es una opción.

A medida que disminuyan las restricciones de viaje el volumen de pasajeros aumentará, y se espera que muchas naciones comiencen a exigir pruebas de vacunación (o de una infección de coronavirus previa) para permitir el ingreso, o simplemente para omitir el requisito de cuarentena. Una mayor cantidad de pasajeros y de requisitos de documentación hará que el procesamiento sea aún más difícil de manejar.

“Tenemos que automatizar esto”, dijo Nick Careen, vicepresidente sénior de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, un grupo comercial de la industria de las aerolíneas. “Incluso si nunca se llega a aprobar un requisito de vacunación, seguirá existiendo el requisito de la prueba del coronavirus, y eso no podemos hacerlo manualmente”.
(Incluso con un sistema electrónico, dicen los funcionarios, habrá algunas personas que deberán utilizar documentos médicos en papel por no tener acceso a herramientas digitales).
Ningún país poderoso ha planteado en público solicitar la verificación de vacunación para viajes nacionales. Sin embargo, algunos gobiernos y empresas ya están exigiendo evidencia de una prueba de coronavirus negativa para permitir el ingreso a ciertos lugares concurridos, y algunos han comenzado a exigir prueba de vacunación, lo que ha aumentado el deseo de una alternativa electrónica.

Para que sea más útil, un registro digital tendría que ser adoptado de manera general por los gobiernos que inspeccionan a los pasajeros, las empresas que restringen la admisión y la mezcolanza de proveedores de atención médica, agencias gubernamentales y farmacias que están administrando las vacunas.

Eso, a su vez, significa que debería ser fácil de utilizar y relativamente económico. Requerir que las organizaciones gasten mucho dinero o adopten un nuevo software sería un obstáculo.

P: ¿Quién lo está usando?

R: En febrero, el gobierno de Israel comenzó a emitir su “pasaporte verde” digital o un certificado físico a las personas que habían sido vacunadas, el cual es obligatorio para ingresar a lugares como hoteles y teatros.

El mes pasado, cientos de entidades más en todo el mundo —aerolíneas, gobiernos, cadenas de farmacias y otros— comenzaron a utilizar sistemas digitales que se controlan de forma privada para verificar credenciales sanitarias. La mayoría está usando a modo de prueba los sistemas —incluyendo uno llamado CommonPass y el sistema propio de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, Travel Pass—, a fin de verificar pruebas negativas de coronavirus.

Los sistemas también están diseñados para mostrar pruebas de vacunación, de ser necesario.

En marzo, Aruba y JetBlue comenzaron a permitir que los pasajeros de Estados Unidos mostraran sus pruebas negativas usando CommonPass, desarrollado por The Commons Project, una organización sin fines de lucro con sede en Suiza, con el apoyo del Foro Económico Mundial. Los pasajeros de Lufthansa que vuelen a Estados Unidos también pueden utilizarlo.

Ese mismo mes, Singapore Airlines se convirtió en la primera aerolínea en hacer uso limitado del Travel Pass para los pasajeros que vuelan entre Singapur y Londres, y lo implementará de forma general en mayo.

También en marzo, el estado de Nueva York se convirtió en el primer gobierno dentro de Estados Unidos en implementar un sistema, el Excelsior Pass, desarrollado con IBM, que algunos recintos han empleado para comprobar la vacunación. Los gobernadores de Florida y Texas se han comprometido a bloquear cualquier sistema de este tipo en sus estados, pues afirman que son una extralimitación del gobierno y una invasión de la privacidad.

P: ¿Cuáles son los obstáculos y las objeciones?

R: Muchas de las objeciones que se han planteado tienen que ver con la privacidad, pero las personas que desarrollan los sistemas afirman que esos problemas pueden solucionarse.

CommonPass y su aplicación, por ejemplo, no almacenan ningún registro de salud del usuario, afirmó Paul Meyer, director ejecutivo de The Commons Project Foundation. Si una aerolínea participante necesita saber si un pasajero ha recibido una prueba negativa o una vacuna, y una farmacia participante tiene esa información, CommonPass puede comunicarse con ambas y responder con un simple “sí” o “no”, sin transmitir ningún dato específico.

“No deberías tener que darle tu historial médico al Yankee Stadium o a una aerolínea”, dijo Meyer. c.2021 The New York Times Company

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