¿Trump quiere el petróleo de México?... Ven en cambio a Golfo de América plan para reclamar zonas petroleras

El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, decretó oficialmente el cambio de nombre del Golfo de México al “Golfo de América”.

Aunque parece un gesto simbólico, esta decisión podría tener importantes repercusiones en la política internacional, la economía energética y las relaciones diplomáticas en la región.

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UN RECURSO ESTRATÉGICO PARA ESTADOS UNIDOS

El Golfo de México no solo es una región rica en biodiversidad, sino también una de las principales fuentes de petróleo y gas natural. Según la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA), aproximadamente el 17% de la producción de petróleo estadounidense proviene de esta zona. Este recurso es clave para la independencia energética del país.

En un foro reciente, Martha Bárcena, quien fue embajadora de México en Estados Unidos, dijo que el cambio de nombre podría ser un primer paso para empezar a reclamar territorio donde hay petróleo.

El golfo de México es un centro neurálgico para el comercio marítimo internacional. Más de 60% de las exportaciones de granos de EU salen de puertos ubicados en esta región, según la Asociación Nacional de Exportadores de Granos, lo que equivale a 30 millones de toneladas.

Más del 60% de las exportaciones de granos de Estados Unidos salen de puertos en el Golfo de México, según la Asociación Nacional de Exportadores de Granos.

Peter Zeihan, autor de The Accidental Superpower, destaca que la geografía del Golfo ha sido un factor crucial para el desarrollo de Estados Unidos como superpotencia mundial. Este área no solo facilita el comercio marítimo, sino que también proporciona una barrera natural contra conflictos externos.

¿QUÉ IMPLICA EL CAMBIO DE NOMBRE?

1. IMPLICACIONES POLÍTICAS

El cambio de nombre podría interpretarse como un intento de reforzar la idea de “América Primero”, promovida por Trump. Sin embargo, también envía un mensaje de unilateralismo, generando tensiones con países vecinos como México.

Martha Bárcena, exembajadora de México en Estados Unidos, advirtió que esta acción podría ser un primer paso hacia la reivindicación de territorios estratégicos, especialmente aquellos ricos en petróleo.

2. CONSECUENCIAS ECONÓMICAS

Renombrar el Golfo podría alterar las operaciones comerciales y energéticas en la región. Esta área es fundamental para el comercio internacional y la seguridad energética global.

Octavio Pescador, académico de UCLA, menciona en entrevista para El Universal que cualquier alteración en la administración del Golfo podría impactar los precios globales del petróleo. No obstante, aclara que este cambio de nombre es más simbólico que práctico.

3. BARRERAS LEGALES

Legalmente, Estados Unidos no tiene potestad para reclamar el Golfo de manera unilateral. Las delimitaciones marítimas están claramente definidas por la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar).

México tiene jurisdicción sobre 829 mil kilómetros cuadrados del Golfo, mientras que Estados Unidos controla 662 mil kilómetros cuadrados.

James Kraska, analista jurídico, asegura que cualquier intento de ejercer control exclusivo sobre el Golfo enfrentaría una resistencia legal significativa en foros internacionales como la ONU y la Organización Marítima Internacional (OMI).

UNA DECISIÓN CONTROVERSIAL

El cambio de nombre no solo polariza la opinión pública dentro de Estados Unidos, sino que también afecta las relaciones bilaterales con México. Este tipo de acciones, conocidas como “diplomacia coercitiva”, buscan reafirmar la influencia estadounidense, aunque generen descontento en aliados clave.

IMPACTO INTERNO

Para Trump, esta medida refuerza su narrativa de supremacía estadounidense, especialmente entre su base electoral. La congresista Marjorie Taylor Greene, aliada de Trump, ya anunció un proyecto legislativo para institucionalizar el cambio.

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Sin embargo, expertos como Pescador señalan que este decreto es más un gesto mediático que una medida práctica. “Es parte de su guerra cultural y no implica un cambio real en los límites territoriales”, afirma.

Renombrar el Golfo de México como el Golfo de América es más que un cambio nominal. Sus implicaciones abarcan desde el comercio internacional hasta la seguridad energética y las relaciones diplomáticas. Sin consenso regional o reconocimiento internacional, esta medida permanecerá como un acto simbólico, aunque con potencial para generar tensiones en el futuro.