UE amaga con expulsar a Turquía incluso a los sirios en suelo europeo

Internacional
/ 7 marzo 2016

La propuesta está aún por cerrar, aunque ha sido confirmada por fuentes diplomáticas.

La Unión Europea intenta desesperadamente frenar el flujo migratorio y de refugiados hacia el continente, incluso con propuestas de dudosa legalidad. Los Veintiocho tratan hoy de forjar un polémico compromiso para devolver a Turquía a todo extranjero que llegue a las costas griegas, incluso a los propios sirios, a cambio de acoger en origen -desde Turquía y de manera organizada- a un número de refugiados equivalente a las expulsiones hacia el país vecino.

La propuesta está aún por cerrar, aunque ha sido confirmada por fuentes diplomáticas. Públicamente, el primer ministro holandés, Mark Rutte, ha abogado por devolver a Turquía a todos los extranjeros que no sean sirios, independientemente de si huyen de un conflicto o persecución (y, por tanto, tienen derecho al asilo) o no. Rutte, cuyo país asume este semestre la presidencia de la UE, se reunió el domingo por la noche con la canciller alemana, Angela Merkel, y con el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, para preparar la cumbre UE-Turquía que se celebra este lunes en Bruselas para tratar de frenar la salida de refugiados hacia Europa.

En privado, el mensaje es aún más descarnado. En el encuentro de anoche se puso sobre la mesa la posibilidad de exoulsar a Turquía incluso a los sirios que lleguen a suelo europeo. A cambio, Europa acogería una cifra de sirios similar a las de devoluciones realizadas. El objetivo es mandar una señal clara, incluso a quienes huyen de la guerra: el único modo de acceder a Europa es ensayar la vía legal. Aun así, está por ver que esta idea prospere este lunes mismo. Davutoglu ha abandonado ahora la reunión para dejar a los Veintiocho que afinen su postura común. Más tarde volverán a reunirse con el mandatario turco para intentar concluir el acuerdo.

"Es muy importante que Turquía esté, de entrada, dispuesta a acoger [de vuelta] a todos los refugiados que no sean sirios", ha asegurado Rutte antes de entrar a la reunión de jefes de Estado y de Gobierno. El mandatario holandés ni siquiera ha incluido a los iraquíes, que en buena medida huyen del Estado Islámico al que su país combate con bombardeos, dentro de la coalición internacional liderada por Estados Unidos.

Turquía, además, pide grandes compensaciones por aceptar quedarse con todos los migrantes y refugiados que le reenvíe la UE. En primer lugar, duplicar los 3.000 millones que la UE ha buscado debajo de las piedras para permitir que Ankara atienda a sus más de 2,5 millones de refugiados sirios. En segundo lugar, abrir cinco nuevos capítulos del proceso de adhesión a la UE, algo que levanta ampollas en muchos Estados miembros. Y en tercer lugar, acelerar aun más la desaparición de visados para los ciudadanos turcos que viajen a Europa.

Fuentes diplomáticas y comunitarias dudan de la legalidad de esa medida. Porque una cosa es expulsar a los llamados migrantes económicos, personas que no son objeto de persecución y, por tanto, no son, en principio, candidatos a asilo y otra incluir en esas devoluciones a víctimas de guerra y persecución. Pero Europa está decidida a enviar el mensaje que lanzó hace unos días de manera directa el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk: “No vengáis a Europa”.

Más allá de los desafíos verbales de algunos dirigentes, el texto escrito que los Veintiocho esperan aprobar esta tarde, después del encuentro que celebran ya sin Davutoglu, se refiere exclusivamente a la necesidad de “devolver de manera rápida y a gran escala a Turquía a todos los migrantes irregulares que no tengan necesidad de protección internacional”.

Ankara ha dado en los últimos días señales que aceptar esta carga a cambio de dos incentivos: que sus ciudadanos no tengan más necesidad de visado para viajar a Europa a partir de octubre y que la UE acoja directamente refugiados desde su territorio, sin necesidad de que se embarquen irregularmente hacia Europa. Aun así, el Gobierno sugiere que sus demandas a Bruselas pueden aumentar. ”Tenemos que ver la imagen completa, no solo la inmigración irregular”, ha instado Davutoglu. El hecho de que Turquía haya aceptado también que barcos de la OTAN se adentren en sus aguas territoriales para controlar a las mafias, algo que ocurre desde hoy, es visto también con esperanza en Bruselas.

Inquieto por la acumulación en su territorio de migrantes que ya no pueden continuar la llamada ruta de los Balcanes hacia Alemania, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, ha instado a “acelerar el proceso de reubicación de manera importante”, algo que ya ha ocurrido en los últimos días, aunque las dimensiones de este proyecto son ínfimas en comparación con la magnitud de extranjeros que pueden agolparse en Grecia en pocos meses.Bruselas pactó con los países reubicar a 160.000 de los cuales ha repartido unos 800, incluidos 18 que llegaron a España a finales de 2015.

Las conclusiones del encuentro certifican que “el flujo irregular de migrantes por los Balcanes occidentales llega a su fin; esta ruta está ahora cerrada”.

Nuevas concesiones
Las concesiones a futuro no acaban con los problemas actuales. Cruz Roja estima que hay 50.000 refugiados varados en Grecia, y que a lo largo de este mes de marzo pueden llegar hasta 100.000 adicionales, con una potencial crisis humanitaria en ciernes.

Los refugiados podrían establecer nuevas rutas –por Albania o Montenegro hacia Italia, por ejemplo--, por lo que uno de los objetivos de la cumbre es sellar esos nuevos caminos. Paralelamente, poner en marcha el plan de ayuda humanitaria. Y darle un empujón a la recolocación de refugiados desde Italia y Grecia al resto de países, o incluso al reasentamiento directamente desde Turquía.

Europa necesita un arreón político después de acciones unilaterales como el establecimiento de cuotas de refugiados en Austria, o la extensión de los controles temporales en las fronteras internas a varios países (el último de ellos, Bélgica). La UE debe poner en valor el acuerdo con Turquía antes de la cumbre del próximo 17 de marzo en Bruselas, una suerte de examen final para Alemania y otros países del Norte como Holanda antes de tomar medidas más drásticas.

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